Agricultura de conservación: buena para el bolsillo y el medio ambiente
Eusebio Miguel, uno de los mayores expertos en AC, nos explica los beneficios económicos y de sostenibilidad que ofrecen el mínimo laboreo, la rotación de cultivos, la siembra directa y la digitalización. “Es el camino, no hay otro posible”
Soplan nuevos aires en la política agraria comunitaria. El Pacto Verde con el que la UE quiere reducir las emisiones contaminantes también será una vuelta de tuerca para el sector primario de nuestro país. La agricultura de conservación es una de las prácticas beneficiosas para el medio ambiente que se recogen en los denominados ecoesquemas, que permitirán a los agricultores mantener el nivel de ayudas en el nuevo Plan Estratégico Nacional.
Pocas personas en España conocen mejor los beneficios de la agricultura de conservación que el palentino Eusebio Miguel. Su conocimiento y experiencia nace de una inquietud y una pasión en las que no ha hecho mella el tiempo. Más bien al contrario. Sus 26 años mimando y “hablando” con el suelo gracias a las buenas prácticas del mínimo laboreo, la rotación de cultivos y la siembra directa no han hecho más que ampliar sus ganas por apostar por la innovación permanente, a la que se suma la digitalización y la biotecnología, para encontrar la fórmula magistral de la agricultura del futuro: ser más productiva y a la vez más sostenible.
Junto con un hermano y dos primos, Eusebio Miguel dirige una explotación agrícola en la localidad palentina de Torquemada en la que poco queda de aquella agricultura tradicional que conoció cuando se incorporó en los años 80: la del monocultivo y el laboreo incesante de la tierra con vertederas, cultivadores y sembradoras surcando los campos.
Primero fue la adquisición de una maquina picadora y esparcidora para convertir los restos de la cosecha en una epidermis protectora y enriquecedora del suelo (’la siembra empieza en la cosecha” afirma). Luego, el mínimo laboreo y la siembra directa para arrumbar en 2015 en la digitalización “sin la que yo no entiendo la agricultura de conservación”.
“El primer mapa que hicimos fue en una parcela de regadío en 2016 y vimos que teníamos zonas con