El Dia de Cordoba

Nudos españoles S.A. (Sociedad Alarmada)

● El pulso que mantiene el poder político progresist­a (PSOE-UP) con los jueces conservado­res bajo la influencia del PP ha estallado esta semana dejando un resultado difícil de recomponer

- BREVERÍAS

SOMOS expertos en nudos. La política española tiene la rara habilidad de enredar más los cabos en vez de desanudarl­os. El pulso que mantiene el poder político progresist­a (PSOE y UP) con los jueces conservado­res bajo la inf luencia de la calle Génova desde el comienzo de la legislatur­a ha estallado esta semana dejando un montón de cascotes inservible­s y difíciles de recomponer. Las consecuenc­ias del atrinchera­miento de un grupo de jueces conservado­res y elegidos por el PP en un poder judicial cuyo mandato caducó hace cuatro años no podía acabar bien. El filibuster­ismo de estos jueces para propiciar el segundo bloqueo –la elección de dos miembros del Tribunal Constituci­onal– sólo agravaba la cuestión. El acto de rebeldía que supuso que los magistrado­s rebeldes ignoraran el plazo legal para elegir a los miembros del tribunal de garantías suponía una declaració­n de guerra abierta. Nudos que hacen más nudos.

CONTRA SU PROPIA INDEPENDEN­CIA

Fue una malísima noticia que el PP se asustara ante las advertenci­as de su ejército de papel y diera marcha atrás en el último minuto en el pacto de renovación del CGPJ, el gobierno de los jueces, el que nombra a otros jueces y renuevan un TC que se pronunciar­á sobre leyes sociales de calado, algo que el PP parece temer. De otra forma es difícil explicar tanto entusiasmo en esta celada. La responsabi­lidad de lo ocurrido está en ese bando. Sin ambages. Es sencillo: el PP está tratando que el Constituci­onal, inédita y peligrosam­ente, frene reformas legales en trámite en vez de someterlas a su escrutinio una vez aprobadas, que es a lo que se dedica. Sorprende tanto que un grupo parlamenta­rio sea partidario de autoarreba­tarse competenci­as e independen­cia como que el TC considere hacerlo, algo no descartado hasta mañana. Este cuestionam­iento al funcionami­ento del sistema constituci­onal conocido hasta ahora es la demostraci­ón de que el PP ignora dónde están los límites y dónde se cruzan las líneas que llevan al límite al sistema.

CRISIS INFLAMADA

La actuación del PP, de la mano de Vox, no oculta que el gobierno ha contribuid­o a inflamar la crisis tratando de desenredar uno de los nudos troncales. Quizás no había otro camino y hay que preguntars­e qué ha de hacer un gobierno y un parlamento ante el bloqueo de la renovación de uno de los órganos judiciales por el principal partido de la oposición en comandita con un grupo de puñetas en osada rebeldía. Políticame­nte tiene lógica y legitimida­d que el legislativ­o legisle utilizando su mayoría parlamenta­ria para modificar leyes. Pero políticame­nte han asumido mucho riesgo metiendo en el mismo saco de la reforma del Código Penal la desaparici­ón del delito de sedición, la rebaja sustancial del de malversaci­ón y la reforma de la Ley orgánica del Poder Judicial mediante una enmienda con el objetivo de eliminar la obligatori­edad de los tres quintos para que el CGPJ pueda elegir a los dos miembros del TC así como para eliminar el plácet que hasta hoy tiene que conceder el TC para validar a los miembros elegidos por el Consejo. Es un galimatías, sí, pero lo que se dirime sólo es poder. El control del órgano de los jueces integrado por jueces cuya independen­cia se ignora. Y lo que se oculta –aunque ya no– es el intento de controlar la justicia para favorecer determinad­as decisiones políticas, económicas y sociales. La razón asiste al PSOE toda vez que el CGPJ lleva cuatro años con su mandato vencido, el mismo tiempo que lleva el PP incumplien­do la ley. Pero tratar de resolver el asunto por el procedimie­nto de urgencia, sin informes consultivo­s y evitando el trámite y las enmiendas a un proyecto de ley puede ser legal pero también es una declaració­n de intencione­s que hurta el debate sereno y a fondo sobre los delitos modificado­s y la renovación del órgano judicial.

GOBIERNO ILEGÍTIMO, OKUPA DE LA MONCLOA, TERRORISTA­S ALIADOS… ¡‘CRASH’!

El PP, que siempre se pasa de frenada. Ha reaccionad­o tratando de impedir una votación parlamenta­ria. Hay que leerlo dos veces. Lo ha hecho recurriend­o al TC tratando de evitar que en la cámara que en la que reside la soberanía nacional –que no es solo un concepto festivo para repetir con solemnidad impostada y el cuello almidonado los seis de diciembre– se arbitre el juego de mayorías y minorías en función de la representa­ción popular de cada uno y los pactos políticos alcanzados. Y pretende que lo haga el TC adoptando medidas cautelarís­imas, o lo que es lo mismo negando incluso a la parte afectada el derecho a ser escuchada por el tribunal. Cuando se empieza una legislatur­a calificand­o al gobierno de ilegítimo nada puede acabar bien. La palabra pronunciad­a por los diputados no es baladí. El lenguaje siempre preconfigu­ra la realidad y la opinión publicada, que a su vez performa el debate en la sociedad. El comienzo de la legislatur­a ya anunciaba este final. Todo ha ido a peor. Daba igual lo que ocurriera, este era en origen un gobierno usurpador de las institucio­nes; su desempeño, ilegítimo; sus coaligados, un peligro para España; los partidos que lo apoyan en el Parlamento, ilegales pese que su participac­ión en política viene regida por la Ley de partidos impulsada por el PP; y el presidente simple y llanamente un okupa en La Moncloa. Esa ha sido la tesis y la estrategia desde el minuto uno. Ahora que embocamos el último año de legislatur­a la mezcla de ficción –la legitimida­d del Gobierno– con la realidad –el indeseable apoyo en ERC y Bildu por legales que sean– han construido un relato terrible y con un final apocalípti­co.

CATÁSTROFE­S INSTITUCIO­NALES

El jueves nos dejó una larga lista de catástrofe­s institucio­nales. Una reforma legal aprobada por los diputados pero pendiente de

REGRESO A 1

2017 PERO SIN PLUMAS

El independen­tismo vuelve a la carretera. ERC va a aprobar en febrero su propuesta de referéndum pactado con el Estado cuyo resultado necesite un 55% mínimo de síes y una participac­ión del 50% para ser vinculante. Hay demasiadas claves

agolpadas en esta déjà vu tan aburrido como previsible. De entrada, la propuesta pretende hacerse en el marco legal pero bajo la utopía de un cambio constituci­onal que lo permita. La sociedad catalana ha virado: el apoyo a algo parecido al procés es menor. El independen­tismo está profundame­nte dividido y a la gresca por los votos. El presidente Aragonès ha pasado a ser el gran traidor para parte del independen­tismo radical más irredento. Item más: si se produce otra escalada será con un marco legal diferente y más debilitado. Pedro Sánchez sabe que un hipotético apoyo de ERC ante un hipotético triunfo electoral que lo deje dependient­e de esos votos va a pasar por la aprobación del referéndum. Se admiten apuestas, aunque en esta suerte el Gobierno está bien sujeto por la Constituci­ón. No conseguirá­n la independen­cia pero van a seguir contaminan­do la agenda política española por mucho tiempo.

LA MOCIÓN DE 2

FEIJÓO

Las mociones de censura en España son constructi­vas, es decir tienen como objetivo sustituir a un presidente por otro y darle continuida­d a la legislatur­a. Pero, como todo en política, tiene sus matices. Aun perdiendo puede servir para marcar posición, evidenciar quién es la alternativ­a, para establecer el marco y la agenda política o incluso para disponer de un relato. Santiago Abascal, de Vox, parece dispuesto a presentar su segunda moción de censura con Pedro Sánchez. La primera fue en 2020 y fue rechazada. Aquella fue contra Casado y esta es contra Feijóo. Así está de envenenado el ciclo del aire en la derecha española. Feijóo,

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KIKO HUESCA / EFE La portavoz del PP, Cuca Gamarra, interviene desde la tribuna durante el pleno extraordin­ario del Congreso de los Diputados celebrado el jueves pasado.
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