“El tomate Abanillas es al corte como un buen jamón ibérico”
Surcados, de gran tamaño -muchos pasan del kilo-, feos por fuera, sabrosos por dentro, casi sin piel ni pepitas y, al corte, muy parecido a un buen jamón ibérico”. Así define el tomate de Abanillas Diego González Roiz (41 años), uno de los muchos cultivadores que, a nivel profesional, se afanan por recuperar variedades, hasta hace poco apenas ya visibles en pequeños huertos de recónditas zonas rurales.
Diego busca ese sabor auténtico del tomate, perdido para muchos consumidores, a través de EcoTierra Mojada, la explotación hortícola que hace siete años impulsó en Maoño, una pequeña localidad cántabra del municipio de Santa Cruz de Bezana, para dedicarse profesionalmente a una actividad que conoce desde niño y que hoy es una pasión compartida con Rocío Lopez Gutiérrez, su pareja. Juntos buscan ese tomate de siempre, también en estrecha colaboración con el Centro de Investigación y Formación Agrarias de Cantabria porque, como subraya este joven agricultor, “si quieres hacer las cosas bien, la agricultura no es de hoy para mañana, tiene que haber trabajo, esfuerzo e investigación detrás” y, para mejorar las variedades, “esa relación técnicos-agricultores es fundamental”.
EcoTierra pone al servicio de esa relación la hectárea de terrenos que posee en Abanillas (municipio
El suyo fue en 2020 el mejor tomate de España en la II Feria Nacional de Tomate Antiguo de Santa Cruz de Bezana. Es uno de los productores que están haciendo que el rey de la huerta deje de ser considerado un mero acompañamiento para “ser un plato en sí mismo”
de Val de San Vicente). Allí, fundamentalmente Diego y Rocío experimentan y trabajan con plantones, mientras que la producción hortícola se centra en los “4.000 metros de invernaderos”. En ellos, el tomate Abanillas, comparte cuidados y mimo con otras variedades, así como con “pimientos, lechugas, judías, pepinos, calabazas, espinacas, etc.”, una “cesta de la compra muy completa”, con productos de temporada y, además con certificación ecológica. “La producción en eco es innegociable, creemos en ello a muerte”, afirma Diego desde el respeto a quienes producen para alimentar al grueso de la población, pero reivindicativo con el cuidado de la tierra y con una manera de producir sostenible que, a su modo de entender ya es tendencia. “Tendemos a darle apellido a las cosas, a buscar productos que sean algo más, que estén buenos, pero sobre los que también podamos saber quién lo hace, cómo lo ha hecho, mi dinero de qué forma repercute en el cuidado del medio ambiente, etc.”, asegura.
No en vano, la tienda de venta directa que puso en marcha de forma casi casual ha sido un completo éxito y hoy absorbe “alrededor del 70%” de las ventas. Para quienes acuden a ella, el tomate Abanillas es un fijo y cuya mejor forma de comer es simplemente “cogido en su punto de maduración, en rodajas y acompañado con una pizca de sal y aceite”.