El valor de la imagen El diseño es gran argumento de ventas de este Sportback
Aunque no fue Audi quien tuvo el primer SUV con un techo descendente que autorizaba a encontrar cierto parecido con el de un coupé -el honor recae sobre el Ssangyong Actyon, que se adelantó al BMW X6- esta formula CUV, como también se la conoce, ha calado en su gama.
Con la incorporación a la oferta del Q5 Sportback, ya son cuatro los modelos de Audi que podrían catalogarse como SUV coupé y, antes de que acabe el año, recibirá al Q4 Sportback, éste sólo eléctrico.
Por su parte, el Q5 SUV coupé lleva exactamente los mismos motores que el Q5: dos híbridos enchufables de 299 y 367 CV; dos de gasolina de 265 y 299 CV que sirven como base térmica de los anteriores; y tres Diesel, los de 163 y 245 CV más el de 341 CV del SQ5.
Al margen de los PHEV, en los que el motor eléctrico puede mover por si solo al Q5 Sportback hasta 62 km con la energía de su batería -recargable por frenada regenerativa o enchufándola a la red con una potencia de hasta 7,4 kW- y salvo en el TDI de 163 CV, el resto de los propulsores cuenta con motores de arranque-generadores que pueden apoyar con su fuerza al térmico. Aporta unos 7 kW puntualmente. Eso sí, mientras que el SQ5 TDI su arquitectura eléctrica es de 48 voltios; en el resto de motores es de 12 voltios: permite puntualmente desplazarse por inercia o adelanta el funcionamiento del sistema start-stop a los 22 km/h.
En cuanto a la PHEV, hemos podido probar la más potente y obtener con ella una autonomía eléctrica de 47 km -el trazado discurría por una autovía con fuerte desnivel y carretera de montaña- antes de agotar la batería, pudiendo rodar con electricidad hasta los 140 km/h. La capacidad útil de la batería es de 14,4 kWh,l a total de 17,9.
En todos los casos estos motores están asociados a cambios automáticos S-tronic de doble embrague -en los híbridos, en ella se integra el motor eléctrico de 143 CV del que disponen las versiones 50 TFSIe y 55 TFSIe, con las diferencias de potencia marcadas por la electrónica- y, de nuevo, salvo en el caso del 35 TDI, en el que la tracción es delantera, la total está casi generalizada. Se usan, en todo caso, dos sistemas distintos en este Sportback: el quattro-ultra, con dos embragues que conectan el eje trasero; y el quattr del SQ5, con tracción total permanente.
Al margen de la forma de la línea del techo, el Q5 Sportback también tiene como elementos diferenciales en su carrocería elementos como la parrilla, las entradas de aire frontales, del difusor posterior integrado en su parachoques o un spoiler rematando el techo más grande. Mantiene el mismo Cx que el Q5, con 0,31.
Los faros frontales tienen todas sus funciones con LED y, en opción, puede ser de tipo matricial. Otro tanto ocurre con los pilotos traseros, en tanto que los LED son de serie, pero la tecnología OLED se ofrece como opción y permite elegir entre cuatro firmas lumínicas distintas a su comprador.
La longitud entre ambos Q5 sólo difiere 7 mm, como consecuencia en el Sportback de su diferente paragolpes trasero, mientras que la altura varía en 5 cm.
Sentado en las plazas delanteras sería difícil advertir en cual de los dos Q5 nos encontramos: el entorno es idéntico, incluida la pantalla MMI de 10,5” o la instrumentación Audi Virtual Cockpit Plus.
Los cambios aparecen en la zona posterior, donde se aprecia claramente el descenso del techo, si bien ésta forma no repercute muy apreciablemente en el espacio a lo alto disponible para los pasajeros posteriores: con el asiento retrasado al máximo -el desplazamiento de 10 cm de la banqueta es de serie en los híbridos enchufables, opcional en el resto- la cota es de 92 cm, uno menos que el Q5 “a secas”.
En el Q5 Sportback el volumen de este espacio para la carga es 510 litros para las versiones no híbridas enchufables, 500 en el SQ5 y 455 para esas PHEV: son sólo 10 litros menos que en el Q5.