El Economista - Agro

Judit cambió su trabajo en las pistas de Sierra Nevada por la cría de cerdos en Jabugo

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Criada entre animales y con el recuerdo aún fresco de la venta de leche directa que hacía su abuela y de las matanzas caseras de cerdo que siempre vivió en su casa, con la jubilación de su padre a Judith se le despejaron las dudas sobre su futuro; aparcó su formación como terapeuta ocupaciona­l y decidió tomarle el relevo. David, granadino provenient­e del área de la administra­ción, siguió sus pasos pese a carecer de vinculació­n alguna con la ganadería. Hoy, juntos dirigen y comparten las tareas, “al 50%”, de Fuentezaos Ibéricos Felices, una explotació­n ganadera que conforman 50 guarros y 21 vacas madres.

Como para otros muchos ganaderos, la irrupción del Covid en 2020 marcó un punto de inflexión y las cosas se torcieron, de un modo más abrupto si cabe, para criadores del exclusivo 100% ibérico como Ju

dith y David. “Algunos guarros se pagaron a coste y un ganadero no puede permitirse eso porque en el animal está tu trabajo de meses y también el sustento alimentari­o de las nuevas camadas que vienen detrás”, recuerda ella. Sin embargo, precisamen­te esa difícil situación animó al tándem a lanzarse a poner en marcha una idea que ya barajaban “desde algún tiempo antes”, la de ofrecer sus animales a padrinos y madrinas que quieran costear su crianza a cambio de quedarse con los productos obtenidos de ellos.

“Preferímos desvincula­rnos de las empresas grandes y criar como nosotros queremos”, afirma la ganadera jabugueña acerca de la motivación que empujaba su idea. Además, añade, en ella hay, sobre todo, un componente cultural: “buscábamos la forma de acercar la cría del guarro al público general”. “Está claro que es un animal criado para comer, pero se trata de huir un poco de la industrial­ización, criar a ese animal de una manera digna, acercar al consumidor todo lo que hay detrás del jamón y del chorizo que se come, que esa cultura perviva y se valore”, explica con el tono apasionado de quien ama lo que hace Judith García.

La materializ­ación definitiva del emprendimi­ento de la pareja llegó en septiembre de 2020 bajo el nombre ‘Apadrina un guarrino 100% ibérico’.

“Pusimos 20 guarritos en el programa de apadrinami­ento para probar y los 20 se apadrinaro­n”, fundamenta­lmente por parte de gente de Sevilla y Granada, de “grupos de amigotes” y también de familias “que consumen este tipo de productos, tienen niños y buscan traerlos al campo”. Y es que los padrinos y madrinas pueden acudir a la

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A los animales no se les pone nombre ni se busca establecer un vínculo afectivo.

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