‘MEMENTO MORI’, BRUSELAS
EVA Kaili es una vicepresidenta de la Comisión Europea, que un órgano elegido de manera orgánica, es decir, de forma secundaria respecto al sufragio universal: la negociación y el consenso imperan en Bruselas. Ella es griega, y atractiva como su pareja, de apellido Giorgi, un eurócrata italiano que pasa por ser el más sexy –dicen que él lo sabe, y ejerce– de ese cosmos envuelto en estrellas amarillas sobre fondo azul que acoge a más de 30.000 funcionarios y contratados, 705 eurodiputados y ocho vicepresidentes debajo de Von de Leyen,
Algo huele a podrido en la Roma comunitaria: la sombra de Qatar es alargada
la presidenta. Una población multinacional y cualificada, emigrante de postín, que circula en el intrincado juego de intereses de la UE, una metrópoli sita –aunque no sólo-en la capital belga, a la que af luyen las glorias del efecto sede. A la que riega un maná eurocéntrico que paga salarios monetarios y en especie de nivel premium.
La hasta ahora invisible Eva Kaili fue detenida por la policía belga tras ésta haberse incautado de un millón y medio de euros en efectivo con cierto perfume a esencias árabes –qataríes y marroquíes–, según los indicios y testimonios. La pátina lustrosa que envuelve al complejo entramado comunitario es puesta de pronto en entredicho con un Qatargate que ha explotado durante el Mundial que ganó Argentina anteayer (para siempre ya en nuestros corazones ese Messi saltando triunfante con el picardías que le encasquetó su dueño petrolífero, el catarí Al Thani: qué momentazo blanqueante). En noviembre, la vice griega se apresuró a dar “la de cal” sospechosa en un pleno: “Qatar está a la vanguardia de los derechos laborales”. Como en Dinamarca según Hamlet, algo huele a podrido en Estrasburgo (sede del Parlamento Europeo).
La Europa capitolina nos parecía ajena a la peste de la corrupción, como a cubierto en sus torres ebúrneas, bien pagada de sí misma, y por todos; inmaculada y bendita. Pero a la postre, todos queremos más, y más y más y mucho más. Y, “en pudiendo, trincando”. Tarde o temprano, la Alta Europa tendría que catar la dulce ambrosía del dinero negro, negro como el petróleo. Recordemos la frase que un siervo susurraba al oído del César que entraba triunfante camino al Arco del Triunfo tras una campaña victoriosa: “Memento mori”. “Recuerda que eres mortal”, tú también, tecnócrata blindado. Tu quoque, Bruselas. Cuando uno se siente a cubierto cual emperador romano pero embutido en terno gris con corbata y abrigo de cachemir, cuando perdemos el contacto con la realidad, todo nos parece posible, aceptable. Y eso lo sabe bien el corruptor. Que es dueño del dinero sin límites.