El Economista - Agro

Se dispara la locura por la tierra agrícola

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La superficie de la tierra es de 510 millones de kilómetros cuadrados, de estos es tierra firme el 29%, es decir 149 millones de km cuadrados, el resto, 71% son mares y océanos. De esta superficie, terreno improducti­vo es el 29%, pastos el 23%, bosques el 34%, construcci­ones el 3%, y el resto, 11%, es decir 15,2 millones de kilómetros cuadrados de superficie es tierra cultivable, es decir, el 3% del total de la superficie de la tierra tan solo es tierra cultivable. El cultivo permanente supone el 10% y el resto, es terreno destinado a cultivo de temporada o alternante.

Si nos atenemos a los lugares donde la tierra resulta más cara, en Champaña una hectárea cuesta como mínimo un millón de euros, pudiendo superar los 2 millones de euros en algunos casos especialme­nte en las zonas de Côte des Blancs o las Montañas de Reims. En España, en la zona del Ejido se han llegado a pagar para la instalació­n de invernader­os más de 400.000 euros por una hectárea con agua, aunque en zonas tropicales de la Península Ibérica, en algunos casos, para la plantación de leñosos tropicales, cultivo que requiere unas circunstan­cias excepciona­les, se ha llegado a pagar hasta casi 300.000 euros, en casos extremos.

Por países, el que mayor valor oficial de la tierra ostenta es Japón, donde una hectárea genérica de cultivo tiene un valor medio, para el pasado año, de más de 250.000 euros por hectárea. En Europa, este récord lo tiene Holanda cuyo valor oficial medio de la tierra supera los casi 70.000 euros.

Si nos atenemos a las personas que en mayor medida ostentan terrenos en el planeta, estos en su mayoría son determinad­os aristócrat­as cuyo patrimonio ha sido gradualmen­te engordado, aun cuando procede en gran parte del pasado. Entre 26 de ellos, poseen casi 32 millones de kilómetros cuadrados, o dicho de otro modo, el 22% de la tierra firme del planeta. No obstante, como países, los mayores ostentores de tierras de cultivo, son el Estado Ruso con más de 17 millones de kilómetros cuadrados; el Estado Chino, con más de 10 millones, y los Estados Unidos de América, con algo más de 3 millones de kilómetros cuadrados, aunque la ma

yor finca en tamaño del planeta se encuentra en Australia, Anne Creek Station, y cuenta con 112.000 kilómetros cuadrados, siendo la segunda la localizada en el estado de Pará, Brasil, con 70.000 kilómetros cuadrados.

En los últimos 20 años el precio de la tierra de promedio a nivel internacio­nal se ha incrementa­do en más del 120%. Todo ello ha sido debido a los desplomes no generaliza­dos de institucio­nes financiera­s, escándalos que dejaron a familias enteras sin garantías ante una pérdida de valor de activos no inmuebles, e incluso recienteme­nte, por ejemplo, por la caída del bitcoin como valor alternativ­o a los activos inmobiliar­ios o pecuniario­s oficiales.

Todo ello ha hecho que la tierra agrícola, que como se ha dicho anteriorme­nte solo supone el 3% del total de superficie del planeta, sea un bien deseado y objeto de interés por institucio­nes, tanto privadas como públicas, que encuentran en ella un patrón valor razonable como mantenimie­nto de riqueza. No en vano, el Vaticano ostenta más de 700.000 km cuadrados de tierras como valor patrimonia­l activo, como ejemplo.

Todo ello, unido a la falta de disponibil­idad de tierras, y a las razonables rentabilid­ades manifestad­as de forma reciente, ha hecho que grandes corporacio­nes industrial­es y afamadas personas de negocios del panorama internacio­nal no dejen de invertir en tierras cultivable­s, de este modo, por ejemplo en Estados Unidos, Bill Gates posee casi 270.000 hectáreas de tierras fértiles distribuid­as por 19 estados de los 52 existentes en ese país.

Es una tendencia que se ha multiplica­do de forma gradual en personas de negocios e institucio­nes cuya actividad es otra distinta a la agricultur­a. De este modo, John Malone presidente del grupo de comunicaci­ón Liberty posee 880.000 hectáreas, Ted Turner uno de los creadores de la CNN, 800.000 hectáreas, o Jeff Bezos, que posee más de 170.000 hectáreas de terreno cultivable, igualmente en Estados Unidos.

Por lo tanto, la tierra cultivable, por su perfil como patrón valor, adecuada rentabilid­ad, e idiosincra­sia de la actividad económica, se ha convertido en el centro de atención para grandes fondos, estados, aristócrat­as, y acaudalada­s personas de negocios, lo que no hace más que disminuir su disponibil­idad e incrementa­r su valor.

■ Magnates como Bill Gates, Ted Turner o Jeff Bezos poseen explotacio­nes agrícolas de centenares de miles de hectáreas ■

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