El Dia de Cordoba

Ana Boyer se reserva de nuevo los bombones

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El Grupo Ferrero saca de nuevo a la venta sus bombones, tras el verano, mostrando su surtido y editando una caja de lujo con la que cuenta como embajadora a Ana Boyer. La hija de Isabel Preysler se une así al producto Ferrero Rocher, los bombones más populares desde aquellos spots en la embajada.

Ana Boyer ha posado con la caja sorpresa dorada que viene a anunciar la temporada de estar cerca de una estufa en cualquier momento e incluso de entonar los primeros villancico­s.

Entre las variedades que se ponen en marcha con el mes de octubre y la intervenci­ón de sus embajadore­s figuran los Rondnoir, Rafaello, Mon Chéri o los Pocket Coffe. Este año se incorporan al catálogo dos nuevas especialid­ades: de Ferrero Rocher Origins, tres tipos de bombones que se elaboran con cacao de Ghana, de Costa de Marfil y de Ecuador; y los Ferrero Moments.

Ante el manoseo de la fusión y las elaboracio­nes de segunda división (incluso de seguda de categoría regional), hay que andarse con cuidado cuando se elige fuera de casa la opción de “un oriental”. Echar una ojeada a las recomendac­iones en la red sirve, aunque no siempre, y lo que nos puede guiar es conocer de antemano el origen y la calidad de los productos de la casa, en especial si nos lo vamos a comer crudos. La calidad de la decoración del local también dice bastante de la elección.

En la patria de Dabiz Muñoz y de Kabuki, por poner de ejemplo de otros buenos orientales y de fusión, un nombre de moda en Madrid, de cara a este puente en el que la capital se pone a mano: Wakka. Reúne lo nipón, lo cantonés y lo ibérico. Se encuentra en la zona de Arturo Soria, barrio residencia­l donde lo habitual, incluso en el caso de las franquitru­fa. En este apartado de dim sums hay preparacio­nes tradiciona­les y otras combinacio­nes para iniciados como sucede con el sushi, con rolls de plátano macho, salmón y queso; los niguiris de anguila con foie y frambues; o los temakis de atún, copos de tempura y kimchi. Y en tatakis, el solomillo de vaca con trufa y chipotle. En otra presentaci­ón que une lo de allí y lo de por allá con diversión, los wakka takkos, con steak tartar o con salmón noruego. Para conocer lo más delicado de la materia prima japonesa, el yakipincho de wagyu.

En el apartado de postres, donde la tarta de queso se ha convertido en inevitable en todas las cartas madrileñas, en Wakka la preparan con té matcha que además espolvorea la delicada cobertura.

Un menú de dimensión suficiente para una velada de sabores desenfadad­os, en un ambiente para relajarse y encontrar un Madrid interesant­e bien lejos del meollo de los turistas.

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