PALOMO COJO, PATO COJO
EN cualquier otra ciudad a cuyo alcalde, a medio mandato, se le escapara uno de sus genios como se le acaba de escapar a Bellido Roche Palomo Spain, terminaría siendo lo que los gringos llaman un pato cojo: un cargo electo al que se le aproxima la fecha de salida. Dice el primer edil que ni quinientos, ni trescientos, ni doscientos, que no estamos para ese tipo de gastos y en eso estamos de acuerdo, son muchos miles de pavos para un palomo, pero también podría ser que hay mucho arroz para el pollo.
Algunas repuestas nos permitirían saber si esto ha sido tiro pichón o marear la perdiz
Sobrevuelan algunas preguntas. ¿Cuándo se pidió medio millón de euros, en concepto de qué y a quién? ¿Fue antes o después de Fitur? ¿Se rechazó de inmediato la propuesta o hubo negociación de un precio? ¿En qué hora descubrió Bellido que no pasaría ninguno de los filtros, ni de la asesoría jurídica, ni de valoración de mercado? ¿Hay soporte documental de todo el proceso? ¿Un dosier de la propuesta? ¿Una memoria económica? ¿Correos electrónicos? Las repuestas a estas cuestiones nos permitirían saber si esto ha sido tiro pichón o marear la perdiz, y poder evaluar el coste de oportunidad con cierto rigor. Así que, por favor, señor alcalde, menos opacidad, arroje luz sobre el asunto, que aquí cada vez hay menos creyentes aunque en habiendo pesebre siempre quedarán comulgantes de meta y catillus.
Luego está la reacción, cerrada, provinciana, mojigata, innecesaria, intranscendente y arriesgada para alguna de las marcas participantes, ya que cualquier observador externo de la movida podría pensar que está cargada de mala leche. Puritita sociedad cordobesa constatando una vez más que si dejas a un cordobita solo en una habitación es capaz de apuñalarse por la espalda. ¿De verdad era necesario? Claro que si hablamos de moda ¿qué otra cosa se puede esperar de los que llevan mocasines castellanos con traje?
Habrán notado ustedes que suelo huir de los temas locales, sobre todo por mi querencia a hacer amigos por donde quiera que paso, pero ya puestos habrá que llegar hasta la exaltación de la amistad y, sobre todo porque yo, en contra de todo pronóstico, deposité mi confianza en usted, señor alcalde, y he de decirle que esperaba mucho más que este viaje entre la nada y el vacío más absoluto, este suma y sigue, esta permanencia, es decir falta de ascenso. Ya lo único que falta es que ADIF en vez de hacer un apeadero en el centro de convenciones, ultime el baipás en Córdoba para que usted no se borre nunca de nuestra memoria. En temas de cojera, es mejor ser palomo que pato, señor alcalde.