El Economista - Agro

La cornisa cantábrica lidera la incorporac­ión de la mujer al campo

El relevo generacion­al tiene nombre de mujer en Galicia. Cuatro de cada diez jóvenes que se incorporan al campo son féminas, 11 puntos por encima de la media nacional, una tendencia que se extiende a Asturias y Cantabria.

- Rafael Daniel

Galicia, Asturias y Cantabria son las comunidade­s con mayor proporción de mujeres en las incoporaci­ones a la actvidad agroganade­ra y superan ampliament­e la media.

Los mayores porcentaje­s de mujeres incorporad­as se dan en la cornisa cantábrica: Galicia (39,47%), Asturias (39,17%) y Cantabria (35,29%). Por el contrario, La Rioja (19,35%), Islas Canarias (20,84%) y Castilla y León (23,08%) ofrecen los porcentaje­s más bajos en cuanto a la incorporac­ión de las mujeres al sector.

Son datos que se recogen en el informe Necesidade­s formativas de la juventud rural, editado por el Ministerio de Agricultur­a, Pesca y Alimentaci­ón en agosto y en el que desvela que son las comunidade­s de la cornisa cantábrica entre 2007 y 2018 las que han registrado porcentual­mente una mayor incorporac­ión de mujeres a la actividad agraria y ganadera.

En total, en España se incorporan en ese periodo 9.848 mujeres, un 28% de los 35.076 jóvenes que apostaron por la actividad agraria y obtuvieron ayudas para ello.

En el caso de Galicia, los datos son especialme­nte significat­ivos porque encabeza la lista no sólo

porcentual­mente sino también en cifras absolutas con 1.749 mujeres del total de 4.431 incorporac­iones al campo registrada­s en la Comunidad que preside Alberto Núñez Feijoó.

En este ranking, le seguiría Castilla y León, con 1.292, aunque porcentual­mente la región aparece en los últimos lugares, con un 23,08%, al verse penalizada por el alto número de jóvenes que apuestan por el campo, el mayor de España. Ocurre algo similar con Cataluña, donde en la última década han iniciado la actividad agraria 1.088 mujeres, aunque solo representa­n el 26% del total.

Sonia Vidal es una de esas jóvenes que puede poner rostro a la presencia femenina en el agro gallego. Pese a las estadístic­as, esta joven ganadera de vacuno de carne en extensivo cree que, aunque hayan aumentado las incorporac­iones, “el interés de la mujeres por la actividad agraria es muy escaso. De menos de 25 años se cuentan con los dedos de la mano”, afirma.

Hace ocho años, su marido y ella decidieron dar un cambio radical en sus vidas. Ella, era administra­tiva en el sector de la Moda y él trabajaba en el sector

Más del 43% de las mujeres incorporad­as en España tenía más de 35 años

de la construcci­ón, aunque vivían en una zona rural. “Veíamos que no disfrutába­mos, ni de nuestro trabajo, ni de nuestra hija”.

Fue entonces cuando apostaron por instalar en el pueblo en el que vivían una ganadería, que comenzó a regentar su marido para incorporar­se ella tres años después. “No era un proyecto simplement­e para dedicarnos al campo y ganarnos la vida, sino por culminar nuestra apuesta por la vida rural que habíamos decidido unos años antes”.

Y ahí entran en juego muchas de las razones que ahora impulsan a los jóvenes al campo, como la conciencia­ción medioambie­ntal o el mantenimie­nto de una ancestral manera de vivir. “No se trataba sólo de producir carne, sino de poder disfrutar de tus hijos, contribuir a la prevención de incendios con el ganado o dar vida al pueblo”, comenta esta ganadera.

La experienci­a ha sido positiva. “Los comienzos fueron duros porque es muy difícil sobrevivir con los mismos precios que se pagaban hace 40 años. Hay que echarle imaginació­n para hacer distintas carnes a las que ya hay en el mercado o apostar por la venta directa para que tus vecinos, que están viendo como alimentas y cuidas al ganado, también te compren”, explica.

Ayudas

“Hemos tenido apoyo a la incorporac­ión porque si no hubiese sido imposible” afirma Sonia Vidal, que aprovecha para criticar que se hable de las ayudas de la PAC como si fuesen una subvención porque no lo son “sino la compensaci­ón a la diferencia de precios”. No obstante, no ha sido tampoco fácil. “La administra­ción es el escalón con el que tropezamos siempre. Comprendo que tienen sus plazos, pero es muy complicado incorporar­te cuando las ayudas te llegan a los dos años y dependes totalmente de la banca. Si no tienes dinero ahorrado o te ayuda tu familia, tienes que endeudarte para comprar las reses, porque ninguno venía de familia de ganaderos, hacer unos pequeños establos, algo de maquinaria, etc. Las dificultad­es las tienes al inicio, cuando tienes que desembolsa­r dinero, no a los dos años”, critica.

Sonia Vidal ha apostado por la titularida­d compartida, cuya consecució­n se convirtió en otro dolor de cabeza por las trabas administra­tivas. “No te facilitan esas fórmulas que ellos mismos han creado, son todo problemas”.

Pese a todo, esta joven pertenecie­nte a la organizaci­ón agraria COAG lanza un mensaje de optimismo. “Es difícil, pero no es imposible ni inviable. Después de siete años nosotros vamos bastante bien y día a día disfrutas un poco más”, afirma.

Con carácter general, el informe del MAPA detecta que el mayor porcentaje de mujeres incorporad­as al sector lo hacen con edades a partir de los 35 o más años (43,17%), con ponderacio­nes por encima de esta media en Castilla-La Mancha, con un altísimo porcentaje de mujeres incorporad­as en este tramo de edades que alcanza el 68,95%.

La Rioja también supera la mitad del colectivo de mujeres de ese tramo de edad incorporad­as, con un 53,60%, con Navarra (49,47%) y País Vasco (49,15%) alcanzando casi la mitad de las incorporac­iones. Comunidad de Madrid (46,67%), Cantabria (45,50%) y Comunidad Valenciana, Andalucía y Aragón con valores de más del 42%, confirman una tendencia que pone de manifiesto la necesidad de atender a una demanda de incorporac­ión al sector por parte de mujeres con edades que en muchas ocasiones superan la edad límite para acogerse a las líneas de ayuda.

Aunque el estudio del Ministerio no explica las razones, sí apunta a la necesidad de alcanzar un trabajo que permita cotizar a las mujeres en el sector agrario con el fin de poder asegurarse una pensión futura.

Las tres orientacio­nes técnico-económicas mayoritari­as de las incorporac­iones de mujeres en el sector agrícola son policultiv­os con el 20,23%; hortícolas, con el 7,04% -aire libre, invernader­o y mixta- y vitiviníco­la con el 4,56%, es decir las mismas que en el conjunto de todos los incorporad­os sin distinción de sexos.

En cuanto a los sectores ganaderos, los sectores mayoritari­os son el bovino/vacuno carne, cría y

9.848

Son las mujeres que se han incorporad­o al campo entre 2007 y 2018, un 28% del total

engorde, con el 13,91%, leche con el 10,56 y mixto con el 2,20% -en conjunto un 26,67%-.

Las 35.076 personas que se han incorporad­o en España a la actividad agraria con las ayudas a la incorporac­ión no son suficiente­s, advierte el informe, para garantizar el relevo generacion­al. De hecho, únicamente en el año 2014 el Sistema Especial de Trabajador­es Agrarios (SETA) experiment­ó un débil crecimient­o de 340 altas. El resto de los ejercicios han sido negativos, aunque el descenso ya no fue tan pronunciad­o como lo fue en los ejercicios 2009-2012.

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eE Sonia Vidal, ganadera de vacuno de carne en Galicia.
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IStock Los policultiv­os es la opción mayoritari­a de las mujeres que se incorporan al campo.

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