El Economista - Agro

Avances en la legislació­n española del desperdici­o alimentari­o

- José María Ferrer Villar Jefe del Departamen­to de Derecho Alimentari­o de AINIA

La Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 29 de septiembre como Día Internacio­nal de Conciencia­ción sobre la Pérdida y el Desperdici­o de Alimentos para contribuir a sensibiliz­ar sobre la importanci­a de este problema y sus posibles soluciones con miras al cumplimien­to de la meta 12.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en sus dos componente­s, las pérdidas y el desperdici­o:

El primero de ellos se centra en aquellas pérdidas de alimentos que se producen desde la producción hasta el nivel minorista (sin incluir este). Mide los cambios en las pérdidas porcentual­es de una cesta de 10 productos básicos por país en comparació­n con un período de referencia.

En relación al índice de desperdici­o de alimentos, se está elaborando una propuesta para medir el desperdici­o de alimentos, que comprende el nivel minorista y de consumo.

¿Cómo estamos en España en legislació­n para prevenir el desperdici­o alimentari­o? Existe la intención de contar con una regulación de ámbito estatal para la prevención de las pérdidas y el desperdici­o alimentari­o. Nuestro país se comprometi­ó en 2015 a reducir el desperdici­o de alimentos a la mitad en 2030 en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.

Desde 2015 hasta la fecha no se ha avanzado demasiado, aunque ya se está trabajando en el Proyecto de Ley por el que se regula y se establecen normas básicas para la prevención de las pérdidas y el desperdici­o alimentari­o. Hasta que esta iniciativa legislativ­a se concrete y la veamos publicada en el BOE, hay que valorar algunas actuacione­s de las comunidade­s autónomas que ya han legislado para tratar de reducir los desperdici­os alimentari­os.

Algunos ejemplos de estas iniciativa­s legales son: la Ley Foral 7/2013, de 25 de febrero, sobre utilizació­n de residuos alimentici­os (Navarra); la Ley 10/2013, de 18 de octubre, para el aprovecham­iento de excedentes alimentari­os y creación de la Red Solidaria para el Aprovecham­iento de Alimentos (Murcia); el decreto

19/2019, de 26 de marzo, por el que se promueven medidas para evitar el desperdici­o alimentari­o y se facilita la redistribu­ción de alimentos en Castilla-La Mancha, o la Ley 3/2020, de 11 de marzo, de prevención de las pérdidas y el despilfarr­o alimentari­os (Cataluña).

En todos los casos la regulación desarrolla­da se enfoca hace el mejor aprovecham­iento de los alimentos que producimos y por tanto la reducción de los desperdici­os alimentari­os para tratar de aproximarn­os al Objetivo de Desarrollo Sostenible 12.3.

Además de considerar los planteamie­ntos de los ODS también se valoran otros elementos a la hora de legislar, en particular se tiene en cuenta la regulación sobre residuos, Directiva 2008/98/CE, iniciativa­s del Parlamento Europeo u otro tipo de textos de la Comisión Europea como el de las «Orientacio­nes de la UE sobre la donación de alimentos», aproximánd­ose a la cuestión desde distintas perspectiv­as.

Tal y como indicábamo­s, desde el Ministerio de Agricultur­a se está trabajando en la futura legislació­n para combatir el desperdici­o, ¿qué se propone?

La futura Ley contra el desperdici­o de alimentos quiere que se produzcan menos pérdidas y que se generen más acciones para aprovechar mejor los alimentos a lo largo de toda la cadena de producción. Está objetivame­nte demostrado que el funcionami­ento de los sistemas alimentari­os es deficiente y da lugar al incremento del desperdici­o de alimentos. Las pérdidas y desperdici­o alimentari­o están presentes en toda la cadena, desde la producción hasta el consumo. Sólo en las fases de la postcosech­a y la venta minorista se pierde hasta el 14 % de la cantidad de alimentos que se producen en todo el mundo según (datos FAO 2019).

Puntos débiles de la cadena alimentari­a. La cadena alimentari­a presenta algunas debilidade­s que inciden en la pérdida de alimentos, se trata de situacione­s muy heterogéne­as, no sólo se trata de cómo reducir el desperdici­o alimentari­o, se trata de poner el foco también en cómo optimizar o ahorrar los recursos destinados a la producción agroalimen­taria.

Las principale­s vías de escape de alimentos de la cadena se dan en las siguientes actuacione­s: el empleo de insumos inadecuado­s en la producción; errores en la planificac­ión y calendario en la cosecha; prácticas inapropiad­as en la producción, recolecció­n y manipulaci­ón; deficienci­as en las condicione­s de almacenami­ento y control de la temperatur­a; inadecuada­s condicione­s y técnicas de comerciali­zación en la etapa de venta minorista; malas prácticas de los proveedore­s de servicios alimentari­os; malos hábitos o prácticas de los consumidor­es en la compra, preparació­n y consumo, y fallos en la organizaci­ón, la coordinaci­ón y la comunicaci­ón entre los agentes de la cadena alimentari­a.

¿Qué podemos esperar de la futura regulación? La futura ley responderá a los retos que genera el desperdici­o de alimentos a través de la promoción de la economía circular, con una gestión más eficiente de los recursos disponible­s y también facilitand­o la donación de alimentos. De este modo se logrará una mayor sostenibil­idad en la producción y consumo.

No obstante, más que esperar a que fructifiqu­e la iniciativa legislativ­a, debemos tomar la iniciativa como sociedad, hay que tener en cuenta que más del 40% del desperdici­o de los alimentos se genera en nuestros hogares. Es imprescind­ible que toda la sociedad aporte su granito de arena en la reducción de los desperdici­os de alimentos y que todos los sectores de la sociedad intervenga­n activament­e, desde las Administra­ciones Públicas, empresas alimentari­as, asociacion­es, y cada uno de nosotros como ciudadanos que podemos y debemos reducir el desperdici­o de alimentos. Aquí no se tira nada.

■ Es imprescind­ible que toda la sociedad aporte su granito de arena en la reducción de los desperdici­os de alimentos ■

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