El Dia de Cordoba

Esa mala gente que camina

● Coincidien­do con el estreno de la adaptación al cine llevada a cabo por Jane Campion, llega a nuestras librerías ‘El poder del perro’ (Alianza) de Thomas Savage

- José Abad

El poder del perro de Thomas Savage –que el lector no debe confundir con la novela homónima de Don Winslow– está ambientada en tierras de Montana en torno a 1925. Sus protagonis­tas son dos hermanos de carácter contrapues­to, un Caín y un Abel adaptados a la geografía de EEUU Savage hace un retrato detallado de ambos antes de entrar en materia: Phil y George Burbank son similares en algunos aspectos, como hermanos que son, pero opuestos en otros muchos, inevitable­mente. Phil es alto, delgado, agresivo, inteligent­e, calculador y vive como siempre ha vivido en el rancho, como un vaquero más, a pesar de ser el propietari­o de una de las haciendas más prósperas de la región. Su hermano menor George es un tipo discreto, bajo, regordete, pacífico, siempre a la sombra de Phil. Un buen día, este delicado equilibrio se viene abajo: George se enamora de una joven viuda, Rose, que ha conocido durante un viaje a la ciudad para trasportar ganado. George y Rose se casan y se instalan en el rancho y Phil pasa a vivir exclusivam­ente para hacerle la vida imposible a la recién llegada; la labor de zapa es simple, pero demoledora: comentario­s inconvenie­ntes o silencios lapidarios, continuos desplantes, que convierten el día a día en un infierno.

El punto de partida de El poder del perro recuerda al de ese magnífico relato de Borges titulado La intrusa, protagoniz­ado por dos hermanos enfrentado­s igualmente por una mujer. Curiosamen­te, el relato de Borges y la novela de Savage empiezan con sendas citas bíblicas. Además, ambas obras están muy cercanas en el tiempo: La intrusa se incluyó en la segunda edición de El Aleph (1966) y luego pasó a formar parte de El informe de Brodie (1970); El poder del perro se publicó entre uno y otro volumen, en 1967. A pesar de todo, no creo que Savage conociera el texto de Borges. Una vez planteado el conf licto, la narración del norteameri­cano sigue derroteros diferentes: Savage despliega un estilo moroso, puntilloso, minucioso en su descripció­n de las tareas diarias de los vaqueros. (Savage escribe con conocimien­to de causa, pues había trabajado de cowboy en su juventud). Todo es minúsculo, cotidiano; no hay grandes gestas en El poder del perro. Las acciones de Phil Burbank contra su cuñada son pequeños actos de sabotaje. Su maldad resulta hiriente por sernos tan familiar: el modo en que se aparta un plato en la mesa o se sienta uno en la silla hacen tanto daño como un insulto o una bofetada. Savage consigue una atmósfera rarefacta ciertament­e incómoda; el desdén o el resentimie­nto más dolorosos son esos que convierten el hogar en un territorio inhóspito.

La novela empieza con una escena de castración que acaba

Todo es minúsculo, cotidiano; no hay grandes gestas en ‘El poder del perro’

siendo una importante clave de lectura: la maldad de Phil podría responder a cierta “impotencia” suya. Rose tiene un hijo adolescent­e del primer matrimonio, Peter, y Savage sugiere cierta atracción homosexual de Phil hacia el chico. La escritora Annie Proulx, famosa por estos lares por ser la autora de Brokeback Mountain, el relato que inspiró aquella película en torno a una love story entre dos vaqueros, ha elogiado la valentía de Savage al abordar este tema tabú en el ámbito de la gran épica norteameri­cana: el western. En un mundo de hombres tenaces, los que arrebataro­n el territorio a la Naturaleza, era cuasi inconcebib­le esta afección. La homosexual­idad reprimida arroja una luz inesperada sobre Phil Burbank, quien se habría creado una personalid­ad “fuerte” para esconder a los demás y, sobre todo, a sí mismo esa secreta “debilidad”. Sin embargo, aun siendo un aspecto importante, haríamos mal en reducir El poder del perro a este twist narrativo. A mí me ha resultado mucho más interesant­e, por reconocibl­e, la expresión doméstica de la maldad. Un poeta nuestro hablaba de esa mala gente que camina; el protagonis­ta de Thomas Savage es así; es una mala persona que cabalga a lomos de vigorosos caballos, a través de unas praderas infinitas, y va apestando la tierra.

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FOTOS: G. H. Benedict Cumberbatc­h caracteriz­ado como uno de los personajes de la adaptación.
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Un momento de la adpatación del libro.
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