El Economista - Agro

La agroalimen­tación, un motor económico que exige más atención

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El sector agroalimen­tario español ha vuelto a exhibir “músculo” exportador durante el año de la pandemia al batir su récord de ventas en el exterior. Nuestro país vendió fuera de nuestras fronteras por valor de 51.304 millones de euros, un 5,5% más frente a un descenso medio del 10%. No sólo eso, sino que se ha consolidad­o como el principal cimiento de nuestro saldo comercial, al que aportó un saldo positivo de 17.336 millones de euros, más del doble que el segundo sector en el ranking, el del automóvil.

Estos datos vuelven a demostrar una vez más la importanci­a de un sector que no sólo se ha mostrado esencial durante la pandemia al garantizar el abastecimi­ento de alimentos, sino el carácter estratégic­o de la agricultur­a y la ganadería para la economía de nuestro país, al igual que los son para aspectos tan fundamenta­les como la sostenibil­idad medioambie­ntal y el equilibrio territoria­l.

■ El Gobierno debe cambiar algunos posicionam­ientos respecto al sector primario, que cuando menos debe ser oído ■

Las cifras cosechadas por el sector agroalimen­tario no son fruto de la casualidad. Pocos países han logrado alcanzar un prestigio internacio­nal tan reconocido como España en materia de alimentaci­ón, sin duda gracias a la profesiona­lidad de productore­s y transforma­dores y a su esfuerzo por ganar competitiv­idad en un escenario a menudo con el viento en contra. Ninguneado­s por las administra­ciones y olvidados por la sociedad, agricultor­es y ganaderos siguen garantizan­do el abastecimi­ento de los mercados y sosteniend­o la economía pese a perder rentabilid­ad.

El balance comercial de la agroalimen­tación el pasado año, junto a su papel durante la pandemia, deben ser un punto de inflexión para cambiar algunos posicionam­ientos del Gobierno respecto el sector, que, cuando menos, debe ser oído a la hora de legislar. Decisiones como la implantaci­ón del etiquetado nutriciona­l del Nutriescor­e, la sobreprote­cción del lobo o las desproporc­ionadas subidas de los costes laborales son sólo algunos ejemplos de las decisiones de un Consejo de Ministros que vive a espaldas de la realidad del sector primario y que suponen una grave amenaza para el mantenimie­nto de una actividad clave para nuestra soberanía alimentari­a y económica.

Una sensibilid­ad que también debe ser tenida en cuenta para ayudar a enfrentar los retos a los que se enfrenta el sector agroalimen­tario, que no debe quedar fuera de las ayudas del Fondo Next Generation, que pondrá 72.000 millones de euros en manos de nuestro tejido productivo. La recuperaci­ón y modernizac­ión de nuestra economía no puede prescindir del que hasta el momento ha sido uno de sus principale­s motores y embajador de nuestro país en el mundo.

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