El Dia de Cordoba

EL RUIDO DE LA LEY DE VIVIENDA

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LOS ciudadanos asistimos con estupefacc­ión a la trifulca que se ha organizado entre los partidos del Gobierno y la oposición con motivo de la anunciada ley de Vivienda, un texto que aún no está redactado y del que sólo conocemos algunas líneas principale­s, como la pretendida intervenci­ón de los precios de los alquileres de los grandes propietari­os, el recargo del IBI hasta un 150% a los pisos sin alquilar o las ayudas directas a jóvenes para poder encontrar una vivienda en la que emancipars­e (conejo sacado de la chistera por el presidente Pedro Sánchez a última hora que ni sus socios de Podemos del Gobierno conocían). Lo curioso es el tremendo ruido que se ha generado en torno a una ley que, como decíamos, todavía no es más que un deseo y que aún ni siquiera tiene definidos conceptos funda

El Gobierno vende una ley que aún no está ni redactada y que no tiene definida cuestiones elementale­s de la misma como las famosas ‘zonas tensionada­s’

mentales de la misma, como son las famosas zonas tensionada­s que el Ejecutivo pretende intervenir para abaratar los alquileres. El PP ya se ha apresurado a decir que recurrirá la ley al Tribunal Constituci­onal y que no se aplicará en las comunidade­s autónomas y ayuntamien­tos gobernados por esta formación. Un ejemplo claro de la insustanci­alidad de lo que se va sabiendo es que una de las líneas maestras de la posible ley será el ya mencionado recargo del IBI, un impuesto municipal en el que el Gobierno central tiene poco que decir. Cualquier Ayuntamien­to de pueblo puede obviar dicha parte de la ley. Al final, lo que se observa es la frivolidad con la que está tratando el Gobierno este asunto (algo motivado por la necesidad de Sánchez de cerrar un acuerdo para aprobar los Presupuest­os de 2022) y la precipitac­ión de la oposición, que dispara antes de preguntar. La política debe ejercerse sobre realidades y documentos maduros, no sobre ruedas de prensa y declaracio­nes repentinas. Es cierto que en España hay un problema importante con el acceso a la vivienda (un derecho constituci­onal, no se olvide) y que un Gobierno que se precie debe hacer lo posible para, sin conculcar derechos fundamenta­les como la propiedad privada, darle una respuesta. Por ahora, la anunciada ley de Vivienda está aportando más ruido que soluciones.

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