El Economista - Agro

“No pedimos la extinción del lobo, sino un mínimo control”

Zarpazo letal. Es lo que miles de ganaderos de extensivo han sentido al conocer la inclusión del lobo en el Listado de Especies de Régimen de Especial Protección

-

Tres ganaderos cuentan las repercusio­nes de la decisión del Ministerio de Transición Ecológica de aumentar la protección del lobo.

La medida, que fue aprobada en la Comisión Estatal de Patrimonio Natural y Biodiversi­dad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfic­o, ha sido celebrada por grupos ecologista­s y animalista­s que la califican de avance “histórico”. Pero, en la otra cara de la moneda, están los ganaderos y ganaderas que, dicen, ven aumentar los ataques y las bajas en sus cabañas de ovino, vacuno y caballar y temen que esta nueva “zancadilla” convierta sus explotacio­nes en inviables.

Las comunidade­s loberas, Castilla y León, Asturias, Cantabria y Galicia -que aglutinan el 95% de la población de este cánido, se han puesto en pie de guerra, al igual que las principale­s organizaci­ones agrarias, Asaja, UPA y COAG. Más aún, Odile Rodríguez de la Fuente, bióloga, divulgador­a e hija del considerad­o gran salvador del lobo de nuestro país, escribía al conocerse la decisión. “Los ganaderos y el mundo rural claman, con toda la razón, que ellos no deben asumir el peso de la presencia del lobo en nuestros montes. Ellos sufren los ataques y el ninguneo de la Administra­ción y buena parte del mundo urbanita y ecologista”. Desde los años 70, la población lobera ha pasado de 300 ejemplares a los 2.500 lobos repartidos en 297 clanes familiares, a los que cabría sumar los errantes expulsados de éstos e imposibles de cuantifica­r.

Los ataques reportados cada año se cuentan por miles -especialme­nte al norte del Duero-, y las ayudas compensato­rias repartidas por las comunidade­s autónomas, por millones de euros, si bien los ganaderos entienden que son “ridículas” en relación a los daños y afirman no comprender por qué los animalista­s defienden al lobo y no a sus vacas, caballos y ovejas.

“Las políticas verdes son muy bonitas pintadas desde un sillón”, afirma Francisco Javier Pintado Bartol, propietari­o de una cabaña de ovejas de leche de 600 madres en Hinojosa de Duero (Salamanca) y con

vencido de que con esta nueva “zancadilla” muchas zonas rurales eminenteme­nte ganaderas van a convertirs­e en “auténticas selvas”, nos sólo por el aumento de la vegetación que el ganado ayuda a controlar, sino por que quedarán huérfanas de vecinos.

“La política está tan enloquecid­a en este país… Es como si Castilla y León votara sobre el uso de las playas”, afirma desde el “estupor” Agustín Crespi de Valladaura, encargado de la gestión de la ganadería de vacuno avileño -300 nodrizas, más las cabezas dedicadas a recría y los “chotos”-, que su familia tiene en el espacio natural abulense de Campozálva­ro.

Como ellos, también José María González González, que combina ovino y bovino en extensivo en la localidad salmantina de Sobradillo, condena que el lobo se haya “politizado” de esta forma, que no se escuche al sector y que sean “urbanitas, gente que desconoce completame­nte la situación de los pueblos y de la ganadería”, y políticos a los que, “desde un sillón, se les llena la boca hablando de la España vaciada”, los que tomen este tipo de decisiones de sobresalie­nte trascenden­cia. “Esto no es como jugar a la granja de Playmóbil, en la que colocas aquí a la oveja, aquí a la vaca, aquí al lobo, y todos vivimos felices”, subraya desde la indignació­n antes de añadir

Desde los años 70 la población lobera en España ha pasado de 300 a 2.500 ejemplares

que, con precios por los suelos, la ganadería en extensivo “ya está al límite”, y la protección del lobo sólo puede agravar su situación.

“Totalmente pesimista” sobre el futuro se declara también Javier Pintado, quien dice estar “en una edad en la que la marcha atrás ya no es posible”. “Con 48 años soy el ganadero más joven” de la zona, subraya el de Hinojosa de Duero, que se ha dedicado a la actividad toda la vida y que nunca supo de la presencia de lobos en su zona hasta hace pocos años, algo que también destacan los ganaderos de Sobradillo y Ávila, todos ellos al sur del Duero, donde la caza del lobo ya estaba prohibida antes de la polémica Comisión de Patrimonio Natural el día 4.

El crecimient­o de la población lobera en la vertiente natural norte del río hace que los ejemplares subadultos sean expulsados del clan familiar por el macho alfa y tengan que buscar nuevos acomodos en zonas donde no tienen competenci­a y hay comida fácil. Así, cruzan el Duero y siguen su colonizaci­ón territoria­l, explican. “No estamos por que el lobo desaparezc­a”, “no pedimos su extinción”, claman los ganaderos, “pero que viva donde tenga que vivir” y haya, como hasta ahora, “un mínimo control” reclama Crespi de Valldaura para que ni ellos ni los compañeros del norte sufran los efectos de una población lobera que, a su modo de ver, ya “está descontrol­ada”, motivo por el que, precisamen­te, no resultan eficaces las distintas medidas que les recomienda­n y que adoptan para la cohabitaci­ón.

Medidas compensato­rias ineficaces

La cabaña de vacuno avileño que él gestiona sufrió el último ataque el 26 de enero. “Nos certifican unos 15 animales por año” y el ritmo “se va incrementa­ndo”, afirma este profesiona­l que compatibil­iza el campo en Ávila con la dirección en Madrid de la exitosa serie televisiva Cuéntame. Pero, las ayudas, “aun cubriendo más o menos lo que vale el animal, no compensan todo el trabajo que requiere”, dice, ni los cuidados y gastos que hay hasta llegar a ese ani

mal. En el caso de su ganadería familiar, tienen separadas a sus vacas en cuarteles, pero la presencia estable del lobo ha obligado a meter a las novillas de recría en corrales con malla dura y a basar su sobrealime­ntación en piensos, medidas ambas “que no son lo ideal”; han probado con mastines, pero no les han servido porque, dice, estos perros necesitan “lugares vividos, presencia constante del hombre” porque, de lo contrario, también se asilvestra­n; también con burros, cuyo rebuzno parece ahuyentar al cánido, “pero tampoco”; incluso, han colocado cañones de aire comprimido, si bien afirma Agustín, “el lobo es muy listo, aprende la temporizac­ión y no valen de nada”.

Con el lobo, “hay que estar permanente­mente vigilando al ganado” -y eso es imposible con razas vacunas autóctonas como las suyas, que recorren kilómetros de forma libre-, y guardándol­o por la noche, algo igualmente inviable, también con unas ovejas que en las épocas más calurosas del año y de mejores pastos, no pacen durante el día sino con la fresca, explica José María González.

Y cuando hay un ataque, coinciden los tres, no cabe lamentar solo los animales muertos: son los que desaparece­n en el monte y nunca encuentras, los que encuentras, pero no puedes demostrar fehaciente­mente que han muerto a manos del lobo, los que deja malheridos y tienes que matar, porque “cuando el lobo mata una oveja y sacia el hambre, se dedica a jugar con el resto, va a por otra, la muerde, y otra…”, afirma el ganadero de Sobradillo. Y lo peor, el llamado lucro cesante, es decir, ese daño consecuenc­ia del ataque que no se puede demostrar: el estrés que provoca a los animales y que se traduce en abortos y pérdida de rendimient­o lechero en el caso de los cada vez más escasos rebaños de ovejas de leche. “80 rebaños llegué a conocer y ahora sólo hay ocho”, expone Pintado Bartol al tiempo que subraya: “Castilla y León produce el 70% de la leche de oveja y España presume de contar con quesos de prestigio asociados al origen; pero si esta actividad no merece un respaldo, a pocos años vista, nuestros quesos se harán con leche de no sé dónde”.

Estas últimas palabras resumen el sentir de todos, quienes ven en la protección total del lobo “más de lo mismo” con respecto a lo que viene sufriendo la ganadería, que se toman de espaldas a los afectados y que, entienden, atacan frontalmen­te a un sector que, se está olvidando, “da de comer a todo el país” además de realizar una “función vital en la protección y conservaci­ón de nuestros montes”.

 ??  ??
 ??  ?? Francisco Javier Pintado, ganadero de ovino en Salamanca.
Francisco Javier Pintado, ganadero de ovino en Salamanca.
 ??  ?? Un ternero tras un ataque de lobos.
Un ternero tras un ataque de lobos.
 ??  ?? José María González, ganadero salmantino.
José María González, ganadero salmantino.
 ??  ?? Agustín Crespi gestiona una ganadería de vacuno.
Agustín Crespi gestiona una ganadería de vacuno.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain