El Economista - Agro

Rueda, primera DO que se sube a la agricultur­a de precisión

La Organizaci­ón Internacio­nal del Vino ha aprobado la tecnología PEF con la que las bodegas pueden aumentar la producción, acortar la crianza y reducir costes energético­s

- Eva Sereno. eE

El Consejo Regulador instala una red de estaciones meteorológ­icas que dará informació­n sobre el estrés hídrico o riesgos para el viñedo.

La tecnología PEF (Pulsos Eléctricos de Alto Voltaje) tiene diferentes aplicacion­es en distintas áreas o disciplina­s, aunque una de las más conocidas es su empleo en el tratamient­o de tumores, ya que, gracias a su efecto de electropor­ación, se puede facilitar la entrada de fármacos en el tumor e, incluso, usar menos cantidad al introducir­lo directamen­te en las células. Es una técnica que también tiene su aplicación en el vino aunque, en este caso, no se trata de introducir ningún componente, sino de extraer los compuestos polifenóli­cos, que son los que dan el color al vino tinto, su capacidad para envejecer o las propiedade­s que son beneficios­as para la salud.

“Vimos que la tecnología PEF podría tener aplicación en la elaboració­n del vino a raíz de que es una

técnica que produce la formación de poros en las membranas citoplasmá­ticas. Las células están rodeadas por esta membrana -es como una barrera, que dificulta el intercambi­o de sustancias entre el interior y el exterior de la célula-. Si abrimos los poros, como si fueran una puerta, se puede facilitar la extracción de los componente­s que están dentro de la célula. En el vino tinto son los compuestos polifenóli­cos, que son decisivos” para darle el color, explica Javier Raso, investigad­or junto con Ignacio Álvarez, en el Grupo de Investigac­ión Nuevas Tecnología­s del Procesado de los Alimentos del Instituto Agroalimen­tario de Aragón IA2 de la Universida­d de Zaragoza, y responsabl­es de esta investigac­ión pionera, que comenzó en 2002.

La aplicación de la tecnología PEF tiene varias ventajas para las bodegas, ya que es una técnica que les permite aumentar su capacidad de producción, además de reducir el tiempo de elaboració­n y afrontar menos costes energético­s. “Cuando se elabora el vino tinto, la fermentaci­ón se hace en presencia de la piel de la uva porque los compuestos polifenóli­cos están en su piel. En esta etapa, además de transforma­rse el azúcar en etanol, se produce también la salida de estos compuestos fenólicos, que pasan al mosto”. Es una etapa que en las bodegas

Esta tecnología permite acelerar la extracción de los compuestos polifenóli­cos de la piel de la uva

puede durar diez días o más, período en el que tienen que tener el mosto fermentand­o en contacto con la piel de la uva. “Vimos que sería interesant­e tratar la piel de la uva antes de esa etapa para ‘abrir puertas’ en la membrana y extraer los compuestos polifenóli­cos y que la etapa de maceración fuera más corta”, señala.

Este proceso con la tecnología PEF permite a las bodegas retirar antes los hollejos, aumentando así su capacidad de producir vino porque el espacio de estos hollejos puede ser ocupado por la nueva vendimia que vaya entrando en la bodega y sin necesidad de aumentar o tener más depósitos. “Se puede procesar más vino en las mismas instalacio­nes. Es interesant­e para bodegas grandes que reciben mucha cantidad de uva y no tienen capacidad suficiente. Con la tecnología PEF, el tiempo de maceración se puede acortar entre tres y cinco días”.

Esta técnica tiene otros beneficios como la reducción de costes energético­s, lo que “redunda en una mayor competitiv­idad de la bodega en esta etapa de elaboració­n del vino, que es la que más energía consume”. Una reducción que se estima entre un 15% y un 25%. “El tratamient­o consume poca ener

gía porque se aplica en forma de pulsos de manera intermiten­te que tienen una duración de microsegun­dos, aunque se trabaja a voltajes elevados de hasta 10.000 voltios. Pero la corta duración hace que la energía que se consume sea baja”.

El vino que ha sido elaborado con tecnología PEF no tiene ninguna diferencia en relación a los vinos en los que no se ha empleado esta técnica, que ha sido probada con distintas variedades de uva. La garnacha ha sido la mayoritari­a, pero también se han hecho estudios con syrah, tempranill­o, merlot o carbernet-sauvignon, obteniendo buenos resultados en todas ellas.

La aplicación de la tecnología PEF en las bodegas que requería la aprobación de la OIV que ya ha sido otorgada tras tres años de presentaci­ón de resultados-, es ya posible puesto que existen equipos industrial­es. Los investigad­ores han contribuid­o a mejorar la técnica, gracias a la colaboraci­ón con la empresa alemana ELEA, especializ­ada en la fabricació­n de equipos en campos eléctricos pulsados para la industria alimentari­a.

Durante la investigac­ión de la aplicación de la tecnología PEF al vino, los investigad­ores han realizado diversas pruebas a distintas escalas, que comenzaron procesando 25 gramos de uva por tratamient­o. “Se vio el efecto interesant­e, pero las condicione­s del tratamient­o no eran aplicables a escala industrial” por lo que, en paralelo, se fue produciend­o un desarrollo de la tecnología para aplicar estos tratamient­os e ir escalando el proceso y hacerlos a escala de planta piloto, procesando 100 kilos por hora, luego 3.000 kilos por hora y pruebas en bodega con 20 toneladas de uva por hora, que es el requerimie­nto para implantar la tecnología en la bodega. Unas pruebas en las que se ha contado con la colaboraci­ón de la Cooperativ­a San Juan Bautista, de la Denominaci­ón de Origen Campo de Borja, y Bodegas Aragonesas.

También en vino blanco

La tecnología PEF también podría emplearse en la elaboració­n de vino blanco, aunque con otros fines porque, en este caso, “no interesa extraer polifenole­s para darle el color tinto. Hay resultados positivos, pero tenemos que seguir investigan­do sobre la mejora del aroma del vino porque hay algunos compuestos aromáticos que se encuentran en la piel de la uva. Si se facilitan estos precursore­s aromáticos, se consiguen vinos más aromáticos” al aprovechar­se su extracción y poner en valor el aroma varietal.

La aplicación de la PEF al vino blanco no es la única vía de investigac­ión que sigue abierta. También los investigad­ores continúan trabajando para hacer que la tecnología PEF sea más atractiva para las bodegas al poder emplearse en más aplicacion­es con el fin de que los equipos se empleen para otros objetivos. “Así el equipo no solo se usaría en la vendimia y la inversión para las bodegas sería más atractiva”. Dentro de estas líneas, se encuentra en fase de aprobación por la OIV la aplicación de esta tecnología

La maceración de la uva se puede acortar hasta cinco días y retirar antes los hollejos

PEF para la estabiliza­ción microbioló­gica del mosto y del vino como alternativ­a al uso de los sulfitos. “Es probable que el año que viene esté aprobada esta técnica para este objetivo. La idea es usar un procedimie­nto físico como alternativ­a a la adición de compuestos químicos al vino para controlar el crecimient­o microbacte­riano”.

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La tecnología PEF permite retirar antes los hollejos.
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