“Todos somos un poquito espías”
–Después de su exhaustivo trabajo de campo, ¿corrobora que las espías eslavas son las más bellas?
–Tienen fama. En la época soviética intentaban separar a los matrimonios y meterle a una guapísima rusa, a las embajadoras les hacían luz de gas. En Rusia todo era horrible y no tenías ganas de quedarte ahí. ¿Qué fue de la embajadora de Panamá? Se fue a ver a su tía enferma y no regresó. Y al tiempo aparecían los embajadores con una guapísima que decía que era bailarina del Bolshoi pero no, era espía.
–Lo mismo era la madre de Putin...
–Exacto.
–¿El poner la oreja en conversaciones ajenas es una forma mundana de espionaje?
–Sí, todos somos un poquito espías, el saber es poder. En Sociología el cotilleo está considerado una destreza social. A los que tienen esa virtud les va mejor en la vida. Está comprobado, aunque parezca mentira.
–¿Quién ha sido la mejor agente de la historia?
–La mejor es la que no conocemos. Hay muchos casos que se han descubierto al cabo de 50 o 60 años. En La espía roja una venerable ama de casa de 70 años es detenida por Scotland Yard porque en los 50 pasó planos a la URSS para construir la bomba atómica. ¡Nada menos! Pues esa señora luego se borró del mapa y la descubrieron porque encontraron de los alemanes; al enterarse de sus horrores, ofrece sus servicios a los ingleses. Y nadie se enteró hasta que su hija, que ahora tiene 93 años, lo contó. Al acabar la guerra hizo lo que todas estas mujeres: más de informática que de seducción. ¿Ha perdido glamour el espionaje? –No, abarca muchas técnicas: el ciberespionaje, los que pinchan teléfonos, los confidentes, los de operaciones
–Exacto. Se tienen que buscar otra tapadera...
–Lo sabrá de primera mano. ¿Espían al gobernador del Banco de España?
–Por supuesto, pero ahora y siempre, y a los ministros, a cualquiera, todo el mundo espía a todo el mundo.
–¿Defiende que el CNI espiara a los independentistas catalanes?
–Lo veo normal, mientras se haga con las garantías necesarias. Si hay un desafío al Estado, es su obligación.
–Sin rodeos. ¿Es o ha sido usted espía?
–Yo no pero a mi hermana la intentaron fichar.
–¿Ah, sí?
–Ella habla muy bien ruso y la intentaron fichar los servicios secretos militares de España. Estaba encantada, la parecía glamurosísimo, hasta que se enteró de que tenía que estar 12 horas oyendo Radio Moscú...
–Menciona a varias reinas, María Estuardo, Catalina de Médici e Isabel I de Inglaterra, que hicieron del espionaje su forma de sobrevivir. ¿Escogería de espía a doña Sofía o a doña Letizia?
–Doña Sofía da más el perfil. Siempre tiene que ser la más disimulada, obvio.
–¿Cómo se lleva con su colega y tocaya Carmen Mola?
–Divinamente porque le di un premio hace un año.
–Es jurado del Planeta. Por su dotación económica y su relevancia, ¿la han intentado sobornar?
–Me encantaría decir que sí, quedaría mejor, pero no.
–Su país natal, Uruguay, es la única resistencia democrática a la ola populista que asola Venezuela, Colombia, Perú, Argentina, Brasil... ¿Hay esperanza para Sudamérica?
–Esperemos que sí. Uruguay es el único país hoy sin populistas de derechas, tras la caída de Bolsonaro, ni de izquierdas. Es un oasis.