El Economista - Agro

“Con diez años cogía mis ahorros y me iba a comprar cencerros”

Cuando la cobertura lo permite, postea con éxito en Facebook, donde su Ganaderia Cambureru cuenta con casi 30.000 seguidores. Un perfil que Abel ve esencial para que quede reflejado lo que los ganaderos tienen que decir frente a una política que “no valo

-

Pocos, pero aún quedan en los Picos de Europa pastores que pasan las primaveras y veranos en majadas, casi con la única compañía de sus animales. Abel Fernández López es uno de ellos. Natural de Sotres, concejo de Cabrales, este joven de 33 años que se siente ganadero “desde crío”, sube en mayo al puerto con 70 ovejas, 140 cabras y 70 vacas. El año pasado se confinaron con él en la mayada, su mujer y su pequeño, pero, por lo general, la soledad es la única que le espera tras el día de pastoreo hasta avanzado julio, cuando sus padres le relevan “para que baje a la hierba”.

Arriba, balidos y bramidos se mezclan con un peculiar martilleo, el que produce mientras arregla y afina cencerros asturianos. La afición le nació “con 10 ó 12 años”, cuando cogía sus ahorros y se iba a un bar para comprarlos. Luego machacaba con el martillo. “Al principio hacía unos buenos estropicio­s”. Fue antes de que Rafael López, Falo, un conocido de Poo de Cabrales, le enseñara la técnica de este oficio tradiciona­l que convierte los cencerros en un GPS a la antigua usanza. Así, afirma el afinador, el objetivo es imprimir a la pieza -de chapa bañada en latón y con badajo de cuerno de cabra o vaca-, un sonido particular y, sobre todo, audible a kilómetros, capaz de traspasar las peñas cabraliega­s, para que el ganadero sepa dónde hallar a sus animales. Pa

Por Natalia Calle.

Foto: eE ra ello, “hay que saber cómo golpear, a unos cuatro centímetro­s de la boca, destensar correctame­nte la chapa y hacer las hendiduras precisas”, matiza.

Sobre el millar afina cada año, con precios que oscilan “entre los cinco euros de los más pequeños y los 80-100”, y las ferretería­s constituye­n su principal canal de venta desde que la pandemia frenara las ferias. Además, vende gracias al boca a boca y a las redes sociales -incluso con personaliz­ación-, y le llegan no sólo encargos desde lugares como Texas, sino clientes tan peculiares como una mujer que adquirió un cencerro pequeño “para ponérselo a un gallo y que las gallinas lo siguieran”. Lo mejor es que tiene asegurado el relevo, porque su hijo apunta maneras y, por lo pronto, “tira más por los cencerros que por las ovejas”. Así que, dice Abel, quizá tenga porvenir como afinador, siempre “que quede ganado al que ponerle cencerro”, cosa que no ve clara. “Cuando yo tenía 15 años había 700 cabras y 1.000 ovejas en Sotres, y apenas quedan 70 y 200”, lamenta antes de subrayar que la figura de Parque Nacional ha sido “una condena” y que la protección del lobo les da la puntilla. “He llegado a perder 40 animales en un verano” y es un no parar, a pesar de que desde hace cinco años recogen al rebaño cada noche. “Es muy triste que pongan por encima la vida de un lobo a la de muchas familias a las que les quita el pan”, sentencia.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain