Universitarios que miran al campo para ‘labrarse’ un futuro profesional
El programa Desafío acerca el talento joven a los pueblos para realizar prácticas remuneradas relacionadas con la formación superior. Una opción que se ha convertido en una alternativa que, cada año, atrae a más universitarios
El programa Desafío comenzó en el año 2018 con 13 jóvenes participantes, número que ha ido creciendo progresivamente hasta llegar a los 23 universitarios de esta edición -la cifra puede aumentar porque las prácticas se realizan hasta el 31 de diciembre-, sumando ya un total de 60 jóvenes. “El objetivo es que desarrollen competencias profesionales en empresas, instituciones o asociaciones en el medio rural, que se adquieren igual o más porque se tiene una mayor autonomía. Además, es una experiencia vital. Es totalmente diferente”, explica Nieves García, directora de Universa, el Servicio de Orientación y Empleo de la Universidad de Zaragoza, que gestiona este programa con el que también se ha conseguido que algunos de los jóvenes se hayan quedado a trabajar en el medio rural como ha sucedido en una empresa de mermeladas en Bulbuente (Zaragoza). También surgen otras oportunidades profesionales que, por ejemplo, han llegado desde Huelva para trabajar en un proyecto de 3.600 ovejas tras haber adquirido experiencia en una granja en el municipio zaragozano de Cubel.
Al margen de que se consiga o no un empleo, lo cierto es que la experiencia es satisfactoria para los jóvenes -algunos la repiten-, viendo en el medio rural una alternativa, que además ahora se ha convertido en más atractiva con la pandemia. Es el caso de Car
men Villellas. Esta joven ha finalizado sus estudios de Veterinaria en la Universidad de Zaragoza y se decidió a participar en este programa porque, “con el Covid-19, me quedé sin prácticas. En Universa, siempre nos comentaban esta opción y este verano quería hacer algo” por lo que se lanzó a esta iniciativa que “es muy enriquecedora”.
Su estancia se centra en una granja de ovejas en Cubel (Zaragoza) del ganadero Tomás Yagüe, donde se encarga de la asistencia a partos, encalostrado y atención a los corderos. También se ocupa de hacer un seguimiento de los casos clínicos y de las tareas típicas que se realizan en una granja de ovino, entre otras funciones.
“Es una experiencia enriquecedora. Aprendes del ganadero y puedes resolver dudas, hacer preguntas, ves la patología, etc. Aplicar lo que has visto en la carrera en una granja, siempre es positivo”, añade Carmen Villellas, quien ya había realizado prácticas en una explotación, aunque no fue en aquella ocasión dentro de este programa, conocido también como Erasmus rural.
Alba Moreno es otra de las jóvenes universitarias que ha puesto su mirada en el medio rural. Tras finalizar el año pasado sus estudios de Grado en Ciencias y Tecnología de los Alimentos, se decidió a participar en el programa porque “he visto que era una buena opción para trabajar en algo que no es la labor de campo y en un proyecto que es bueno para el pueblo porque está centrado en la fruta del valle” -como la manzana reineta- y que también puede contribuir a fomentar el empleo local.
Esta zaragozana de 24 años -aunque está empadronada en Torrijo de la Cañada (provincia de Zaragoza)-, está realizando sus prácticas en un proyecto en la SAT Manubles centrado en el diseño técnico y propuesta de gestión de un obrador compartido para la elaboración de productos derivados de la fruta y la puesta en valor de los productos de destrío para contribuir a la reducción del desperdicio alimentario. El objetivo es también poder hacer licores, desecados o liofilizados.
“Me sirve para el currículo”
Es una experiencia que “me sirve para el currículo porque es algo bueno y te puede abrir a ofertas de trabajo. En la mayoría de los sitios, ya te piden experiencia en el currículo”. Además, también valora positivamente el ambiente de trabajo porque puede desarrollar sus funciones “a mi ritmo”, siguiendo las pautas del tutor, lo que sucede de manera diferente a una empresa.
La experiencia es tan positiva que los universitarios repiten. Jennifer Lafuente es una joven de 24 años procedente de Soria, que ha terminado los estudios de Marketing e Investigación de Mercados en la Universidad de Zaragoza. El año pasado ya realizó prácticas extracurriculares en la localidad de Herrera de los Navarros en cuyo ayuntamiento se encargó de