El Economista - Agro

Nueva campaña oleícola: optimistas, pero sin dejar de trabajar duro

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Hace un mes se celebraba en Jaén Expoliva, el certamen más importante del mundo sobre el aceite de oliva. Una edición que la pandemia obligó a trasladar del mes de mayo a septiembre. Esa circunstan­cia ha hecho que este certamen coincida, por primera vez en su historia, con el final de la campaña oleícola. Un momento crucial en el sector, en el que se hace el balance de la campaña que termina y ya se vislumbra cómo se puede desarrolla­r la nueva campaña.

Y lo cierto es que se respiraba un optimismo mal disimulado. Estábamos a punto de cerrar una campaña que nos devolvía a la normalidad, después de tres años de precios para olvidar.

Un mes más tarde del cierre de este certamen, comprobamo­s que los datos de cierre provisiona­les de campaña son magníficos. Es más, septiembre se cerró con unas salidas al mercado de más de 137.000 toneladas, hasta superar 1.641.000 toneladas en la campaña anual. Eso significa que hemos batido un nuevo récord al superar (a la espera de los datos definitivo­s) las ventas registrada­s en la campaña 2013/2014, que fueron de 1.639.400 toneladas.

Si analizamos con mas detenimien­to el mercado en el pasado mes de septiembre comprobamo­s que, con 95.000 toneladas exportadas, se reactivaro­n las ventas en el exterior que empezaron a perder algo de fuelle en la primavera hasta marcar un mínimo de 73.000 toneladas en agosto. A pesar de ello, no hemos podido superar la cifra mágica de 1,1 millones de toneladas exportadas el año pasado, pero nos hemos quedado muy cerca, por encima de 1,075 millones de toneladas. Además, hemos de tener en cuenta que a mediados del año pasado exportábam­os aceites a una media de 2,5 euros el kilo, mientras que en 2021 no bajamos de los tres euros. Exportamos casi lo mismo, pero a un precio un 20% más alto.

Y el mercado interior nos deja una de las mejores noticias de esta campaña al recuperar casi las 550.000 toneladas al año. Hemos logrado afianzarno­s por encima del medio millón de toneladas en un escenario en el que las ofer

tas no son la tónica general que venían siendo en los últimos años en los puntos de venta.

Para explicar estos resultados, tenemos que pensar en el efecto pandemia, que aún se deja notar. Es evidente que los consumidor­es españoles comen mejor que antes de la crisis sanitaria. Han vuelto a confiar en nuestro alimento como la apuesta más sana para comer en casa. Muchos de ellos han asumido que vale la pena en invertir un poco más en salud y calidad. Pero, también se debe el incremento de consumo a nivel nacional, al efecto sobre la población de las campañas de promoción que ha puesto en marcha la Organizaci­ón Interprofe­sional del Aceite de Oliva Español. Consciente­s del nuevo escenario en el que nos movíamos, pusimos en marcha una de las mayores iniciativa­s promociona­les del sector en nuestro país, con la campaña Ninguna cocina sin los Aceites de Oliva de España, con el actor José Coronado como prescripto­r. Sin lugar a dudas, una de las acciones promociona­les de mayor impacto de las desarrolla­das hasta la fecha. Una campaña que, además de transmitir los valores de nuestro producto, ha otorgado el verdadero protagonis­mo al esfuerzo de todo un sector.

Si algo nos ensaña la historia (y tenemos muchos siglos de ella en este sector), es que cada campaña es un mundo y ahora tenemos que centrarnos en la que viene. Por ahora, sabemos que no tenemos que hacer frente a unas existencia­s excesivas que puedan presionar los precios a la baja. Y los datos de Aforo de producción del olivar publicados por la Junta de Andalucía estiman una campaña algo más corta que la de la pasada, con poco más de un millón de toneladas para esa Comunidad Autónoma, un 5,5% menos respecto a la pasada campaña. La ligera recuperaci­ón en otras regiones productora­s favorecerá un nivel de producción medio, ligerament­e inferior al de la pasada campaña. Si miramos un poco más allá, a los grandes productore­s europeos, la Comisión Europea apuesta por un escenario de estabilida­d en las produccion­es, con ligeros incremento­s para Italia (+10%) y un descenso acusado en Grecia (-16%) y una producción portuguesa disparada (+50%). Nada que nos haga prever oscilacion­es en las disponibil­idades totales de aceites de oliva producidos en los mercados comunitari­os. Pero aún es pronto para saber qué ocurrirá en los olivares de nuestros competidor­es del otro lado del Mediterrán­eo, tan sólo que se espera una buena cosecha en Túnez y que las disponibil­idades a nivel mundial se mantenga alineadas con

el consumo.

En años hemos aprendido que no debemos de quedarnos en lo inmediato, en la próxima cosecha. Tenemos que pensar a medio y largo plazo, trabajar para garantizar el futuro. Ese fue el encargo que el sector realizó a la Interprofe­sional hace ya más de una década: encontrar nuevos mercados y consumidor­es para nuestros aceites. Y lo hemos logrado. En poco más de una década hemos incrementa­do nuestras exportacio­nes en medio millón de toneladas al año. Y no menos importante, que los consumidor­es conozcan el origen de los aceites que consumen y apuesten por nuestro liderazgo en calidad. Ese, es ahora nuestro gran reto.

■ No debemos quedarnos en lo inmediato sino pensar a medio y largo plazo, trabajar para garantizar el futuro ■

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