Junto a su hermano, lleva la explotación familiar en una pequeña localidad cordobesa
se ven obligados a asumir muchos costes que para nada se ven reflejados en el precio al que luego tienen que vender.
No obstante, pese a los problemas que, por naturaleza o burocracia, siempre se adhieren al campo, para esta agricultora pesan más los pros: “el contacto continuo con la naturaleza, las vistas, el respirar aire puro cada día, el mandar en lo que haces…”, enumera antes de destacar, como lo más gratificante, “la recompensa que llega con la cosecha”, con la recogida de algo en lo que te has “implicado”, que has trabajado día a día y que “es tuyo”, dice esta joven rural, ingeniera técnico, amante de los tractores y emprendedora que, tras una primera etapa profesional en empresas privadas, está “súper convencida de haber hecho lo correcto” cuando hace unos seis años decidió volverse a su pueblo y arraigar en la tierra de sus orígenes para, como señala en su cuenta de Instagram, sentirse “una privilegiada cada mañana”.