El Economista - Agua y Medioambiente
Cambio climático, negocio para las empresas
La gestión de residuos, el tratamiento de agua, nuevos cultivos, la mejora de los regadíos o la descarbonización de la economía son algunos de los ámbitos en los que las compañías se están centrando para contribuir a la consecución de los Objetivos del Mi
La gestión de residuos o la mejora de regadíos son de los ámbitos donde hay oportunidades
Acciona invertirá 2.500 millones de euros en energías renovables en los próximos tres años, de los cuales el 80 por ciento estará destinado a países en vías de desarrollo. Éste es un buen ejemplo de cómo los retos que tiene el planeta están en la agenda de las compañías no sólo para contribuir a construir un mundo más sostenible, a través de la consecución de los Objetivos del Milenio (ODS), sino también porque “es una oportunidad de negocio”, explicó Ana Benavente, gerente de Sostenibilidad de Acciona, en una jornada organizada por el Foro Internacional de Derechos Humanos. De hecho, la descarbonización del planeta es clave para conseguir el reto de asegurar un medio ambiente sano y seguro, pero también para otros ODS, como la erradicación de la pobreza. Precisamente, uno de los puntos que se trataron en la jornada fue el papel del cambio climático en la pobreza. Según Marcela Villarreal, directora de la División de Asociaciones y Cooperación Sur-Sur de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), “la mitad de la gente que comienza a pasar hambre cada año, que es de 38 millones de personas, se debe al cambio climático”. Uno de los efectos claros de este efecto se ve en la agricultura, y como recordó Villarreal, “el 80 por ciento de los pobres del mundo viven en el mundo rural y dependen de la agricultura”. En este sentido, destacó que “la agricultura, que es una de las actividades que genera más emisiones de dióxido de carbono, puede verse como una de las causas del cambio climático, pero también como una de las soluciones”. En este sentido, Pablo Tosco, de Oxfam Intermón, recordó que “la falta de lluvias y las sequías están provocando que haya personas que tengan que abandonar sus comunidades, y aumentan su vulnerabilidad”. Un buen ejemplo de esta vulnerabilidad se encuentra en la perspectiva de género; como dato, el hecho de que en África las mujeres y los
niños destinen 40.000 millones de horas al año para ir a buscar agua. “El tema de género es bien importante en la agenda del cambio climático”, explica Villarreal.
Y no sólo se trata de que los gobiernos y asociaciones civiles trabajen en los asuntos prioritarios para evitar los efectos del cambio climático. “Las empresas tenemos un papel protagonista. Y lo tenemos porque, aunque vimos un gran avance en la COP21, en las dos últimas Cumbres del cambio climático, hemos visto una gran lentitud, el impulso ha perdido un poco de gas. Las compañías tenemos un doble papel; por una parte, el negocio, y por otra, nuestra capacidad de influenciar en nuestros grupos de interés”, explica Benavente.
Así, por ejemplo, destacó que las plantas desaladoras de Acciona permiten acceso al agua a más de diez millones de personas. Pero la gerente de Sostenibilidad de esta empresa recordó que “aún podemos hacer más. Es inevitable que las empresas seamos conscientes del impacto que tenemos sobre el cambio climático. Son necesarias respuestas multiactor”.
De hecho, según la directora de la División de Asociaciones y Cooperación Sur-Sur de FAO, “hemos comprobado que cuando existe voluntad, se ven los resultados. Pero se necesitan respuestas multisectorial. Están los consumidores, que están demandando una nueva forma de hacer locales empresas, para que sean conscientes de los efectos de sus actuaciones”.
La lucha contra el cambio climático requiere respuestas multiactor, según empresas y ONG
El uso del suelo, clave
Las actuaciones sobre los suelos son una de las que más efectos tienen a corto, a medio y a largo plazo en la lucha contra el cambio climático y, como consecuencia, a la defensa de los derechos humanos. Como ejemplo, el hecho de que los suelos degradados sean responsables de la emisión de 78 gigatoneladas de dióxido de carbono al año, de las cuales se podrían evitar más de 50 gigatoneladas de CO2 si se recuperasen esos suelos.
La pérdida de bosques es una de las razones de estas emisiones. Así por ejemplo, África central cuenta con la segunda zona de bosque tropical del mundo, pero es una de las zonas que más se está deforestando a causa del uso del suelo a favor de la agricultura.
La recuperación de los bosques y de la reparación de los suelos degradados supondría actuar sobre las prácticas agrícolas y ganaderas actuales, lo que implicaría un cambio en los ámbitos alimenticios de la población a nivel mundial. Actualmente, se conocen 250.000 especies de plantas conocidas, de las cuales solo 7.000 son aptas para el consumo humano. Sin embargo, solo se cultivan 120 especies a nivel mundial para cubrir las necesidades alimenticias, y la base de la alimentación de la población está basada principalmente en cuatro cultivos: maíz, trigo, arroz y batata. “Se tendrían que recuperar especies que a lo mejor no son tan rentables, pero no son tan extensivas”, explicó Marcela Villarreal.
Además, reduciendo el consumo de carne se reducirían también las emisiones, ya que esta actividad es responsable del 14 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono. Y también mejorando los procesos de tratamiento de residuos, especialmente sobre los desperdicios de alimentos, que suponen un 8 por ciento de las emisiones de CO2.
Y, como explicó la gerente de Sostenibilidad de Acciona, “es inevitable que las empresas seamos conscientes del impacto que tenemos en el cambio climático”.