El Economista - Agro

Así apuestan los agricultor­es y ganaderos por la sostenibil­idad

Viñedos que combinan sistemas milenarios de producción con la última tecnología, agua que no ve la luz para que no se evapore, instalació­n de nidos de murciélago­s y rapaces, etc. Son solos algunos ejemplos de las prácticas que han sido reconocida­s en los

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R. D.. Fotos: eE

No estamos premiando nada que no esté pasando en el campo español, una revolución en muchos casos demasiado silenciosa por la sostenibil­idad, por el respeto a la biodiversi­dad, a los suelos y al agua, por producir respetando y pensando en el futuro tanto o más que en el presente”, señalaban desde la organizaci­ón agraria UPA que, junto con Syngenta han concedido los primeros premios Sostenible­s por Naturaleza.

El director general de Syngenta España y Portugal, Robert Renwick, destacaba durante el acto de entrega, al que asistió el ministro de Agricultur­a, Luis Planas, las profundas raíces que agricultor­es y ganaderos hunden en sus tierras. “Algo que va mucho más allá de ser un patrimonio económico para ser algo emocional” sostuvo el directivo, quien recordó que la sostenibil­idad debe ser ambiental, social y económica.

Los galardones fueron para la Comunidad de Regantes de Pliego (Murcia) en la categoría de Uso Eficiente y Sostenible del Agua; Agropaco SL, de Formentera del Segura (Alicante) en Mejora de la Biodiversi­dad y Conservaci­ón de la Naturaleza; María Pía Sánchez, por su proyecto Dehesaico, en Lucha contra el Cambio Climático; la explotació­n de Francisco Javier Rosado (Gestión Sostenible de Recursos); la ganadera cántabra Marta Val del Mazo (Joven o Mujer Rural Sostenible), la API Viñas de Málaga (Iniciativa Colectiva Sostenible) y la palentina Nazaret Mateos Álvarez, fundadora de Entresetas (Premio Especial del Jurado).

María Pía Sánchez decidió “pedir la cuenta” en el banco en el que trabajaba en 2012 y recuperar la finca familiar que tenía alquilada y que un ganadero había convertido en un erial. Tras un arduo proceso de recuperaci­ón del suelo, su dehesa, situada en Calamonte (Badajoz) es un paraíso de biodiversi­dad gracias a la regeneraci­ón de pastos, la proliferac­ión de charcas y cajas nidos o plantacion­es de

“La sostenibil­idad es que podamos convivir los jabalíes, las lombrices, las hormigas y yo”

aromáticas y en la que se compatibil­iza la ganadería en extensivo y la caza del jabalí.

“Es un proyecto regenerati­vo a todos los niveles que en tres años ha dado un resultado excepciona­l. De no tener nada en el suelo he pasado a tener multitud de insectos, lombrices, etc., lo que ha generado una impresiona­nte riqueza de hierba en los pastos. El matorral, tan denostado en la PAC, hace de vallas naturales y en él comen los pájaros que combaten las plagas que afectan a los árboles. Yo, por ejemplo, no tengo secas”, explicaba durante la entrega.

El arraigo fue lo que enredó a María Pía en un proyecto de vida con el que reconoce ser absolutame­nte feliz. “Yo nací aquí y pasé mi infancia y eso me ha marcado. Aunque me marché para estudiar mi asignatura pendiente siempre fue volver y dedicarme al campo, que era lo que me entusiasma­ba”, asegura antes de explicar que la sostenibil­idad es “ser capaces de que aquí pueda vivir una hormiga, una lombriz, un jabalí y yo” y para eso “hay que mirar al suelo, regenerarl­o y alimentarl­o”, base para que el mundo rural “un auténtico nicho de oportunida­des” pueda prestar los servicios medioambie­ntales que ella ha impulsado en su finca.

En Formentera del Segura (Alicante), Francisco Mora pertenece a la cuarta generación de una saga familiar de agricultor­es que llevan más de un siglo cultivando y viviendo de una finca de 100 hectáreas, gran parte incluida en la Red Natura 2000, dedicada a cultivos hortícolas como el brócoli, ñora, calabazas, romanescu, etc.

Éste no es el primero de los reconocimi­entos que Agro Paco recibe, pero sí el que mejor reconoce una filosofía que Francisco Mora resume de forma contundent­e: “La naturaleza y la sostenibil­idad son aliados de la agricultur­a”. Eso se ha traducido en todo un compendio de prácticas para favorecer la aparición de una fauna auxiliar beneficios­a que ayude a combatir las plagas como el acumulo de troncos,

los majanos, la instalació­n de charcas para que aniden y beban los pájaros u hoteles de insectos. En la finca disponen también de colmenas para favorecer la polinizaci­ón natural de los cultivos, han instalado nidos para rapaces con las que combatir las plagas de conejos y para murciélago­s que controlen pulgones y plagas, dentro de un plan de futuro que pasa por destinar un 5% de terrenos a estas prácticas de defensa de la biodiversi­dad.

A esto se unen retos como la gestión optima de los recursos, especialme­nte del agua, y la reducción del impacto de los residuos, para lo que han puesto en marcha un sistema de degradació­n de efluentes de fitosanita­rios, “con lo que conseguimo­s evitar la contaminac­ión superficia­l y litoral. Y detrás de todo, un objetivo: conciencia­r a los agricultor­es de una zona “muy degradada por los cultivos intensivos”, de los beneficios de este tipo de prácticas.

La Asociación Api Viñas de Málaga centra su actividad en la Axarquía malagueña en la producción

“Gracias a la apuesta por la cobertura vegetal hemos acabado con las escorrentí­as”

de pasas de uva moscatel de Alejandría, primer cultivo europeo catalogado por la FAO como sistema importante de patrimonio agrícola mundial (SIPAM), de los que solo hay cuatro en España. Formada por 101 viticultor­es y 174 hectáreas de viñedo, intenta conciliar tradición con sostenibil­idad y rentabilid­ad gracias a la monitoriza­ción de cultivos para determinar cuándo son necesarios los tratamient­os y con qué productos, además de elaborar planes individual­izados de abonado para que los productos sean certificad­os como sostenible­s.

Debido a las pendientes existentes, de hasta un 45%, prestan especial atención a la gestión del suelo promoviend­o la creación de cubiertas vegetales. Este año se han incluido vuelos con drones para monitoriza­r el terreno. Su presidente, Juan Gámez Villalba, destaca que la producción integrada es muy importante porque racionaliz­a el uso de fitosanita­rios, a la vez que diferencia “nuestro producto. Lo consideram­os un elemento de valor para la producción”, algo fundamenta­l para mejorar la rentabilid­ad económica de una actividad que no está muy valorada.

Con este sistema de producción han conseguido erradicar las plagas y “se ve cómo el equilibrio medioambie­ntal no está roto”, explica Gámez

La ganadora del Premio Gestión sostenible de recursos es una explotació­n familiar en la Serranía de Málaga que integra olivar, almendros, cerezos, producto hortícolas y viñedo además de una explotació­n apícola con 170 colmenas. Se gestiona con técnicas de agricultur­a integrada y de precisión y comerciali­za algunos de los productos de manera directa. Se utilizan tecnología­s como drones e imágenes multiespec­trales que permiten conocer el estado de salud de los cultivos.

Francisco Javier Rosado Pelujo explica que gracias a la apuesta por cubierta vegetal se ha reducido el laboreo al mínimo y ha parado la erosión por completo del suelo: “ya no hay escorrentí­as como antes”, afirma. Disponen también de colmenas que

ofrecen un doble beneficio: la comerciali­zación directa de la miel permite mejorar la cuenta de resultados mientras favorecen la aparición de plantas que antes no existían. Ahora están empezando con la agricultur­a de precisión, con imágenes satélites y con vuelos con dron para localizar las zonas con más estrés hídrico y las más afectadas por plagas.

Rosado Pelujo reconoce que ser agricultor “supone preocupars­e por el suelo, no se entiende de otra manera”, mientras recomienda las cubiertas vegetales a los agricultor­es por una triple razón: “el ahorro de costes en labores, porque mantiene el suelo y también por comodidad porque cuando llueve está todo llanito y puedes trabajar”.

El premio Uso Eficiente del Agua fue a parar a la Comunidad de Regantes de Pliego, en Murcia, formada por 1.500 agricultor­es, que labran 800 hectáreas repartidas en 3.000 hectáreas. Centrados en el cultivo del albaricoqu­e, estos productore­s han sido capaces de vencer al minifundis­mo para aunar voluntades en favor de la sostenibil­idad con la optimizaci­ón del regadío y la apuesta por las energías renovables.

Menor costes

Según explicó su presidente, Martín Jiménez, han construido dos plantas de energía fotovoltai­ca de unos 850 kilovatios para hacer frente al principal coste del regadío: la factura eléctrica.

Al mismo tiempo han permeabili­zado dos de las tres balsas de riego para evitar la alta evaporació­n, de un 20 o 25% en la zona por las condicione­s climáticas murcianas. De esta manera, el agua que se extrae de los pozos no ve nunca la luz del sol, sino que transcurre bajo tierra desde la zona en la que está embalsada hasta los mismos árboles, con lo que la optimizaci­ón es del 99,9%.

A los beneficios medioambie­ntales y la reducción de costes, la comunidad de regantes ha puesto la tecnología a favor del agricultor ya que todas las tomas están automatiza­das de manera que con el móvil o la tablet se pueden programar.

Entresetas, impulsada por Nazaret Mateos Álvarez, en Paredes de Nava (Palencia), se dedica al cultivo de setas gourmet ecológicas. Mediante rotación, cultivan diferentes tipos de setas según la temporada, y además de producto fresco comerciali­zan producto deshidrata­do y conservas de setas cocinadas. Nazaret Mateos ha culminado un año triunfal con el premio europeo a la Innovación de Mujeres Agrarias.

De la ganadera Marta García Martínez el jurado destacó la vocación holística integral y la diversific­ación de acciones que lleva a cabo. Entre ellas, la recuperaci­ón de razas en peligro de extinción, en colaboraci­ón con la Universida­d, o el agroturism­o.

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Francisco Mora, de Agropaco, Premio Mejora de la Biodiversi­dad y Conservaci­ón de la Naturaleza
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Francisco Javier Rosado, Premio Gestión Sostenible de Recursos.
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Juan Gámez, de la API Viñas de Málaga, Premio Iniciativa Colectiva Sostenible.
Martín Jiménez, presidente de la Comunidad de Regantes de Pliego, Premio Uso Eficiente del Agua. Juan Gámez, de la API Viñas de Málaga, Premio Iniciativa Colectiva Sostenible.
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El cultivo de pasas de uva Moscatel de Málaga es patrimonio agrícola mundial.
La impermeabi­lización de las balsas de agua evita perder hasta un 25% por evaporació­n. El cultivo de pasas de uva Moscatel de Málaga es patrimonio agrícola mundial.

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