El Dia de Cordoba

EL DILUVIO DE DOLORES REDONDO

- ▼ SALVADOR GUTIÉRREZ SOLÍS @gutisolis

CON frecuencia, se tiende a hablar con ligereza, incluso con cierto desdén desde ese estamento gaseoso que conocemos como “alta cultura”, o “alta literatura”, en este caso, de los autores que marcan una tendencia, que se convierten en lo que suelen llamar fenómeno literario, y que no dejan de ser aquellos que llenan las baldas de librerías y lectores con sus libros. Esos autores que propician que haya editoriale­s, porque generan dinero, y puedan publicar a otros que no lo consiguen. Esos autores que conducen a los lectores a las librerías, para dicha de los libreros, que así consiguen cobrar su sueldo a final de mes. Esos autores que son el festín de las imprentas, porque consiguen que la maquinaria no deje de funcionar. Esos autores que facilitan que haya ferias del libro, festivales, y demás eventos. Y esos autores, sobre todo, que son el mejor plan de fomento de la lectura que nunca una institució­n, pública o privada, haya podido imaginar, ya que “crean” lectores, muchos de los cuales se introducen en ese hábito, leyendo a otros autores. Una de esas autoras es Dolores Redondo, que vuelve a la escena literaria con su nueva y flamante novela, Esperando al Diluvio. Hablamos de la escritora más internacio­nal de cuantas contamos, sus obras se han traducido a 39 idiomas, y ya su reciente creación lo ha sido a nueve, en apenas dos semanas tras su lanzamient­o. En apenas dos semanas ha agotado la primera edición, de 250.000 ejemplares, qué barbaridad. La mayoría la descubrimo­s por su trilogía del Baztán, iniciada por la trepidante El guardián invisible, que ya forma parte de la memoria lectora de nuestro país. Posteriorm­ente le siguieron Todo esto te daré, con el que ganó el Premio Planeta, y La cara norte del corazón, donde recuperaba a la ya legendaria Amaia Salazar, la inspectora de la policía foral de Navarra protagonis­ta de la trilogía del Baztán, en una Nueva Orleans asolada por el huracán.

Ha regresado recienteme­nte con Esperando al diluvio, y de lo poco que puedo contar de esta novela, de la que me gustaría contarlo todo, porque le sucede como a esa película que te ha fascinado y deseas compartir con todo el mundo –pero no se trata de eso–, indicar que parte de un hecho real. El asesino conocido como John Biblia, entre 1968 y 1969, acabó con la vida de tres mujeres en Glasgow, que coincidían en su juventud en que eran clientas del mismo local nocturno y en que las tres, en el momento de ser asesinadas, tenían la menstruaci­ón. Aunque la policía activó un importante operativo y se llegó a repartir entre la población un retrato robot –a partir de la declaració­n de la hermana de una de las víctimas-, John Biblia desapareci­ó como si se lo hubiera tragado la tierra. A partir de ahí, Dolores Redondo construye una historia que ensambla y conecta la realidad con la ficción de manera asombrosa, porque lo primero que se puede preguntar el lector cuando finalice la lectura de la novela es… ¿y por qué no? Porque todo lo que plantea Dolores puede formar parte de la lógica. Ha compuesto un puzle en el que todas las piezas encajan, sin dejar espacios difusos. Y una vez más, marca de la casa, con una galería de personajes espléndido­s, de carne y entrañas, donde destaca, además de Biblia, Noah Scott Sherringto­n (y cuyo apellido no es al azar), un investigad­or en el extremo, en todos los sentidos, que destila agudeza, inteligenc­ia e intuición.

Una trama en la que se apoya para mostrarnos cómo ha cambiado la investigac­ión policial desde los 60 hasta nuestros días, así como los 80 que vivimos en España, y muy especialme­nte en ese Bilbao virulento, donde la heroína campaba a sus anchas, de enfrentami­entos diarios, que fue devorado por el gran diluvio, y que propició ese nuevo Bilbao, que hoy conocemos. Una novela donde la familia como un ámbito generador de todo –empleando todo en su integridad–, la salud mental, el amor o la pérdida también están muy presentes. Podría Dolores Redondo seguir ofreciendo una continuaci­ón de lo ofrecido con anteriorid­ad, y sin embargo se ha embarcado en un nuevo proyecto, que supone su novela más completa y compleja, más ambiciosa y rotunda. Sus lectores, por tanto, estamos de enhorabuen­a. Como también lo están los libreros, su editorial, Destino, y las ferias del libro que visite. Porque con ella, como el título de su nueva novela, siempre va ese diluvio literario que la acompaña, y lejos de causar estragos o inundacion­es, propicia que los libros ocupen un lugar destacado de nuestras vidas.

Con Dolores Redondo va ese diluvio literario que propicia que los libros ocupen un lugar destacado en nuestras vidas

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MIGUEL TOÑA/ EFE
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