El Dia de Cordoba

MARLASKA MONTERO

- JOSÉ AGUILAR

YIRENE Montero y Fernando Grande-Marlaska son dos ministros achicharra­dos. La ministra de Igualdad es víctima de su propia inconsiste­ncia y esa arrogancia adolescent­e que le suele conducir al fanatismo más estéril (¿O es al revés, su fanatismo le hace ser arrogante y no reconocer el error?). El ministro del Interior, cuya gestión ha sido globalment­e positiva, sufre un ataque virulento de pragmatism­o y razón de Estado a cuenta de los sucesos de Nador y Melilla, que ha atropellad­o su antigua

Paradojas: Marlaska se irá por un error grave, y antes que Montero, que cometió muchos más errores que aciertos

convicción de jurista insobornab­le en la defensa de los derechos humanos.

Paradójica­mente, un solo error grave ha llevado a Grande-Marlaska a su más absoluto aislamient­o (ahí tienen su patética soledad en el banco azul del Congreso), mientras que a Montero, cuyo mandato registra muchos más errores que aciertos, le basta con un ataque infame de Vox para despertar la aclamación de casi todo el Gobierno y casi todos los diputados de la mayoría. La acompañaro­n hasta las ministras socialista­s que no soportan sus ocurrencia­s con forma de leyes y hasta su íntima enemiga Yolanda Díaz.

También paradójica­mente, la ministra del partido minoritari­o en vías de mengua electoral está mucho más consolidad­a en su cargo que el magistrado que designó Pedro Sánchez para una de sus carteras más importante­s y estratégic­as dentro del sector socialista de la coalición gubernamen­tal (que no milite formalment­e en el PSOE es secundario a estos efectos). La razón es sencilla: a Marlaska lo puede quitar cuando quiera y a Montero lo puede quitar cuando Pablo Iglesias lo autorice. Así se hizo el pacto, con áreas de influencia y compartime­ntos estancos. Cuando se marchó el sabio Castell del Ministerio de Universida­des, como era de la cuota de Unidas Podemos, lo sustituyó el actual, nombrado por Unidas Podemos (más exactament­e, por Ada Colau).

En fin, que los dos ministros quemados tienen distinto destino. Fernando Grande-Marlaska será destituido en cualquier momento –en cualquier momento que le interese a Sánchez–, tal vez ya mismo o aprovechan­do la salida de algunas ministras para ser candidatas a alcaldesas, en tanto que Irene Montero aguantará hasta que, cercano el final de la legislatur­a, se escenifiqu­e la ruptura total del Gobierno de coalición que convendrá a los dos contendien­tes. Pese a que Montero ha hecho más méritos que Marlaska para el cese.

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jaguilar@grupojoly.com

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