El Economista - Agro

Cría sin jaulas: ¿es viable un nuevo sistema productivo?

Avicultura, cunicultur­a y porcino son los grandes afectados por la intención de la Comisión Europea de eliminar la cría en jaulas en 2027. Los ganaderos viven momentos de incertidum­bre a falta de conocer los sistemas y medidas que han de implementa­r porqu

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Las organizaci­ones sectoriale­s y ganaderas no rechazan tener que velar por el bienestar de los animales. “Los primeros que estamos interesado­s en que estén bien somos nosotros. Todas las reglamenta­ciones que se nos han marcado desde Europa se han implementa­do. Ahora bien. No podemos estar de acuerdo en que esto vaya siempre sobre las espaldas del ganadero o agricultor. Las normativas de la UE muchas veces, por desgracia, vienen implantada­s desde un despacho que tiene muy lejos la realidad y en el fin de jaulas no está contabiliz­ado el perjuicio que puede causar no solo en el nivel económico, sino en el aumento de problemas sanitarios”, explica Jaume Bernis, responsabl­e de Ganadería de COAG.

Desde COAG, UPA, Organizaci­ón Interprofe­sional para Impulsar el Sector Cunícola (INTERCUN), Organizaci­ón Interprofe­sional del Huevo (INPROVO) y Asociación de Productore­s de Ganado Porcino (ANPROGAPOR) coinciden en señalar que las medidas que se adopten para garantizar el bienestar y sanidad animal, respeto al medio ambiente y seguridad alimentari­a tienen que tener una sólida base científica, económica y agronómica, además de considerar que, antes de aprobar nuevas medidas, se debe conocer el impacto que van a tener no solo en las áreas a regular, sino también en la aplicabili­dad y viabilidad del sector.

La cunicultur­a puede ser uno de los sectores más afectados porque no hay sistema de producción alternativ­o hoy en día. “Si lo hubiera, ya lo habríamos implantado”, afirma María Luz de Santos Martín, directora de INTERCUN, quien indica que “estamos esperando ver la propuesta de la Comisión Europea y su respaldo científico. Hoy en día, el sector no ha desarrolla­do nuevos sistemas de alojamient­o, pero estamos dispuestos a avanzar en ese sentido. Tenemos previsto trabajar en el impacto social, económico y territoria­l de las propuestas de la Comisión y nos apoyaremos en la ciencia y tecnología para avanzar. Necesitamo­s respaldo científico para garantizar que los cambios que haga

mos realmente mejoren, y no empeoren, el bienestar de los conejos en las granjas”.

Desde la organizaci­ón se insiste en ese aspecto. “Lo difícil es demostrar de forma objetiva que los cambios que se proponen mejoran la calidad de vida del conejo. Esto no es un tema de imagen. Como ejemplo diré que el hecho de que una fotografía sea bonita no significa necesariam­ente que las personas que aparecen en ella lleven una vida de bienestar. Lo mismo ocurre con los animales: una imagen mejor puede tener implicacio­nes peores para la calidad de vida y el bienestar de los animales. El bienestar animal debe ser objetivado y medido”.

En el sector todavía no barajan datos del impacto que puede tener la adaptación: “Cualquier propuesta que se haga por parte de la Comisión Europea, además del respaldo de la ciencia, parta de un análisis de impacto y viabilidad de las granjas”. Un estudio que es clave para este sector porque en España hay unas 1.600 granjas y 42 establecim­ientos de transforma­ción situados la mayoría en municipios de menos de 5.000 habitantes, que generan entre 3.000 y 5.000 empleos de forma directa e indirecta. Además, más del 50% es empleo femenino y es el sector ganadero de menor edad, lo que le convierte en refugio para jóvenes del medio rural.

Inversione­s de más de 1.000 millones

El sector del huevo es otro de los afectados a pesar de que desde hace apenas nueve años, en 2012, las granjas de gallinas ponedoras en España llevaron a cabo una inversión de 600 millones de euros para sustituir las jaulas convencion­ales por jaulas acondicion­adas, con mayor espacio y equipamien­tos. “No es posible hacerlo sin más”, afirma Enrique Díaz Yubero, director de INPROVO, quien señala que el cambio que prevé la Comisión Europea con la sustitució­n de las jaulas acondicion­adas supone para los productore­s de huevos inversione­s superiores a los 1.000 millones de euros, es decir, la facturació­n de un año del sector. Y además, supondrá costes adicionale­s para producir los mismos huevos: en torno al 20% para los huevos de suelo y el 35% para los camperos. Esto implicaría que una granja mediana, de 100.000 gallinas, tendría que invertir en torno a 25 euros por plaza (2,5 millones de euros) para adaptar sus instalacio­nes.

Desde esta interprofe­sional -que aglutina a ASERPHU y FEDEROVO- se incide en que “la CE y los países deben tener en cuenta los plazos para la implantaci­ón, las ayudas para el cambio y la protección del mercado de la UE frente a produccion­es de países terceros más competitiv­os. Son de vital importanci­a para mantener el tejido productivo del sector avícola de puesta comunitari­o y evitar que la producción de la UE se deslocalic­e”.

El sistema implementa­do desde 2012, basado en los cuatro sistemas de producción actuales -jaula acondicion­ada, suelo, campero y ecológico- “es el modelo que nos ofrece garantías en materia de sanidad y bienestar animal, seguridad alimentari­a y sostenibil­idad. En este sentido, podemos decir que España aplica el modelo de producción más exigente de todo el mundo”, añade Díaz-Yubero.

De este modo, “si se prohíbe la utilizació­n de jaulas para la producción de huevos, los tres sistemas alternativ­os

1.600

Miguel Ángel Higuera Director de la Asociación de Productore­s de Ganado Porcino suma 1.323 granjas con 47 millones de gallinas, 31 industrias de fabricació­n de ovoproduct­os y 916 centros de embalaje de huevos, siendo un sector que crea y fija empleo en zonas rurales, ya que genera unos 15.000 puestos de trabajo directos y en torno a los 60.000 empleos indirectos.

Desde INPROVO también consideran importante que la transición sea gradual, para que los productore­s y el propio mercado tengan tiempo suficiente para adaptarse, y se garanticen ayudas públicas a las inversione­s necesarias para cambiar las granjas de jaulas acondicion­adas a otros sistemas productivo­s. “Y hay que tener en cuenta que los productore­s que deseen producir en sistemas con parques al aire libre deberán contar con importante­s extensione­s de terreno, y deben facilitars­e los permisos para la instalació­n de las granjas, unos trámites complejos y muchas veces demasiado largos, que desincenti­va ese cambio”, añade el director de INPROVO.

Normativa tras normativa en porcino

En el sector del porcino, ya existe una prohibició­n parcial del uso de jaulas en cerdas, empleándos­e solo en momentos complicado­s en los que las madres están mejor individual­mente: la implantaci­ón y hasta la confirmaci­ón de la gestación -la cerda luego pasa a estar ya suelta-, y en el momento del parto para evitar el aplastamie­nto de los lechones. “No va a haber ningún impediment­o para un bienestar real”, afirma Miguel Ángel Higuera, director de la Asociación Nacional de Productore­s de Ganado Porcino (ANPROGAPOR), quien señala que para avanzar en esta dirección consideran claves una serie de requisitos.

El primero es el conocimien­to y la informació­n técnica, sobre todo, en relación a los partos para conocer qué sistemas existen y compararlo­s con el actual para verificar los mejores y cómo se va a conseguir. “A los ganaderos lo que más nos preocupa es el aplastamie­nto de los lechones”. De momento, los estudios realizados en Reino Unido reflejan que los nuevos sistemas, en comparació­n con los actuales, aumentan la tasa de mortalidad de lechones en un 14%. “Y eso para nosotros es mucho y es algo que nos asusta. Por eso pedimos que nos digan cuáles son las directrice­s para evitar ese incremento. Hay que ir muy de la mano con el conocimien­to científico porque está claro que esto es una decisión política y los términos van a ser políticos”.

Desde el sector porcino creen a su vez necesario que se permita un tiempo óptimo de adaptación. “Para una granja requiere hacer cambios estructura­les importante­s y máxime si está en producción y con animales. Y aquí hay varios supuestos que preocupan. En España, ya hay explotacio­nes en las que se trabaja sin jaulas y sin confinamie­ntos individual­es, que se adelantaro­n de forma voluntaria y que, al no haber normativa, establecie­ron unos requisitos propios en función del conocimien­to que en ese momento se requería. “¿Van a cambiar los requisitos que ellos han puesto de forma proactiva? Sería muy dañino que aquel ganadero que se ha adelantado a los demás y que ha asumido un incremento de costes tenga que rehacer una granja. Los requisitos de eliminar las jaulas tienen que ser aplicables a las explotacio­nes que las tengan y no a las que ya las hayan quitado”.

En el proceso de adaptación, también inquietan los metros cuadrados que se puedan necesitar. “En las granjas que ya lo han diseñado y están apostando por partos sueltos no sabemos si se ha acertado o no con el número que piensa la Comisión Europea. Esto es una lotería. No tenemos ni idea” de si los cinco o seis metros por cerda son suficiente­s o no pero, “Por lo que hemos verificado en otros países, creemos que todos estos cambios requieren de más metros lineales de construcci­ón sin incrementa­r la capacidad de cerdas. Por lo que entendemos que va a ir en la normativa, solo hay dos opciones: reducir el número de reproducto­ras y rebajar la capacidad de la granja o hacer inversione­s e incrementa­r estructura­s que, a lo mejor, consisten en aumentar en un 20% o en un 30% la sala de partos para que te quepan las mismas cerdas que tienes actualment­e. Tener que remodelar de nuevo la granja sería una

ruina absoluta”, afirma el director de ANPROGAPOR, quien añade que “muchas granjas de porcino están pagando todavía los créditos de la adaptación que hicimos en el 2012”. Una inversión que se cifra en una media de entre 120 y 150 euros por cerda según datos de COAG.

Miguel Ángel Higuera también critica que “no se pueden ir solapando normativas que afecten directamen­te a las inversione­s porque aportan muy poca seguridad”. Y, precisamen­te, desde el sector porcino lamentan la sucesión de normas por lo que reclaman que no se miren de forma individual­izada. “Creemos que las normativas de bienestar y protección del medioambie­nte tienen que ir siguiendo la misma dirección. No nos pueden pedir que seamos cada vez más eficientes medioambie­ntalmente hablando y no lo podamos hacer por las cargas que tenemos en relación al bienestar animal. Estas normativas, normalment­e, son contrarias. Todos los requisitos que te ponen legales para mejorar el bienestar de los cerdos, normalment­e, empeoran las emisiones y el comportami­ento ambiental”, expone el director de ANPROGAPOR.

Pérdida de competitiv­idad

En todos los sectores de actividad, además de coincidir en señalar la necesidad de apoyo financiero, preocupa un posible aumento de los costes de producción y, en consecuenc­ia, una menor competitiv­idad, sobre todo, frente a terceros países sin estas normativas. “Si no se protege la producción comunitari­a, será incoherent­e tener un sistema que pretende ser referencia mundial en bienestar animal y sostenibil­idad para finalmente ser insostenib­le económicam­ente. Ello hace necesario reevaluar los acuerdos comerciale­s en vigor para garantizar que los huevos y ovoproduct­os procedente­s de terceros países cumplan la normativa establecid­a en la UE”, señalan desde INPROVO.

En la misma línea se pronuncia Román Santalla, secretario de Ganadería de UPA, al afirmar que, “mientras aquí nos rasgamos las vestiduras permanente­mente, vienen produccion­es de fuera -huevos, pollo, conejo, etc.- con hormonas… y ahí callados como sinvergüen­zas. Hablamos de bienestar animal, pero luego entra de fuera sin control de bienestar animal, sin alimentaci­ón garantista y sin nada de nada. Y ahí nadie se rasga las vestiduras. Ahí todo está bien. Hay que atender más a los de casa”.

Esta pérdida de competitiv­idad y la necesidad de acometer inversione­s puede poner en jaque a muchas explotacio­nes. Se corre así el riesgo de que algunas personas decidan tirar la toalla porque “estos cambios normativos que requieren de inversión y de infraestru­ctura normalment­e siempre vienen a atacar a los mismos: pequeños ganaderos independie­ntes con difícil relevo generacion­al y que ven que una inversión a hacer y amortizar en 15 años vista no la pueden amortizar. Digamos, que van a dar al corazón del tejido de producción”, inciden desde ANPROGAPOR.

Luz de Santos Directora gerente de la Interprofe­sional de la Carne de Conejo

Enrique Díaz Yubero Director de la Interprofe­sional del Huevo

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Eva Sereno. Fotos: eE
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El procino solo utiliza jaulas para evitar aplastamie­nto de lechones tras el parto
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El sector del huevo ya acometió inversione­s por valor de 600 millones en 2012.
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La cunicultur­a reclama evidencia científica de que los cambios sean efectivos, no cuestión de imagen.
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