El Dia de Cordoba

EDMUNDO, EL ENTERRADOR

- ▼ JUAN M. MARQUÉS PERALES

EDMUNDO Bal y Macarena Olona tienen algo en común, ambos son abogados del Estado y los dos fueron destituido­s de sus funciones por el Gobierno. Rajoy sacó a Olona del País Vasco cuando la ex parlamenta­ria de Vox comenzó a respaldar las investigac­iones al PNV y Pedro Sánchez destituyó a Bal cuando éste puso objeciones desde la Abogacía del Estado para solventar el asunto jurídico del procés. Además de eso, ambos tienen un alto concepto de sí mismos, lo que ha llevado a Edmundo Bal a ofrecerse para ser el enterrador de Ciudadanos. El diputado naranja se presenta a las elecciones primarias de enero para competir con Inés Arrimadas, que ya veremos si sigue hasta el final o no se retira antes de las próximas elecciones.

Quizás no le suenen, con razón, los nombres de José Ramón Caso y Andrés Herzog, que fueron los últimos líderes del CDS de Adolfo Suárez y de UPyD, aquel partido que fundó Rosa Díez y que apoyaron, entre otros, Mario Vargas Llosa y Albert Boadella.

Hay finales políticos que se parecen. Al final de la Guerra Civil, el coronel Segismundo Casado protagoniz­ó el golpe de Estado en la zona republican­a que destituyó a Juan Negrín como presidente del Gobierno para sustituirl­o por Julián Besteiro, ambos socialista­s. Fue el último Gobierno republican­o,

La lección no aprendida por Cs, como por Podemos y puede que Vox, es que los partidos se sustentan en bases municipale­s

el que se rindió ante Franco y creyó que, así, se pondría punto y final a la matanza entre españoles. Besteiro moriría, preso, en Carmona un año después, Casado vivió en el exilio hasta que puedo regresar a España en los años sesenta.

Quien entienda que la última disputa interna en el PSOE, la de Pedro Sánchez y Lambán, o la de Sánchez y Susana Díaz, o la de Felipe González y Guerra, llevará a este partido a su final es que desconoce su historia. Pellizquit­os de monjas comparado con lo de Negrín y Besteiro o Prieto y Largo Caballero.

La lección no aprendida en Ciudadanos, como en Podemos y es posible que en Vox, es que los partidos políticos se sustentan sobre bases, y éstas son municipale­s: los concejales y los alcaldes. A los naranjas no les interesaba­n las elecciones municipale­s, y bastó que Albert Rivera dimitiese para que el partido se derrumbase meses después de que hubiera podido ser el vicepresid­ente del Gobierno. Es cierto que eso requiere un trabajo hercúleo, no se monta un partido de ámbito nacional a base de clickbait y del líderes guapos. Vox cree que, desde la dirección nacional, se puede gobernar de modo eficaz cada una de las provincias de España, porque piensa que el mínimo grado de autonomía ya sería una contradicc­ión.

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