El Dia de Cordoba

Unicaja acepta la dimisión de Juan Fraile como consejero de la Fundación

Los nombramien­tos de los sustitutos de los cuatro salientes se prevén en los próximos días

- JAIME GARCÍA Responsabl­e de Banco Mediolanum en la Zona Sur

El consejo de administra­ción de Unicaja Banco aceptó ayer la dimisión de Juan Fraile como consejero de la Fundación Unicaja. El banco afirma que con esta marcha se pretende “facilitar cualquier proceso de renovación de los representa­ntes” de su accionista mayoritari­o en el consejo, donde cuenta con cuatro sillas.

Los otros tres consejeros dominicale­s son Petra Mateos, Manuel Muela y Teresa Sáez, a quienes la Fundación Unicaja ya está buscando sustitutos tras perder la confianza en ellos.

La dimisión de Juan Fraile surtirá efecto en el momento en que se obtengan las autorizaci­ones regulatori­as y se produzca la aceptación del candidato que se designe a propuesta de la Fundación Bancaria Unicaja para sustituirl­e, señala la entidad financiera en una nota remitida a la CNMV, el supervisor bursátil.

La Fundación, que es el principal accionista de la entidad bancaria, con más de un 30% del capital, prevé nombrar en los próximos días a los sustitutos de los cuatro consejeros salientes.

INCLUSO antes que dedicarse al día a día de la gestión pública y sus múltiples frentes y aristas, cualquier gobernante debe afanarse en cumplir con sus promesas electorale­s. Si no lo hace, se señalará como un vendedor de motos que no existían; ostentará una estrategia paticorta, o meramente electorali­sta. Parece esto importar poco: como se suele decir con poca finura, en este país nos cabe lo más grande. El incumplimi­ento y su posible cómplice –la mentira– no parecen asustar mucho al ciudadano y votante –y menos al devoto a unas siglas–, quizá narcotizad­os por los problemas sin solución de continuida­d y el desahogo crónico de demasiados políticos y gestores. Que a todo se acostumbra un siervo... y también un rebelde agotado. Asistimos ahora una nueva concesión legislativ­a de nuestro Gobierno, cuyas iniciativa­s programáti­cas quedan opacadas por el conchaveo funambulis­ta con ERC y otros socios menores: socios de ventaja que votan lo que haga falta a cambio de sus lentejas. Lentejas de ida y vuelta, pues. Por un plato, mi reino. Leyes de sastrería para salir del paso, frente a leyes que sí fueron prometidas en mítines pero que se arrumban en un desván de cierto oprobio. ¿A quién le importan las consecuenc­ias a corto, medio y largo plazo?

A propósito de acciones gubernativ­as y sus efectos inmediatos y demorados, comentemos una medida que a priori nadie dudaría en calificar de valiosa: el bono gratuito para cercanías de Renfe en vigor hasta final de año (veremos si se prorroga, vienen elecciones), que ha colmado estos trenes tan necesarios para muchas personas y territorio­s, ha amortiguad­o el azote del impuesto silencioso llamado inflación sobre los hogares y ha llenado –con cargo a los presupuest­os del Estado– los bolsillos de la empresa

LES propongo un reto: piensen en su “yo futuro”, en si lo ven de manera optimista o pesimista. Para ello me inspiraré en una reciente conferenci­a del economista Diego Valero cuyas ideas podrían hacerles percibir su futuro de forma distinta: habló del miedo y de lo que llamó “percepcion­es inspiradas”. Para empezar, Valero sugirió “coger con pinzas” las previsione­s económicas que suelen hacer los gobiernos y organismos internacio­nales, y que son especialme­nte frecuentes en la situación actual. El economista señala que la realidad siempre ha sido mejor que lo que dicen los pronóstico­s. De hecho, afirma que, cuando se augura cómo irá el crecimient­o del PIB, suelen predecir un 1% menos de lo que acaba ocurriendo y se quedan cortos en un 2% cuando analizan qué pasará con el crecimient­o del empleo.

Tal y como señala el Nobel de Economía Robert J. Shiller, el FMI solo ha acertado el 3,5% de las recesiones mundiales que ha vaticinado en los últimos treinta años. Diego Valero también cuestiona los ecos de estanf lación —alta inf lación con caídas del PIB— que resuenan especialme­nte estos días cuando, en realidad, solo se ha producido una estanflaci­ón en la historia reciente, concretame­nte durante la crisis del petróleo de los años setenta.

Lo cierto es que el ser humano tiene una aversión al riesgo innata y por eso es más propenso a quedarse con lo malo que con lo bueno. Se activa algo que se conoce con el nombre de “sesgo de negativida­d”. Evolutivam­ente, hemos desarrolla­do un miedo instintivo que nos ha permitido sobrevivir como especie. Sin embargo, esta aversión al riesgo, que es irracional, influye en nuestras decisiones económicas, tal como ha demostrado el Nobel de Economía Richard Thaler en sus estudios sobre las finanzas conductual­es.

El miedo tiene como parte positiva la prudencia, pero la cara negativa e irracional es una posible percepción errónea de la realidad que nos paraliza a la hora de tomar decisiones financiera­s. Esto es un riesgo que no podemos permitirno­s, por lo que Valero pide serenidad y ref lexión ante tanto pronóstico agorero.

Acabo por donde empecé. El conferenci­ante presentó un curioso estudio en el que preguntaba­n a un grupo de personas sobre la percepción de su futuro. El resultado fue que aquellos que tenían ahorros veían su futuro de manera más feliz que quienes carecían de ellos. Ante la situación de elevada inflación, la capacidad de ahorro a corto plazo se puede ver mermada, pero los objetivos a largo plazo no cambian, con lo que, si tenemos la posibilida­d de ahorrar, debemos hacer un esfuerzo pensando en nuestro ‘yo futuro’. La conclusión de todo esto es que dejarse paralizar por el miedo hoy podría hacernos infelices mañana.

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JAVIER ALBIÑANA Vista de la sede central de Unicaja Banco en Málaga.
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