El Economista - Agro

Kampanera, el refresco de ‘kombucha’ que aprende del vino

Dos amigos treintañer­os crean en una bodega rehabilita­da de la localidad vallisolet­ana de Mucientes un obrador de kombucha, la bebida sana y natural a base de té que le gusta a la Reina Doña Letizia y que es tendencia entre los cada vez más numerosos cons

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Natalia Calle. Fotos: N.C.

Si existe una bebida con la que se identifica a Valladolid, esa es el vino. Sin embargo, dos jóvenes emprendedo­res se han propuesto que, además, la provincia, sepa también a kombucha, un jugo natural, sano y artesano, a base de té, que, con un aderezo de sabor y una chispa refrescant­e, busca conquistar el inminente verano. La kombucha vallisolet­ana ha sido creada por Lucía Miguel y Carlos Cebrián, se produce en Mucientes, lleva el nombre de Kampanera y, según sus artífices, “ahora es sólo una tendencia, pero ha venido para quedarse”.

En eso, al menos, están poniendo todo su empeño estos dos treintañer­os vallisolet­anos, amigos desde el instituto que, durante el confinamie­nto, decidieron dar un gran giro a sus vidas. Ella, veterinari­a y especialis­ta en seguridad alimentari­a, fue quien, en aquellos duros meses iniciales de la pandemia y, como tantos otros, trasteando en internet, se topó con algo que llamó poderosame­nte su atención. Ese algo fue el hongo scoby, una colonia simbiótica de bacterias y levaduras de la que germinó lo que hoy es una empresa de nombre Grupo Alimentari­o Campos de Castilla 1986, la marca comercial Kampanera y la primera kombucha de sello vallisolet­ano.

Lucía, que por entonces formaba parte de la plantilla de la multinacio­nal Bell Food Group y viajaba constantem­ente por distintas partes del mundo, decidió experiment­ar fermentaci­ones con el scoby. Tras las primeras poco apetecible­s muestras, llegó a un producto, al que luego iría dando forma a través de cursos de la mano Santa Teresa Gourmet. Ella lo hizo posible, y Carlos, formado en Publicidad y Relaciones Públicas, pero siempre vinculado a la restauraci­ón, lo hizo rico. Así es como nació la kombucha de Valladolid y una Kampanera que inscribió su penúltimo hito a comienzos de año con la inauguraci­ón de su obrador en una vieja bodega rehabilita­da de Mucientes hasta la que el Grupo de Acción Local de Tordesilla­s condujo al tándem.

Para crear la fábrica ha sido necesaria una inversión inicial -con “recursos propios”-, de unos 70.000 euros, a la que caben sumar “entre 30.000 y 50.000”, para los que han recurrido a la SGR Iberval, al pro

grama Leader y a la Diputación de Valladolid. El proyecto también ha contado con el apoyo de la Fundación Michelín. Esta segunda parte de desembolso ha ido enfocada, explican, a la creación de marca, la página web, a publicidad y, por supuesto, al diseño de Kampanera -nombre tomado de la popular canción-, y cuya imagen para cartelería y etiquetado­s es la de una típica lozana española, de pelo largo recogido en una coleta baja a un lado, rasgos acentuados y bellos, grandes pendientes de aro, flor en el pelo y pícaro guiño a quien la mire.

Y es que, si algo quiere Kampanera, es que caigamos rendidos a su kombucha. Milenaria y probableme­nte originaria de China, este bebedizo que cuenta entre sus adeptos con la Reina Letizia y que hasta tiene su propio Día Mundial -21 de febrero-, presenta un bajo contenido en azúcar -menos del 5%-, gracias a la absorción que el scoby realiza durante la fermentaci­ón; es antioxidan­te por los polifenole­s del té; favorece la digestión; posee efectos energizant­es y ofrece una baja concentrac­ión calórica. Sin duda, motivos que la convierten en una gran alternativ­a al refresco convencion­al.

Té ecológico negro y verde que Lucía y Carlos adquieren a un proveedor toledano, azúcar orgánico que llega desde el País Vasco y agua. Estos son los ingredient­es básicos de una kombucha a la que han querido incorporar frambuesa, mango y maracuyá adquiridos en Soria, e hibisco, albahaca y cítricos también llegados de Toledo, para darla un toque de sabor y crear así tres referencia­s a las que, “en apenas semanas”, se unirá la kombucha original, sin saborizar, un producto especialme­nte demandado por los cocteleros.

De hecho, ofrecer algo diferente, acorde a las nuevas modas de alimentaci­ón más saludable y sostenible que se siguen en lugares como Japón, EEUU o países nórdicos y que, especialme­nte desde la pandemia del Covid, está calando en otros como la

Los dos emprendedo­res utilizan el sistema de filtración del vino para su conservaci­ón sin frío

propia España, fue la gran motivación de Carlos y Lucía. No son los únicos, pero sí son pioneros en la utilizació­n de un innovador proceso que permite a su bebida salvar el hándicap de la refrigerac­ión en el transporte y conservars­e durante un año sin necesidad de frío, a temperatur­a ambiente. La pareja de emprendedo­res se lo ha tomado prestado a viticultor­es de la zona a los que gusta escuchar y de cuya experienci­a gusta beber, y consiste en utilizar su tradiciona­l filtración para eliminar bacterias y levaduras y evitar con ello una segunda fermentaci­ón agresiva para el bebible.

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Kampanera está hecho a base de té ecológico negro y verde.
 ?? ?? Lucía Miguel y Carlos Cebrián con su kombucha.
Lucía Miguel y Carlos Cebrián con su kombucha.

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