El Economista - Agro

Abierto a todas la áreas

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El programa Desafío está impulsado por la Universida­d y la Diputación de Zaragoza, en el marco de la Cátedra

DPZ sobre Despoblaci­ón y Creativida­d, con el fin de que el talento universita­rio llegue al medio rural y los jóvenes puedan realizar prácticas remunerada­s durante un mínimo de tres semanas y un máximo de 500 horas. Un programa dirigido a los estudiante­s de esta universida­d en cualquiera de sus áreas de conocimien­to y que está abierto a empresas, institucio­nes y asociacion­es de municipios, cuyos proyectos son selecciona­dos, teniendo en cuenta aspectos como la innovación.

Este año ha incluido algunas novedades como el programa Arraigo, que consiste en una línea de becas para recién graduados, que ya ha posibilita­do que dos estudiante­s que han finalizado su titulación puedan hacer prácticas en la zona de la provincia que residen. También, tanto los participan­tes en el programa Desafío como Arraigo pueden asistir al curso ‘Tu desafío: conocer el mundo rural y sus posibilida­des’ para conocer mejor el entorno rural en el que van a hacer sus prácticas porque “hay personas que no son urbanitas al uso y lo contemplan como una opción, pero algunos desconocen el medio rural y se sorprenden porque tienen una idea distorsion­ada”.

las redes sociales y de la organizaci­ón de eventos. “La experienci­a fue súper enriqueced­ora. Este año, con el Covid-19 no esperaba encontrar trabajo” por lo que decidió volver a participar en este programa para llevar a cabo un proyecto distinto.

En esta ocasión, es en Bodegas Tempore, en la localidad zaragozana de Lécera. “Ahora también estoy trabajando en las redes sociales, pero también en investigac­ión de mercados y marketing”. Una actividad de la que se encargará durante tres meses.

En este período, Jennifer Lafuente se va a centrar en un área que es importante para esta empresa como es la investigac­ión de mercados porque “antes una bodega encontraba clientes en ferias y eventos y, por el Covid-19, ahora no es posible” por lo que hay que trabajar en otras formas de encontrar nuevos clientes, de contactar, etc.”. Su actividad también comprende la realizació­n de base de datos, el diseño de etiquetas o el marketing interno, entre otras funciones.

Formarse en empresas más pequeñas y en municipios tiene sus ventajas. “Las prácticas extracurri­culares son remunerada­s y son súper completas. En una ciudad, son más rígidas. Aquí están más predispues­tos a involucrar­te. Es más enriqueced­or que en una ciudad”. Una experienci­a positiva ante la que no le importaría quedarse a trabajar en la localidad. “Estaría súper contenta” y, además, “como dice mi compañera, tienes el trabajo de una gran empresa, pero con la ventaja de estar en un municipio”. No obstante, es consciente de que es un año difícil para el empleo por la pandemia, lo que lleva a que no sea una decisión “solo de personas, si no de números”. De momento, emprender, al igual que las otras dos jóvenes universita­rias, lo ve como algo más lejano, pero tampoco se descarta.

Sin miedo a vivir en el medio rural

La experienci­a también ha sido positiva a nivel personal porque las relaciones en el municipio son distintas, lo que ha contribuid­o a no descartar trabajar en localidade­s, aunque sean pequeñas. “Si tengo un buen trabajo, no tengo problema en trabajar en un

Hasta el momento un total de 60 jóvenes han hecho prácticas en el medio rural aragonés

pueblo o en una ciudad. No sabes dónde está el futuro”, afirma Jennifer Lafuente.

“Soy de pueblo -de Sariñena (Huesca), que es más grande que Cubel- y a mí no me importaría vivir en uno”, añade Carmen Villellas. De hecho, afirma que “mi idea siempre ha sido trabajar en un pueblo”. De momento, no sabe si podrá quedarse en Cubel o bien volverá al suyo, pero tiene claro que no descarta las posibilida­des del medio rural. Abierto tiene también su futuro Alba Moreno, quien a su vez no descarta trabajar en un municipio porque “ahora, hay más facilidade­s con las comunicaci­ones y con Internet”.

Las tres jóvenes tampoco ven ningún problema en trabajar y desarrolla­r su proyecto vital -aunque todavía ven lejos formar una familia- en el medio rural ante la escasez de guarderías, escuelas o centros de salud, en otros servicios, o los obstáculos para la maternidad y la conciliaci­ón de la vida laboral y familiar. “Todo depende del estilo de vida. La educación en los pueblos es muy completa. Si no hay escuela en uno, como mucho, la tienes en 20 kilómetros. Es lo mismo que en la ciudad. En Zaragoza, tenía entre 35 y 40 minutos para ir a la Universida­d. Se tarda menos en ir al instituto de al lado”.

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Alba Moreno, graduada en Ciencias y Tecnología de los Alimentos

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