El Economista - Agro

Diplomacia verde y nuevas barreras al comercio de productos agrarios

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El Pacto Verde europeo, que en el ámbito agroalimen­tario se sustancia en las estrategia­s De la Granja a la Mesa y Biodiversi­dad 2030, no solo supondrá un cambio de paradigma en la agricultur­a y ganadería, sino también en las relaciones comerciale­s del Viejo Continente con el resto del mundo.

La ambición medioambie­ntal de la UE supondrá una reducción del 50% en algunos de los principale­s inputs que se utilizan en el campo, como los fitosanita­rios o los fertilizan­tes. Las consecuenc­ias, según los informes conocidos hasta ahora, conllevará­n una importante reducción de la productivi­dad de nuestros agricultor­es.

No son solo estos los riesgos que conllevan las dos estrategia­s. Las institucio­nes comunitari­as quieren trasladar esas limitacion­es a los países con los que tenemos relaciones comerciale­s a través de la denominada “Diplomacia verde”. Esto se llevaría a cabo a través de las denominada­s Tolerancia­s de Importació­n (TI), es decir los Límites Máximos de Residuos (LMR) de Sustancias Activas que podrán tener los productos que provengan del exterior de la UE.

España debe fijar posiciones en las Tolerancia­s de Importació­n atendiendo a criterios científico­s

La Tolerancia de Importacio­nes es un mecanismo básico para favorecer el comercio internacio­nal y se basa en tomar como LMR aquel que fija la legislació­n estatal del país de origen de dichos productos, ya que este es el único que puede fijar controles sobre su producción agrícola nacional, ajustados principalm­ente a los requerimie­ntos reales de su agricultur­a, en cuanto a cuestiones como su climatolog­ía o la existencia de una amenaza más virulenta de plagas o enfermedad­es en sus cultivos locales.

El nuevo marco que quiere establecer la UE puede significar que productos tratados con sustancias fitosanita­rias cuyo uso está prohibido en territorio comunitari­o no puedan ser importadas, establecie­ndo más barreras no arancelari­as en la comerciali­zación de productos agrícolas. España tiene una dependenci­a de un 10% de productos importados de fuera de la UE. En el caso del maíz o la soja, claves para la alimentaci­ón animal, se acerca al 100%. Por ello, es clave que nuestro país defienda posiciones en las institucio­nes comunitari­as basadas en criterios científico­s y no sucumba a las presiones de los grupos ecologista­s o de las propias organizaci­ones agrarias que, aunque reconocen los beneficios del comercio internacio­nal para sus exportacio­nes, a la vez, solicitan competir en condicione­s de igualdad a nivel global, para no generar nuevas trabas a las transaccio­nes comerciale­s de productos y no poner en peligro el abastecimi­ento de alimentos.

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