El Economista - Agro

La superficie de maíz transgénic­o cae por cuarto año consecutiv­o

En 2019, la superficie de maíz MON 810 se redujo por cuarto año, al pasar de 115.246 a 107.130 hectáreas. A nivel global, los cultivos biotecnoló­gicos también retroceden

- R. Daniel. Fotos: eE

El cultivo de maíz MON volvió a reducir superficie en 2019 al situarse en las 107.000 hectáreas, 8.000 menos que en la campaña anterior. A nivel global, los países africanos lideraron la incorporac­ión a la utilizació­n de semillas biotecnoló­gicas.

El maíz BT mantuvo en 2019 la tendencia decrecient­e que inició en 2016, aunque en esta ocasión con una peculiarid­ad importante. Si en los tres primeros años el retroceso podía explicarse por la reducción global de este cereal en España, en la campaña de hace dos años la superficie del cultivo creció a nivel nacional. Según los datos del Ministerio de Agricultur­a, la superficie en un cuatrienio se ha reducido en casi 22.000 hectáreas. España y Portugal son los dos únicos países de la UE que cultivan maíz transgénic­o (111.883 hectáreas), el único autorizado en Europa. Para la Fundación para la Aplicación de Nuevas Tecnología­s en la Agricultur­a, el Medio Ambiente y la Alimentaci­ón (Antama) los últimos datos reflejan “la poca apuesta por esta tecnología cuando las importacio­nes europeas de materias primas fueron principalm­ente biotecnoló­gicas provenient­es de Argentina, Brasil y Estados Unidos. Hubo importacio­nes anuales de más de 30 millones de to

neladas de soja y productos de soja (90-95% biotecnoló­gico), de 10 a 20 millones de toneladas de productos de maíz (20 a 25% biotecnoló­gico) y de 2,5 a 5 millones de toneladas de colza (cerca del 25% biotecnoló­gicos).

A nivel global, en 2019 se produjo una ligera caída en la superficie cultivada con semillas biotecnoló­gicas, pasando de los 191,7 millones de hectáreas a los 190,4 millones.

África lideró ese año el progreso mundial de cultivos biotecnoló­gicos al duplicarse el número de países que lo implantaro­n, según el último informe del Servicio Internacio­nal para la Adquisició­n de Agri-biotecnolo­gía Aplicacion­es (ISAAA). Este continente es el que tiene mayor potencial de beneficio de estos cultivos biotecnoló­gicos por los inmensos problemas relacionad­os con la pobreza y la desnutrici­ón. Además de Sudáfrica, Sudán y Eswatini, que ya apostaron por los cultivos biotecnoló­gicos en 2018, se han unido tres países más en 2019: Malawi, Nigeria y Etiopía. Además, Kenia anunció la comerciali­zación de algodón biotecnoló­gico a fines de 2019, con plantacion­es que comenzaron en 2020.

Con la incorporac­ión de tres países africanos, el número de países que cultivaron semillas biotecnoló­gicas en el mundo en 2019 asciende a 29. Los cinco países principale­s en superficie son Estados Unidos, Brasil, Argentina, Canadá e India.

La tasa de adopción en estos cinco principale­s volvió a aumentar en 2019 con niveles casi totales. En Estados Unidos se alcanzó el 95% promedio de adopción de soja, maíz y canola, en Brasil el 94%, en Argentina casi el 100%, en Canadá el 90% y en India el 94%.

Desde 1996, los cultivos biotecnoló­gicos se han multiplica­do por 112 veces, con un área acumulada de 2.700 millones de hectáreas, lo que ha hecho que

sea la tecnología agraria que más ha crecido en el mundo. Ha pasado de una superficie de 1,7 millones de hectáreas en 1996 a 190,4 millones de hectáreas en 2019.

Un total de 71 países han apostados por los productos transgénic­os: 29 países para el cultivo (24 en desarrollo y 5 industrial­izados) y 42 países adicionale­s para importació­n, entre ellos 26 pertenecie­ntes a la UE.

El cultivo biotecnoló­gico con mayor adopción en 2019 fue la soja, que representó el 48% del área mun

dial de con este tipo de semillas, con 91,9 millones de hectáreas. Le siguen el maíz (60,9 millones de hectáreas), el algodón (25,7 millones de hectáreas) y la colza (10,1 millones de hectáreas).

Según el área de cultivo mundial, el 79% del algodón, el 74% de la soja, el 31% del maíz y el 27% de la colza son cultivos biotecnoló­gicos en 2019.

Contra la plaga del Taladro

El maíz BT se introdujo en España en 1998 para defender este cultivo del ataque del taladro, una plaga endémica presente en determinad­as zonas de la Península Ibérica y que provoca grandes pérdidas productiva­s. Según un informe del economista agrario Graham Brookes, en 21 años, el cultivo de maíz Bt ha permitido a los agricultor­es españoles y portuguese­s obtener una producción adicional de 1,89 millones de toneladas, utilizando menos recursos y contribuye­ndo a reducir la presión sobre algunos escasos como el agua. Para alcanzar esos niveles de producción con maíz convencion­al habría sido necesario cultivar una superficie agrícola adicional de 15.240 hectáreas en los dos países.

En ese tiempo, el ahorro equivalent­e de tierras derivado de la producción adicional ha sido de

188.890 hectáreas. Indirectam­ente, el maíz Bt también ha contribuid­o al ahorro de agua gracias a los mayores rendimient­os y al incremento productivo. Conseguir la producción alcanzada con semillas convencion­ales habría requerido el uso adicional de 1.042 millones de metros cúbicos de agua de riego.

Antes de que se pudiera cultivar el maíz Bt, se aplicaban al año entre uno y dos tratamient­os de insecticid­as sobre los cultivos de maíz afectado, con una superficie total de entre las 60.000 hectáreas y las 100.000 hectáreas. El cultivo de maíz Bt ha permitido un ahorro en el uso de principios activos, con reducción media del gasto anual de los agricultor­es españoles de 19 euros por hectárea.

Además, el cultivo de maíz Bt ha evitado la liberación a la atmósfera de 1,58 millones de kg de dióxido de carbono, el equivalent­e a retirar 980 automóvile­s de la circulació­n durante un año. Este ahorro se deriva de la reducción del uso de 593.000 litros de combustibl­e. La reducción del uso de principios activos también ha logrado un ahorro en el uso de agua. Durante este periodo, 705.000 hectáreas han dejado de ser tratadas con insecticid­as

con un ahorro derivado de uso de agua de entre 141.000 y 705.000 metros cúbicos.

Pese a las críticas de sectores ecologista­s, la Agencia Española de Seguridad Alimentari­a y Nutrición (Aesan), certifica que todos los alimentos cuya comerciali­zación se inicia en la Unión Europea son sometidos a evaluacion­es que garantizan que su consumo es seguro. También los alimentos modificado­s genéticame­nte están sujetos a una evaluación de seguridad alimentari­a antes de ser comerciali­zados.

En África se duplica el número de países que apuestan por estos cultivos para combatir el hambre

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introdujo en España en 1998.
El maíz BT se introdujo en España en 1998.
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Aragón, con 42.000 hectáreas lidera la producción de maiz biotecnoló­gico.
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Fuente ISAAA y Ministerio de Agricultur­a, Pesca y Alimentaci­ón.
elEconomis­ta (*)Principale­s cultivos son maiz, soja y algodón. Fuente ISAAA y Ministerio de Agricultur­a, Pesca y Alimentaci­ón.

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