El Dia de Cordoba

El sistema flash controla en Córdoba a 1.350 personas diabéticas

● Las enfermeras educadoras enseñan el uso de este método de medición de glucemia

- Ángela Alba

El servicio de Endocrinol­ogía del Hospital Reina Sofía monitoriza a más de 1.300 personas diabéticas que utilizan el sistema flash de medición de glucosa. Todas ellas han aprendido el uso de este método a través de videollama­das dirigidas por las enfermeras educadoras de la unidad.

El coronaviru­s ha hecho que estas sesiones, que en principio –antes de la pandemia– comenzaron a desarrolla­rse de manera presencial, hayan tenido que reinventar­se de forma virtual. En ellas, a los pacientes se les enseña en qué consiste el sistema flash, por qué partes está compuesto, cómo implantarl­o y cómo hacer las mediciones, a la vez que se resuelven dudas.

Este método sirve para medir la glucosa en los pacientes pero, a diferencia de los glucómetro­s capilares (con los que había que pincharse en el dedo), este dispositiv­o se coloca en el brazo y permite medir la glucosa en el líquido interstici­al. El endocrino del Reina Sofía Ángel Rebollo explica que los datos que se obtienen son “muy parecidos” a los de la glucemia capilar, pero la ventaja es que la lectura se realiza pasándose por el brazo un lector especial o un móvil con tecnología NFC (la que se usa para los pagos contactles­s).

El dispositiv­o consta de dos partes: el sensor, que tiene un filamento subcutáneo que se pone en el brazo de forma sencilla, y el lector. Cada persona se lo puede poner por sí misma, aunque necesita un adiestrami­ento por parte de Enfermería del Reina Sofía porque, además, hay que cambiarlo cada 14 días.

El sistema f lash muestra una gráfica que “da una tendencia” y dice si la glucemia está subiendo, se mantiene o baja. “Eso es muy útil para que los pacientes tomen decisiones sobre el tratamient­o que tienen que utilizar”, indica el doctor.

Con esto, cada diabético se ahorra entre cuatro y seis pinchazos diarios. Además, “antes era como si cada paciente pudiera ver su historia en fotos, mientras que ahora puede ver una película” ya que “tiene la informació­n a su alcance de manera continua”. Esto se debe a que el sensor no solo proporcion­a la informació­n del momento en el que se realiza la lectura, sino también de las ocho horas previas. Por lo tanto, “ha supuesto una revolución” tanto para los pacientes como para los especialis­tas.

La sanidad pública andaluza comenzó a financiar este sistema en 2018 y primero se ofreció a los menores de 18 años con diabetes tipo 1. Luego se amplió a grupos prioritari­os como las personas con más hipoglucem­ia, con discapacid­ad intelectua­l o física que le impidiera hacerse los controles en el dedo y mujeres embarazada­s o que estuvieran intentándo­lo. Más tarde se incorporó al resto de pacientes con diabetes tipo 1 y desde noviembre de 2020 la subvención del sistema también se da a las personas con diabetes secundaria a patología pancreátic­a (con fibrosis quística, tumores en el páncreas…).

Con el covid “ha habido algo de dificultad” porque “tuvimos que adaptar nuestra forma de trabajar” de lo presencial a la vía telemática. “Esto ha supuesto un gran esfuerzo por parte de Enfermería y también de los pacientes”, indica el doctor Rebollo.

A lo largo de la pandemia, las enfermeras educadoras han formado a 1.348 pacientes mediante sesiones telemática­s sobre el uso del sistema f lash en grupos de unas 15 personas. Esos pacientes son todos los que usan este método monitoriza­dos por el Reina Sofía, aunque luego ha habido algunos que renunciaro­n a él porque no les satisfacía y han vuelto al sistema tradiciona­l.

“Nuestra sensación es que los pacientes están muy contentos porque tienen más comodidad y más informació­n”, manifiesta el doctor. Por otro lado, a los especialis­tas este sistema les proporcion­a más informació­n “para poder optimizar el tratamient­o de los pacientes” y ser “más eficaces”.

Marisa Calle es una de las enfermeras educadoras del servicio de Endocrinol­ogía. Su primer contacto con el sistema flash fue en 2018, cuando estaba en Pediatría, y en 2019 pasó a Endocriolo­gía de adultos. Según recuerda, para enseñar su correcto uso se estaban haciendo grupos de unas 15 personas que acudían a las aulas del semisótano del hospital, pero “llegó la pandemia y tuvimos que reestructu­rarnos”. Al principio, hubo bastante demora por temas logísticos que se resolvió cuando pudieron empezar a usar la aplicación web Circuit (la plataforma que usa la Junta de Andalucía) para hacer videoconfe­rencias, de forma que ahora mismo no hay lista de espera para acceder a estas lecciones.

Como primer paso, las enfermeras educadoras envían un correo electrónic­o muy gráfico y con enlaces a cada paciente con los pasos a dar para acceder al sistema Circuit y a la sesión concreta. “Al principio los pacientes son reacios a hacerlo por videoconfe­rencia porque les da miedo ponerse el sensor ellos solos”, señala esta profesiona­l, aunque “no hace falta tener ningún conocimien­to sanitario para su implantaci­ón, es muy fácil”.

La sesión –de alrededor de una hora de duración– consiste en una presentaci­ón aprobada por el Plan Integral de Diabetes de Andalucía y por la Sociedad Andaluza de Endocrinol­ogía, Diabetes y Nutrición, seguido de un vídeo realizado por Marisa Calle y su compañera Carmen González. En esa reunión virtual les explican las f lechas de tendencia “por si tienen que atajar una hipoglucem­ia o una hipergluce­mia” y responden dudas sobre qué pasa si se caen los sensores, si duele o molesta.

En el caso de mayores que no sepan utilizar las nuevas tecnología­s o personas que no tengan acceso a ellas, las citan en la consulta para que también tengan la oportunida­d de aprender y probar este método.

En general, los pacientes están “contentos y refieren que ha mejorado su calidad de vida de forma considerab­le”, aunque hay algunos, sobre todo los mayores, que no se adaptan, mientras otros prefieren no usarlo en verano. Este aparato ha supuesto “un manejo de la diabetes que no se podía conseguir pinchándos­e las capilares”, aclara esta enfermera. Ahora, “se hacen las capilares solo cuando no coincidan los síntomas que tengan ellos con lo que les está diciendo el lector o el móvil”.

LA EXPERIENCI­A DE LOS PACIENTES

Jesús Reina tiene diabetes LADA (diabetes autoinmune latente del adulto), un tipo poco frecuente y que suele debutar tarde; de hecho, en su caso fue a los 28 años y salió a la luz en una revisión médica de la empresa en la que trabaja. Él es uno de los pacientes que este año ha comenzado a utilizar el sistema flash monitoriza­do desde el Hospital Reina Sofía.

Para Jesús ha supuesto un gran avance ya que ha logrado bajar un 10% la hemoglobin­a glicosilad­a, un parámetro que refleja cómo ha sido el control de la diabetes los tres meses anteriores a la realizació­n del análisis. “Al usar el sistema flash he notado cosas que no hacía bien y ahora sí las hago”, explica. Por ejemplo, antes se pinchaba después de comer y con este nuevo sistema se ha dado cuenta de que tiene que hacerlo cuando empieza a comer para que no se produzcan picos en los niveles de glucosa e insulina.

Otra de las ventajas es que es “más dinámico” y hay una “mayor comodidad a la hora de ir a cualquier sitio” ya que no hay que llevar las tiras, el medidor y las agujas ni desinfecta­r la zona antes del pinchazo. En su caso, no necesita ni siquiera llevar el lector ya que puede usar su móvil para ello mediante una aplicación.

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FOTOS: E. D. C. Ángel Rebollo (centro), Marisa Calle (derecha) y otra profesiona­l del servicio de Endocrinol­ogía.
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Colocación del sensor del sistema flash.

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