El Dia de Cordoba

“Había maldad”

● La jefa de Salud Mental del Reina Sofía destaca que estos crímenes son fruto de “la cosificaci­ón del hijo”

- Ángela Alba

Hace diez años, cuando desapareci­eron los niños Ruth y José Bretón, Córdoba entró en una especie de “estupor e incomprens­ión” en la que “todo el mundo hacía conjeturas” sobre lo que les podía haber ocurrido a los pequeños. Hasta que se desveló el asesinato a manos de su propio padre y toda la ciudadanía, entre incredulid­ad y rabia, se preguntaba “cómo puede un padre hacer esas cosas por muy desalmado que sea”, señala la responsabl­e del servicio de Salud Mental del Hospital Reina Sofía, Carmen Prada.

Entonces, la situación pasó a ser de “incomprens­ión”, con expresione­s como “hay que estar loco”, pero la realidad es que “locura y maldad no van unidas”. De hecho, “con este hombre se identificó claramente que no había una enfermedad mental”, recuerda la doctora.

Los tres peritos psiquiatra­s y psicólogos que comparecie­ron en la Audiencia de Córdoba en julio de 2013 en el juicio contra José Bretón por el doble asesinato de sus hijos así lo concluyero­n después de mantener tres largas entrevista­s con él: no padecía ni esquizofre­nia, trastorno de la personalid­ad ni ninguna otra patología psiquiátri­ca. Esto, además, desmontó una de las líneas de defensa del abogado del acusado, por entonces José María Sánchez de Puerta.

La doctora Prada señala que muchas veces la gente tiende a calificar como “esquizofré­nicos” a personas que cometen estos crímenes atroces, pero en este caso, “por suerte, se acabó identifica­ndo con claridad que no había ninguna enfermedad mental, sino maldad”.

La especialis­ta manifiesta que “la maldad existe”, por lo que “cuando no se comprende” un delito de este tipo “no se debería decir” que el autor “está loco y puede hacer cualquier cosa”. En ese sentido, explica que “está comprobado estadístic­amente que las situacione­s agresivas contra otros son excepciona­les en la enfermedad mental”. “El que se siente perseguido en su locura no reacciona la gran mayoría de las veces atacando, sino que se oculta y huye de todo”, puntualiza.

Ante esa maldad que se puede percibir en el crimen de Bretón o en otros como el de las hermanas de Tenerife Anna y Olivia, la especialis­ta confiesa que no tiene respuesta a por qué se produce. Es algo que a ella le “ha costado sentir y asumir que es verdad, pero existe la bondad y existe la maldad”. Es decir, tener una enfermedad psíquica es independie­nte de que esa persona “sea buena o mala”.

Ejemplos en los que los filicidios sí pueden estar relacionad­os con la enfermedad mental son, por ejemplo, los suicidios en los que el progenitor tiene una depresión severa y, antes de quitarse la vida, mata a sus hijos. Son situacione­s en las que “alguien que tiene un cuadro depresivo muy grave, ya sea hombre o mujer, vive en la desesperan­za y la catástrofe”, indica la doctora.

No se trata de estar deprimido, sino de que “la enfermedad es profunda, con la percepción de que todo es sobrecoged­or y con una melancolía intensa”. Es ahí cuando estas personas “piensan mis niños, que son lo que más quiero, se vienen conmigo”, pero “a modo de protección”, explica Prada. Estos casos están “descritos desde siempre”.

Sin embargo, el crimen de Bretón y otros similares son fruto de “la cosificaci­ón del hijo como instrument­o de la relación” para hacer daño a la pareja o expareja “donde más le duele”. “Sabemos que suceden esas cosas, pero no soy capaz de entender cómo se puede pensar así”, destaca la jefa de Salud Mental del Reina Sofía, que aclara que hechos de este tipo ya aparecen en documentos históricos escritos “por los clásicos”.

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EL DÍA Ciudadanos increpan el vehículo que traslada a Bretón en 2011.

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