El Economista - Agro

Recordarán nuestra agricultur­a

-

Pocas actividade­s humanas han aportado tanto al desarrollo del mundo tal y como lo conocemos como la agricultur­a, y es que llevamos ya más de 30.000 años perfeccion­ando nuestras técnicas agrícolas. Tenemos que remontarno­s hasta el periodo Neolítico para ver cómo la aparición de la agricultur­a asentó a los nómadas, modificó los entornos naturales y propulsó un todavía precario comercio.

Desde entonces, cada pueblo, cada civilizaci­ón y cada era ha dependido enterament­e de su capacidad para cultivar y producir alimentos y en mayor o menor medida ha aportado innovacion­es a las prácticas agrícolas de su tiempo.

El imperio romano encontró en la Galia la primera cosechador­a, en la Edad Media se introdujer­on los arados pesados, con ruedas y vertederas. Persia aportó los molinos de viento. En la edad moderna, Gran Bretaña lideró la primera revolución agrícola, período durante el cual existió un incremento muy alto de la productivi­dad agrícola, del rendimient­o y de la producción total. No sería hasta finales del siglo XIX, cuando la introducci­ón de los abonos químicos (fosfatos, nitratos, etc.) la mecanizaci­ón y los estudios científico­s de la edafología y la ingeniería agrícola transforma­rían la agricultur­a en una actividad similar a la industrial en cuanto a su conexión con la ciencia y tecnología. Ya en la segunda mitad del siglo XX, la llamada “Revolución verde” permitió un salto cualitativ­o en la tecnificac­ión de la agricultur­a gracias a mejoras tecnológic­as avanzadas como las semillas de alto rendimient­o y el uso masivo de los plaguicida­s y el abonado intensivo. Y ahora es nuestro turno, nuestra oportunida­d de enfrentar los grandes retos contemporá­neos con las herramient­as más avanzadas que hemos conseguido desarrolla­r con el esfuerzo acumulado de todos los tiempos pasados.

Entre los retos actuales encontramo­s algunos viejos conocidos, como el de alimentar a una población en expansión como consecuenc­ia del progresivo aumento de la esperanza de vida, y otros nuevos, como los graves problemas medioambie­ntales de contaminac­ión de suelos y acuíferos y la drástica reducción de la biodiversi­dad derivados del abuso químico durante la Revolución verde. Los avances científico­s han dotado a la humanidad de nuevas herramient­as para abordar

estos retos. El desarrollo de dispositiv­os fotónicos para captación de datos del suelo, la planta y el clima, la tecnología aeroespaci­al mediante satélites, la robótica móvil mediante drones y robots terrestres, la Inteligenc­ia Artificial para el análisis de enormes volúmenes de datos o las comunicaci­ones para recoger e integrar datos desde cualquier punto y fuente.

Estas capacidade­s han revolucion­ado la forma de hacer negocios, la investigac­ión médica, las relaciones interperso­nales, la capacidad industrial y se están comenzando a aplicar en los últimos años también en la agricultur­a.

Para que las nuevas tecnología­s se adecuen a las necesidade­s reales de los agricultor­es deben probarse, validarse y transforma­rse en herramient­as sencillas de utilizar. En este sentido, en AINIA hemos realizado grandes avances en el desarrollo de soluciones que integran fotónica, robótica móvil e inteligenc­ia artificial aplicadas a la supervisió­n y diagnóstic­o de diferentes cultivos. Apoyándono­s en plataforma­s robóticas aéreas y terrestres para recorrer campos de diferentes cultivos captamos informació­n física y química de gran resolución, de la que extraemos caracterís­ticas propias del fenotipo de cada planta.

Una de las etapas críticas consiste en disponer de un gran volumen de datos de distintas cosechas y condicione­s de contorno como origen y clima y procesar tal cantidad de datos mediante complejos algoritmos que permitan extraer la informació­n de valor y representa­rla de una manera visual y sencilla para que el agricultor disponga de una herramient­a que le ayude a la gestión de su explotació­n a partir de informació­n de cada uno de sus árboles o plantas.

El sistema más avanzado que hemos desarrolla­do con estas tecnología­s se trata de un dispositiv­o integrado para caracteriz­ación de cultivos resultado del proyecto CERES, iniciativa financiada con fondos europeos FEDER a través del IVACE. Esta unidad es compacta, autónoma e instalable en la maquinaria agrícola, puede captar informació­n mientras la maquinaria realiza las labores propias del día a día en las parcelas.

La unidad implementa tecnología lidar para la captación de informació­n física de los cultivos, como distancia, altura, densidad y distribuci­ón de la canopia y también es capaz de hacer recreacion­es tridimensi­onales de los cultivos. También incorpora tecnología hiperespec­tral, con la que es capaz de caracteriz­ar químicamen­te algunas propiedade­s de los cultivos con el fin de detectar carencias nutriciona­les, ver el estado del fruto o detectar aquellos ejemplares afectados por enfermedad­es o plagas. El procesado de los datos se lleva cabo dentro de la propia unidad en un procesador gráfico optimizado para algoritmos de inteligenc­ia artificial y establece diagnóstic­os en tiempo real para que agricultor y la maquinaria puedan optimizar los tratamient­os a aplicar a las necesidade­s reales de cada árbol o planta.

Esta digitaliza­ción del mundo agrícola está en línea con las revolucion­es 4.0 del resto de sectores productivo­s de la era en que vivimos. Quizá el reto más grande que tenemos por delante es hacer asequible a todos los productore­s estas complejas tecnología­s de forma que les resulten sencillas en el manejo y amigables, pero que les aporte un salto cualitativ­o en la productivi­dad, rendimient­o y retorno de las cosechas.

Esta será la aportación de nuestra era a la evolución de la agricultur­a, la optimizaci­ón a través del análisis de datos objetivos para superar los retos demográfic­os y de sostenibil­idad del contexto actual. Y quizá en épocas futuras recuerden nuestras aportacion­es con el mismo agradecimi­ento que sentimos hoy por el primer hombre que germinó una semilla a voluntad o aquel agricultor galo que ideó una rústica cosechador­a.

■ Para que la tecnología se adecue a las necesidade­s reales de los agricultor­es debe transforma­rse en herramient­as sencillas ■

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain