El Dia de Cordoba

EL PARLAMENTO ES SAGRADO

- LUIS CHACÓN elmaslargo­viaje.wordpress.com

EL Parlamento es sagrado. En él se deposita la representa­ción del pueblo soberano y, como solemnemen­te declaró el Bill of rights inglés, limita y controla el poder del Ejecutivo. Las Cortes son la clave de bóveda del Estado. La Constituci­ón las antepone al propio Gobierno que, no lo olvidemos, se legitima por los votos del Congreso y ante él responde. Es la Cámara quien le transmite o retira el apoyo de los ciudadanos. Sea en la votación de investidur­a o ya investido, en las mociones de confianza o

El Parlamento es el corazón de la democracia y, si deja de latir, la democracia se necrosa

censura. Un Gobierno sin apoyo parlamenta­rio es un Gobierno muerto. Nuestra Carta Magna determina que las Cortes Generales tienen como misión fundamenta­l controlar la acción del Gobierno. Además de ejercer la potestad legislativ­a y aprobar los Presupuest­os pues, y ese es otro de los principios fundamenta­les de la democracia, no hay tributació­n sin representa­ción.

A nadie debería extrañarle que el Tribunal Constituci­onal haya declarado inconstitu­cional la suspensión de actividad decretada por la Mesa del Congreso durante el primer estado de alarma, que ha corrido idéntica suerte. Es cierto que estas sentencias no tienen aplicación real ya que deciden sobre hechos pasados y la responsabi­lidad política que se concretarí­a con la dimisión de quienes vulneraron la Constituci­ón –aunque fuera en un momento de grave crisis y con la mejor de las intencione­s– queda al albur de su propia conciencia. Algo inhabitual en España, donde siempre, y en igualdad de condicione­s, se pide la dimisión del adversario, del mismo modo que se justifica la permanenci­a en el puesto del correligio­nario. Pero son cruciales de cara a establecer un corpus jurídico constituci­onal que podría ser fundamenta­l en situacione­s futuras.

En mayo de 1941 los stukas nazis alcanzaron el Palacio de Westminste­r y la Cámara de los Comunes fue destruida. El Parlamento británico continuó inalterabl­e sus sesiones. Como hizo durante toda la guerra. Es ridículo que en plena era digital, cuando la mayor parte de los trabajador­es españoles –exceptuand­o los esenciales– te-letrabajab­an y en muchas ocasiones en condicione­s pésimas, los representa­ntes del pueblo suspendier­an su actividad por miedo al contagio. El Parlamento es el corazón de la democracia y si deja de latir, la democracia se necrosa. Nada, ni una pandemia, ni una guerra, puede cerrar el Parlamento. Jamás se debe permitir a un gobierno que actúe sin control parlamenta­rio.

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