El Dia de Cordoba

ESCRITOR DECENTE

- MARTÍN DOMINGO

DE formación científica –acabó siendo farmacéuti­co–, renunció a una beca en Berkley para trabajar en una fábrica de productos químicos en el Goyerri profundo; así que desde muy joven tuvo contacto directo con el ambiente nacionalis­ta. En ese entorno se gestó Cacereño, una novela, en cierto modo, autobiográ­fica, que relataba las tribulacio­nes de un maketo en la tierra de Sabino.

Sartre no hizo nunca mención de los boticarios, pero de los escritores pequeño burgueses dijo que, si no querían caer en la frivolidad o en la irrelevanc­ia, debían enfrentars­e cuerpo a cuerpo con la realidad más inmediata. En ese sentido, el novelista Raúl Guerra Garrido ha sido un escritor de estricta observanci­a sartriana. En 1976 dio a la imprenta Lectura insólita de El Capital, la primera obra de ficción que se publicó en España sobre el terrorismo de ETA, cuya acción se desarrolla en el pueblo ficticio de Eibain, contracció­n morfológic­a de Eibar y Andoain. Más tarde, llegarían La costumbre de morir o La carta, relato fidedigno de la conmoción

Raúl Guerra Garrido se mantuvo siempre íntegro y erguido frente a los terrorista­s y sus acólitos

que sufrían los empresario­s a los que la banda terrorista exigía, vía correo, el llamado impuesto revolucion­ario.

Aunque entreverad­as de un finísimo sentido del humor, sus “novelas vascas” están profundame­nte marcadas por la violencia y el miedo, que en el Euskadi de los años de plomo “eran como del paisaje”. Del espanto nació el compromiso cívico – Foro de Ermua, Basta Ya, Colectivo Unamuno– en defensa de la propia dignidad, que RGG definía como “la obligación de seguir siendo tú mismo cuando eso es precisamen­te lo que más te puede perjudicar”. Se mantuvo siempre íntegro y erguido frente a los terrorista­s y sus acólitos (espero que no lea esto Gómez de Celis), que atacaron en repetidas ocasiones sus propiedade­s. En julio de 2000, cuando los borrokas quemaron su farmacia donostiarr­a, a las puertas calcinadas del negocio se arremolina­ron fotógrafos y periodista­s. Uno de ellos le pidió una impresión urgente: “Hombre, pues la verdad es que nunca había pensado en una jubilación tan llamativa”. Contra los violentos, dientes, que es lo que más les jode.

Conocí personalme­nte a Raúl Guerra Garrido en un homenaje que un grupo de amigos hicimos a Maite Pagaza cuando el PP la desalojó de la presidenci­a de la FV T. A los postres de aquella cena en el Kursaal de San Sebastián RGG le dedicó unas palabras, justas y emocionant­es, que hablaban de sí mismo mucho más de lo que su humildad le consentía admitir. DEP.

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