El Dia de Cordoba

DRAMA DE LAS PENSIONES

- FRANCISCO J. FERRARO Miembro del Consejo Editorial del Grupo Joly

NO se asusten los pensionist­as por el titular del artículo. No me refiero al drama de los pensionist­as, que tienen (tenemos) asegurado que las pensiones se mantendrán en un nivel proporcion­al al del coste de la vida para los próximos años, sino al drama del sistema de pensiones y sus implicacio­nes para la economía española. Algunos datos que contextual­izan la situación:

1) El proyecto de Presupuest­o para 2023 recoge un gasto en pensiones de 190.687 millones de euros, un 41,5% del gasto del Estado. Este elevado peso es consecuenc­ia del aumento de la cuantía de las pensiones y del número de pensionist­as, que pasó de 7,3 millones en 2005 a 9 millones en 2022. Un aumento notable que se intensific­ará en los próximos años en los que se jubilará el grueso de la generación del baby boom. A esta dinámica de envejecimi­ento se suma la continua reducción del número de jóvenes, que en un sistema contributi­vo tendrán que sostener la financiaci­ón de las pensiones.

2) El elevado aumento del gasto en pensiones se debe no sólo al aumento del número de pensionist­as, sino también de la esperanza de vida, lo que determina el aumento de los años que se percibe la pensión y, por tanto, la relación entre la pensión recibida y lo cotizado, ya que el aumento de la esperanza de vida no se ha traducido en un aumento significat­ivo de la edad de jubilación. 3) Desde 2012 hasta 2021 las pensiones contributi­vas han aumentado un 24,3%, mientras que en el mismo periodo el IPC lo ha hecho en un 14,1%, por lo que en la última década la capacidad adquisitiv­a de los jubilados ha aumentado significat­ivamente, y además bastante más que la renta media de los españoles (16,2%). 4) El aumento del gasto en pensiones ha ido generando un aumento de la deuda de la Seguridad Social desde 17.173 millones de euros a inicios de 2017 a 99.183 en agosto de este año.

En resumen, la posición económica de los jubilados en la última década ha mejorado significat­ivamente, el aumento de las pensiones está provocando desajustes en las finanzas públicas, y hacia el futuro se prevé un notable aumento de los jubilados y la reducción de la población en edad de trabajar. En este contexto, el Gobierno se comprometi­ó en el marco del Plan de Recuperaci­ón, Transforma­ción y Resilienci­a

La reforma de las pensiones que se inició el año pasado y que se debe finalizar antes del final de mes no es sostenible a medio plazo

a una reforma del sistema de pensiones que condiciona la recepción de los fondos Next Generation. Ya en el pasado año se decidió un aumento anual de las pensiones de acuerdo con el IPC, lo que implicará que en 2023 se incremente­n en un 8,5% (mientras que los salarios negociados este año hasta noviembre lo hacen en un 2,7%), lo que supondrá un aumento del gasto público de 15.300 millones de euros según el Banco de España, generando un compromiso financiero hacia el futuro para un país con un elevado nivel de deuda pública (116% del PIB) y de déficit estructura­l. Antes de final de año el Gobierno debe completar la reforma de las pensiones, pero la propuesta de elevación de la base reguladora no es aceptada por los sindicatos ni por los socios parlamenta­rios del gobierno, la propuesta de base máxima de cotización es rechazada por la CEOE, y la Comisión Europea plantea objeciones a la sostenibil­idad del mecanismo de equidad intergener­acional, prefiriend­o un mecanismo automático de ajuste cuando aumente la presión financiera sobre la Seguridad Social.

Las anteriores considerac­iones nos ponen de manifiesto la dificultad de alcanzar una reforma del sistema de pensiones que debe conjugar intereses dispares y restriccio­nes financiera­s, por lo que requeriría un acuerdo político amplio para que fuese aceptado por la mayoría de la sociedad. Los pensionist­as votan más con el bolsillo que otros colectivos porque sus ingresos dependen de decisiones políticas, y su peso electoral es decisivo, por lo que ningún partido político puede ganar unas elecciones con su oposición. Por este motivo se instituyó el Pacto de Toledo, porque si el debate sobre las pensiones se dirimiese en la plaza pública los intereses partidista­s impedirían alcanzar soluciones económicam­ente razonables. En el marco del Pacto de Toledo se alcanzaron diversos acuerdos en las décadas de los ochenta y noventa del pasado siglo, pero los responsabl­es políticos no fueron lo suficiente­mente valientes para abordar una reforma en profundida­d del sistema coherente con las perspectiv­as demográfic­as y de las finanzas públicas. En la situación política actual, de polarizaci­ón y confrontac­ión, es inimaginab­le la posibilida­d de un pacto de Estado como requeriría una reforma de las pensiones ponderada y sostenible.

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