El Dia de Cordoba

DESPACITO Y CON BUENA LETRA

- RAFAEL PADILLA

HACE unos días, el Banco de España presentó su informe sobre las consecuenc­ias producidas por la decisión del Gobierno de aumentar el Salario Mínimo Interprofe­sional en 2019. En él, afirma que esa histórica subida (del 22%) se cobró una factura aproximada de entre 100.000 y 180.000 puestos de trabajo, sumando los empleos destruidos y las contrataci­ones no realizadas. El estudio del supervisor, basado en vidas laborales reales, concluye que tal incremento supuso “un mayor impacto adverso sobre el empleo de los colectivos de mayor edad y una reducción más acusada de las horas trabajadas y del flujo de creación de empleo para los jóvenes”.

Nada que no fuera esperable. Numerosos expertos ya avisaron entonces de sus posibles efectos gravosos, no tanto por el aumento en sí, como por la falta de un análisis detallado sobre su cuantía y por la ausencia de un calendario cauto y consensuad­o que redujera previsible­s distorsion­es. Exactamen

te lo mismo que nos acaba de reprochar, el pasado 27 de mayo, la OCDE.

Las prisas del Gobierno, la prevalenci­a del criterio político sobre el económico, la tentación populista de implantar cambios raudos y espectacul­ares, olvidó –quizá despreció– los inconvenie­ntes de una modificaci­ón tan radical en segmentos laborales especialme­nte sensibles.

No ignoro las ventajas de subir el SMI (incrementa la equidad; disminuye el gasto del Estado en ayudas y subvencion­es; produce una mayor valoración de la mano de obra que, al cabo, mejora la productivi­dad; y, en la medida en que agranda el poder adquisitiv­o global, colabora en acelerar la recuperaci­ón económica). Tampoco sus desventaja­s: perjudica a las pequeñas empresas (determinan­tes en España); por desgracia, incentiva la economía sumergida; incide negativame­nte, como hemos visto, en la empleabili­dad de jóvenes y mayores; y, si no es capaz de aumentar la masa salarial total, no soluciona el problema de la desigualda­d en la riqueza.

Ahora que se está reactivand­o el debate sobre el SMI de este 2021, no se deberían cometer viejos errores. Claro que hay que acrecentar la retribució­n de nuestros trabajador­es, es un imperativo de justicia. Pero hagámoslo sin dejar cadáveres en la cuneta, con sensatez, elaborando estrategia­s a largo plazo encaminada­s a optimizar nuestro modelo productivo. Despacito y con buena letra, que, como enseñara Antonio Machado en sus Proverbios y Cantares, el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas.

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