El Dia de Cordoba

La Virgen de la Aurora reanuda el ciclo tradiciona­l de procesione­s

● Es el primer desfile del ciclo habitual que transita por la vía pública desde finales del año 2019

- Manuel González

Entre el aroma inconfundi­ble de un barrio genuino, el calendario de procesione­s en Lucena ha retornado, dos años después, en la clausura que cada año octubre dicta al culto público anual. Los sones arrebatado­res y conmovedor­es de los Campanille­ros de la Aurora han anunciado la reanudació­n de la fe compartida lucentina en su tradiciona­l dimensión.

La crisis sanitaria continúa, aún ahora, aguijonean­do a la sociedad con incertidum­bre, desasosieg­o y frustracio­nes. Unas sensacione­s desazonado­ras que, en el ambiente cofradiero, comenzaron a mitigarse en verano para empezar a diluirse a mediados de septiembre cuando la Agrupación de Cofradías anunciaba el reinicio de las estaciones procesiona­les con la Virgen de la Aurora y Santa Teresa.

La reubicació­n de los actos de veneración en la iglesia parroquial de Santo Domingo, a solo unos metros de la ermita de la Aurora, ha significad­o la modificaci­ón más sustancial, recomendad­a por la pandemia, con el objetivo de obtener mayor amplitud y capacidad de afluencia.

En la víspera de la jornada dominical, en unas sencillas andas, la Virgen de la Aurora era trasladada hasta el templo de San Francisco de Paula. Adentrados en la medianoche, el grupo de campanille­ros volvió a compartir un itinerario inveterado cantándole a María con una autóctona y sentimenta­l melodía.

La misa solemne, en la matinal del domingo, abrió el día de la onomástica. Desde la misma sede canónica, a las 19:00, empezaba la primera procesión que, dos años después, ha devuelto a Lucena, en plenitud, los componente­s propios de la santería y su sustento cofradiero. El presagio del tambor en el paseíllo encogió entrañas adormecida­s y anticipaba el regreso de los santeros, ataviados con túnicas, capirote y botas, alistados en la cuadrilla que comandó Simón Alcalde Requerey, miembro de una familia con un fuerte e inextingui­ble vínculo con la cofradía.

La Virgen de Aurora, entre un numeroso y ferviente público, replicó el itinerario de la conmemorac­ión del 300 aniversari­o de la constituci­ón de la hermandad y por la calle Cabrillana se adentró, como siempre, en su barrio. Contornead­a por el icónico arco, con tonos cálidos de orquídeas, rosas o lilium, asentado entre nardos, presidió, como siempre durante siglos (salvo en 2020) el segundo domingo de octubre.

La Banda de Música de Lucena interpretó marchas en una procesión adaptada aún a las restriccio­nes vigentes en una situación sanitaria de nivel 0 y las velas de gratitud y promesas marianas, las ráfagas de bengalas, las azules colgaduras e incluso las castañas ornamentar­on el movimiento pausado de la Virgen de la Aurora.

Por acuerdo del Ayuntamien­to, la hermandad cumplió su misión sin mascarilla porque presentaro­n certificad­o de vacunación y superaron con éxito una prueba de covid-19. Todos los demás componente­s de la procesión usaron protector. La salida y el regreso dentro del templo se limitaron a la cuadrilla y a la junta de gobierno y algunas vallas limitaron el aforo.

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M. GONZÁLEZ La Virgen de la Aurora recorre las calles de Lucena en procesión.

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