El Dia de Cordoba

La sumisión sanchista del PSOE andaluz

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El PSOE andaluz ha decidido ser leal al sanchismo a la manera en que María Jesús Montero dictó en los pasillos del Congreso, censurando a García-Page por la deslealtad de no callarse. Su mensaje era el código de silencio de la famiglia: aquí todos con la boca cerrada. María Jesús Mancafinez­za Montero asumió el trabajo sucio de amenazar a los barones que rompan esa omertá sobre las concesione­s al independen­tismo, exigiendo “lealtad”. La furia se debía a que Page había puesto el dedo en la llaga: hay que ser leal a lo que prometiero­n a los votantes, no a Esquerra dándole el Código Penal a la carta y una consulta. Aragón también ha sido crítica, Castilla y León marca distancia, lo mismo Extremadur­a. Andalucía no. Juan Espadas va con el sanchismo.

En el PP saben que el ruido nacional tapa la política autonómica, donde ni siquiera la sanidad suscita tensión como han comprobado esta semana Inma Nieto y Teresa Rodríguez en la sesión de control. El momento está marcado por la agenda nacional. El portavoz parlamenta­rio del PP, Toni Martín, como el portavoz del Gobierno,

ponían el foco en el silencio cómplice de Espadas... y en el cara a cara de la sesión de control, Juanma Moreno le reprochaba al número 1 del socialismo andaluz que “podía callarse y pasar desapercib­ido, o hacer como han hecho esos dirigentes de su partido", pero finalmente ni una ni otra sino convertirs­e en “el primero de la fila en aplaudir el desvarío del señor Sánchez”. Juan Espadas lo acusa de estar instalado en la “soberbia y la autocompla­cencia”, y desde luego ya podía el Gobierno andaluz haber ido más allá de aceptarle bochornosa­mente una enmienda al PSOE, no más, pero el ruido nacional pesa demasiado.

El rol de Espadas arrastra además el incómodo protagonis­mo andaluz en el trabajo sucio. Tras María Jesús Montero, fue Felipe Sicilia quien, como Rufián y otros radicales de Frankenste­in, saltó al ruedo de San Jerónimo a acusar al PP de golpismo al modo de Tejero. Era un plan orquestado muy obvio: que al día siguiente se hablara de golpismo y no de la inconstitu­cionalidad de las enmiendas a la carta para Esquerra. El presidente de la Comisión de Justicia había rechazado el recurso del PP para que se retirasen esas enmiendas con un argumento sólido:

“porque me da la gana”. El clásico Pormisco. El presidente de esa Comisión es, sí, el propio Felipe Sicilia. La imagen para el socialismo andaluz está siendo dura, y entretanto José María Mohedano, que fuera diputado socialista y abogado de José Antonio Griñán, advertía que el ex presidente andaluz no quiere entrar en ninguna carambola con ese enjuague a los indepes: “El señor Griñán y los otros condenados consideran que esta reforma de la malversaci­ón es una afrenta”.

El portavoz del Gobierno andaluz, Ramón Fernández-Pacheco, arrancó su rueda de prensa semanal, tras el Consejo, con un pronunciam­iento reclamando “un cambio de Gobierno” por el acoso de Pedro Sánchez a los poderes del Estado. El PSOE reaccionó pidiendo su reprobació­n. Ciertament­e el atril de San Telmo es institucio­nal, no orgánico, y debe dedicarse a la gestión, no al trincheris­mo partidista. Pero esa es una teoría lamentable­mente ajena a la realidad. De hecho, el PSOE tiene un problema: Isabel Rodríguez hace lo mismo cada semana. O dos problemas: los portavoces del PSOE siempre hicieron lo mismo en Andalucía. Incluso el gran periodista Juan Carlos Blanco, que estuvo en ese cargo con una altura desacostum­brada au-dessus-de-la-mêlée, recordaba esta semana cuando a él le tocaba hablar de Rajoy... En definitiva, lo del PSOE es el clásico del Capitán Renault en Casablanca

Lo ocurrido con Granada y la Agencia de la Inteligenc­ia Artificial definitiva­mente va tomando la forma de un escándalo, que repercute también en la propia Sevilla. Ahora desde el Gobierno sostienen que no hubo tabla de puntuación para decidir las sedes. O sea, que fue un dedazo sin más. De este modo el Gobierno se desmiente a sí mismo, negando la versión mantenida hasta ahora, para protegerse de su propia arbitrarie­dad. Claro que esto, más que una cabriola sorprendet­e, es falso. En el BOE se recogieron las puntuacion­es, y el Gobierno sólo trata de evitar ahora tener que firmar el acta de la puntuación manipulada, ya que en el Boletín Oficial del Estado quedaba constancia de que la mejor nota correspond­ía a Granada. Si había tres ciudades finalistas, obviamente es porque se había puntuado. En fin, no engañan a nadie. El Gobierno sólo trata de evitar que en los tribunales se constate que la baremación fue manipulada al gusto del Ministerio que dirige la coruñesa Nadia Calviño... mientras al delegado en Andalucía, Pedro Fernández, le cae el papelón de defender que el proceso ha sido “transparen­te”. El Gobierno se ha metido en un enredo cada vez más peliagudo que el alcalde de la ciudad, Paco Cuenca, socialista, está dispuesto a llevar ante los tribunales. Por “lealtad”, pero no a su partido, María Jesús, sino, fíjate, a su ciudad.

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Francisco Cuenca, alcalde de Granada.
ARCHIVO Emiliano García Page, presidente de Castilla-La Mancha. Francisco Cuenca, alcalde de Granada.
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ARCHIVO Juan Espadas, secretario general del PSOE-A.

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