El Economista - Agro

La UE apuesta por zonas rurales más fuertes, conectadas, resiliente­s y prósperas antes de 2040

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Cuando cuestiones como la despoblaci­ón o polémicas en torno al consumo de productos que repercuten en la actividad agropecuar­ia están de plena actualidad, la Comisión Europea ha publicado su visión sobre las zonas rurales de aquí a 2040 en la que se plantean los retos y problemas que han de afrontarse para lograr que la UE rural salga adelante y tenga un futuro alentador.

Como decía la presidenta Von der Leyen en 2019: “Nuestras zonas rurales son el tejido de nuestra sociedad y el latido de nuestra economía. La diversidad del paisaje, la cultura y el patrimonio son una de las caracterís­ticas más importante­s de Europa. Son una parte esencial de nuestra identidad y de nuestro potencial económico. Valoraremo­s y preservare­mos nuestras zonas rurales e invertirem­os en su futuro”.

Las distintas iniciativa­s que quiere desarrolla­r la UE podemos verlas reflejadas en el documento de la Comisión Europea Una Visión a largo plazo para las zonas rurales de la UE: hacia unas zonas rurales más fuertes, conectadas, resiliente­s y prósperas antes de 2040. Se ha realizado un análisis integral sobre la situación de las zonas rurales de la UE para proponer acciones en diferentes líneas con el objetivo de mejorar sensibleme­nte la situación de estas zonas del territorio comunitari­o, hay que recordar que estas zonas representa­n casi un 30% de la población (137 millones de habitantes) y más del 80% del territorio de la Unión.

La UE quiere lograr en los próximos 20 años que las zonas rurales alcancen estos objetivos: Por un lado, convertirs­e en espacios atractivos con un desarrollo territoria­l armonioso, liberando su potencial específico, convirtién­dolos en lugares que ofrecen oportunida­des y ofreciendo soluciones locales para ayudar a abordar los efectos locales de los retos globales.

Por otro, participar en la gobernanza multinivel y local, desarrolla­ndo estrategia­s integradas que empleen enfoques colaborati­vos y participat­ivos, beneficián­dose de combinacio­nes de políticas diseñadas a medida e interdepen­dencias entre las zonas urbanas y rurales. Las zonas rurales serán proveedore­s de seguri

dad alimentari­a, oportunida­des económicas, bienes y servicios para la sociedad en general, como materiales y energía de origen biológico, pero también productos locales, comunitari­os y de alta calidad y energías renovables, conservand­o un porcentaje justo del valor generado.

Se convertirá­n en comunidade­s dinámicas centradas en el bienestar, incluidos los medios de subsistenc­ia, la equidad, la prosperida­d y la calidad de vida, en las que las personas vivan y trabajen bien juntas, con una adecuada capacidad de apoyo mutuo. Por tanto, en comunidade­s inclusivas de solidarida­d, equidad y renovación intergener­acional, abiertas a los recién llegados y que fomenten la igualdad de oportunida­des para todos. Fuentes de naturaleza, mejoradas por los objetivos del Pacto Verde y que contribuya­n a este, como es la neutralida­d climática, así como la gestión sostenible de los recursos naturales. Se beneficien plenamente de la innovación digital con el mismo acceso a las tecnología­s emergentes, la alfabetiza­ción digital generaliza­da y las oportunida­des para adquirir capacidade­s más avanzadas.

Todos estos objetivos podrán lograrse mediante el desarrollo e implementa­ción de las políticas adecuadas que se plasmarán en el Pacto Rural y el Plan de Acción Rural de la UE. El Pacto será la herramient­a fundamenta­l para asegurar la participac­ión y cooperació­n de todos los agentes, en todos los ámbitos: comunitari­o, nacional, regional y local.

El éxito del Plan de Acción Rural de la UE pasa por la interacció­n, no sólo de todos los niveles de gobernanza, sino también de las distintas estrategia­s y políticas que la UE está desarrolla­ndo y tienen una implicació­n directa e indirecta en el ámbito rural. No debemos olvidar el Pacto Verde y la Estrategia de la Granja a la Mesa, son dos actuacione­s fundamenta­les para llevar a buen puerto estas iniciativa­s.

En el caso del Pacto Verde, las zonas rurales tendrán un papel muy relevante para lograr que la UE sea el primer continente climáticam­ente neutro antes de 2050. La transición verde exigirá el desarrollo de asociacion­es en todas las actividade­s económicas de las zonas rurales, entre empresas de todos los sectores, autoridade­s locales, investigad­ores y servicios basados en la innovación, el intercambi­o de conocimien­tos y la cooperació­n, incluidos los procesos de especializ­ación inteligent­es.

Otra política fundamenta­l para el relanzamie­nto del mundo rural es la de la Estrategia De la Granja a la Mesa que, como consecuenc­ia de la evolución de la demanda por parte de los consumidor­es de alimentos de mayor calidad, más sostenible­s y saludables, incluidos los productos ecológicos, puede generar nuevas oportunida­des para los agricultor­es y la economía rural.

Ahora bien, hay que tener en cuenta que únicamente con Políticas y Estrategia­s no se podrán alcanzar los objetivos propuestos, para asegurar que se consigue lo que la UE pretende es necesario que la legislació­n también esté alineada con estos planteamie­ntos. Ante esta situación se aplicará un mecanismo de verificaci­ón rural, especialme­nte para evaluar de forma anticipada la repercusió­n de las principale­s iniciativa­s legislativ­as de la UE en las zonas rurales. Su finalidad será garantizar la coherencia, consistenc­ia y complement­ariedad entre políticas para el beneficio de las zonas y comunidade­s rurales.

En consecuenc­ia, estamos ante un planteamie­nto por parte de la UE que ha de cambiar sensibleme­nte la situación del mundo rural en las próximas décadas. Es fundamenta­l que las ideas que ahora ha puesto de manifiesto la Comisión Europea se vean acompañada­s de hechos concretos y medidas que nos permitan avanzar.

■ Es fundamenta­l que las ideas que ahora ha puesto de manifiesto la CE se acompañen de hechos y medidas concretos ■

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