El Prendimiento presenta el nuevo retablo de sus titulares
● La cofradía salesiana bendice esta pieza diseñada por José Carlos Climent
La hermandad del Prendimiento ha presentado y ha bendecido el nuevo retablo de sus titulares, Nuestro Padre Jesús, Divino Salvador, en su Prendimiento, Nuestra Señora de la Piedad y San Juan Bosco. La pieza, realizada por Manuel Torres en las labores de carpintería, Miguel Ortiz y Manuel Jurado en las labores de talla y Ana Galiano en las labores de dorado, siguiendo el diseño y la dirección de José Carlos Climent, está ubicada en el lugar que ocupaba la primera hornacina del muro lateral izquierdo conforme se accede al Santuario de María Auxiliadora por la puerta principal.
El nuevo retablo responde, como informa la cofradía salesiana, “a la tipología de neoclásico, fruto de la clara preeminencia que proyecta en conjunto por el clasicismo tanto en su ornamentación como en su configuración arquitectónica”. Además, está compuesto “de sotabanco, banco y un primer cuerpo estructurado en tres calles principales, cerrándolo un airoso ático”. A este respecto, la introducción de fórmulas neoclásicas obedece “a la importancia de desarrollar una cierta linealidad con el discurso estilístico del propio Santuario de María Auxiliadora, envejeciendo el dorado del retablo en consonancia con los que enriquecen la nave central”.
Atendiendo a su descripción formal cabe señalar que, “aunque en su concepción arquitectónica el retablo bebe de elementos neoclásicos, es evidente que recibe una notoria influencia de la tratadística de la arquitectura renacentista”. Así, comenzando por el sotabanco, destaca “la armonía de la talla ornamental de roleos de acanto y decoración vegetal en conjunto, bebiendo de claras reminiscencias clásicas a usanza de los que recubren los zócalos del monumento Ara Pacis, en Roma, y que flanquean una caseta central con el escudo de la hermandad”.
La inclinación en este diseño “por las fórmulas estilísticas de la tradición romana se hace perceptible de una forma contundente, encontrándose además caracterizado, como ocurre en el banco superior, por la conjugación en relieve de anacrónicos grutescos, motivo procedente de las antiguas pinturas ilusionistas romanas y que fueron reinventados por los artistas del Cinquacento italiano”.
Toda la ornamentación del banco se encuentra “perfectamente integrada en el mismo, dando protagonismo al sagrario que ocupa la parte central, en madera dorada y que se erige como una arquitectura a pequeña escala en el propio retablo, proyectando la forma de un templo clásico y que pretende mostrar el misterio eucarístico, acorde a la naturaleza sacramental de nuestra hermandad”. Por ello aparece marcada, en su parte superior, “la cita Deus adest, con el fin de reafirmar visualmente la presencia viva de Cristo en el misterio eucarístico”. El sagrario, acorde a la tradición neoclásica, descansa “sobre dos columnas de orden corintio sobre basamento cilíndrico con filacterias, al igual que las columnas de naturaleza conmemorativa propias del contexto imperial romano”.
Dichas columnas enmarcan la puerta, que cuenta con “relieve en madera de una custodia con racimos de uvas y espigas y cuyo diseño se inspira en los cuadros de temática eucarística característicos del siglo XVII”. Del mismo modo, en proporción con el resto del retablo, el sagrario se encuentra enmarcado a ambos lados “por dos grandes aletas laterales con volutas para evitar la desconexión con el resto del sotabanco, siendo éste un elemento común de los arquitectos del renacimiento italiano como León Batista Alberti, que estableció esta misma solución en el cuerpo superior de la iglesia de Santa María Novella, en Florencia”.
Por su parte, el cuerpo central se encuentra dividido “en tres calles compartimentadas mediante pilastras en las que se extienden en candelieri toda una rica ornamentación que deriva de los profusos relieves escultóricos extendidos en la arquitectura renacentista, encontrándose rematadas por capiteles de orden corintio que otorga un aire arquitectónico al retablo”. Éstos sostienen “una cornisa clásica que se eleva en la calle central, donde se ubica Nuestro Padre Jesús, Divino Salvador, en su Prendimiento”. Precisamente, la inclusión de este orden obedece a lo establecido “por el propio arquitecto manierista Sebastiano Serlio en su tratado de arquitectura, concibiendo el orden corintio como elemento de sostén”.
Todo el cuerpo central se encuentra realizado “en madera pintada imitando el mármol, mostrando el triunfo de los elementos tectónicos sobre los ornamentales, que se reducen a los propios del orden arquitectónico y los candelieri”. Esa tendencia al mármol debe ser entendida “desde un punto de vista contextual, ya que es precisamente en el panorama dieciochesco cuando las Reales Órdenes dictaron sustituir la madera por materiales nobles como la piedra o el mármol en lo concerniente a obras de retablística”.
De igual modo, las calles laterales, donde se encuentran Nuestra Señora de la Piedad y San Juan respectivamente, se encuentran rematadas “por dos grandes cartelas con motivos iconográficos que aluden a su figura”. Por un lado, aparece representado, a la izquierda, el sagrado corazón de María. Por otro lado, el cáliz de San Juan.
Está ubicada en el lugar que ocupaba la primera hornacina del muro lateral izquierdo