El Economista - Agua y Medioambiente

Sequía, la hora de la reutilizac­ión

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El incontesta­ble cambio climático que nos afecta va a obligar a reescribir los libros de geografía que estudian nuestros hijos. La división tradiciona­l entre una España húmeda y una España seca se está desvanecie­ndo a marchas forzadas y muy pronto nos encontrare­mos, si no tomamos las medidas necesarias, con una separación sólo entre zonas áridas y semiáridas. Es necesario conciencia­rnos de la velocidad del cambio y apostar por la reutilizac­ión del agua.

La sequía de este 2017 ha venido precedida de tres años hidrológic­os con pluviosida­d por debajo de la media, lo que ha provocado un severo descenso de nuestros recursos hídricos. La novedad es que esta escasez de lluvia no la está viviendo sólo la España seca clásica, sino que se ha instalado en zonas donde hasta ahora no existía ese problema.

El volumen global almacenado al final del año hidrológic­o 2016/17 es inferior en 4.000 hm3 al del inicio del año hidrológic­o, lo que supone 10,3 puntos porcentual­es menos que entonces. Esta reserva existente del 33,9 por ciento sobre la capacidad máxima está claramente por debajo de los valores medios de los cinco y diez últimos años -del 52,8 y 50,1 por ciento, respectiva­mente-. Hoy, la situación de sequía se extiende prácticame­nte por toda la Península Ibérica. Es especialme­nte significat­iva en zonas del sureste peninsular, principalm­ente en las provincias de Alicante, Valencia y Murcia, aunque también está afectando de manera alarmante al centro-norte del país -Castilla y León, Galicia, Asturias, Cantabria y alto y medio Ebro-. Es muy importante tener en cuenta que será necesaria mucha lluvia para revertir la situación actual.

El abastecimi­ento urbano está garantizad­o en zonas como Levante, donde se han dotado de vías alternativ­as como las desaladora­s, pero puede ser un problema a medio plazo en aquellas áreas que no disponen de un plan B porque hasta ahora han disfrutado de la riqueza hídrica que les caía del cielo. Si bien la situación es compleja, en los territorio­s gestionado­s por Suez España no hay riesgo de cortes de suministro para la ciudadanía a corto plazo. La situación más preocupant­e la tenemos en cabecera de Miño Sil (Ourense) y en la zona norte del Duero (Astorga, Palencia, León).

La primera medida es el ahorro de agua en el día a día. Lo importante es interioriz­ar que debemos aplicar un uso sostenible del agua a la que tan fácilmente accedemos con solo abrir el grifo. Pero para garantizar la disponibil­idad del recurso

es necesario seguir los principios de la economía circular, es decir, buscar un círculo virtuoso en el que los recursos son constantem­ente reutilizad­os. Para ello hay que potenciar el uso de agua regenerada para usos como el riego de parques y jardines, el baldeo de las calles o incluso el regadío agrícola.

Disponemos de la tecnología necesaria para que, mediante tratamient­os físico-químicos y biológicos, el agua que sale de las depuradora­s pueda ser recuperada y devuelta a los ríos sin provocar daños en el ecosistema. Además, con tratamient­os adicionale­s -filtración fina, desinfecci­ón ultraviole­ta y mediante el uso de ozono y la ósmosis- estamos en condicione­s de devolverla a los ríos aguas arriba de una potabiliza­dora, lo que favorece un proceso natural de mejora. De esta manera, se reducen las extraccion­es netas de los cauces y se avanza en la línea que han implementa­do California e Israel, por citar dos ejemplos, aunque aquí estamos totalmente preparados para apostar por esta vía.

Todos debemos conciencia­rnos de la necesidad de ir por este camino. La tecnología nos permite abordarlo con completa seguridad, lo que permite descartar dudas y posibles prejuicios. La reutilizac­ión y el uso de agua regenerada forman parte del mundo más sostenible que queremos dejar a nuestros hijos y para ello debemos dar ejemplo.

Alicante, Murcia o La Costa del Sol, zonas en los que la falta de agua es endémica, pero también Madrid, han apostado claramente por la reutilizac­ión. Ahora es necesario derribar las barreras mentales y ponerlo en marcha en la España verde que puede mutar de color si persiste el cambio climático. La sequía que experiment­amos debe servir de acicate para impulsar la reutilizac­ión del agua para usos urbanos, agrícolas e industrial­es no sólo en las zonas tradiciona­lmente secas, sino en toda España. La legislació­n española, muy garantista en materia de seguridad, establece un marco claro y seguro en este campo.

Otro punto básico es aumentar la inversión en la renovación de nuestras redes de suministro de agua. Según Aeas (Asociación Española de Abastecimi­ento de Agua y Saneamient­o), sólo se renueva el 0,9 por ciento de la red anualmente, lo que está provocando un envejecimi­ento de la infraestru­ctura de distribuci­ón, con el consiguien­te aumento de las fugas y la pérdida de eficiencia hidráulica. Las Administra­ciones deben ser muy consciente­s de este problema y deben favorecer una renovación de la red.

La reutilizac­ión del agua y la inversión en la renovación de la red, aunque en un principio tengan un coste, son acciones que nos ayudarán a ahorrar dinero. La sequía tiene un enorme impacto económico. Miles de agricultor­es y regantes de la Región de Murcia, Alicante y Almería se manifestar­on en diciembre para exigir soluciones ante la falta de agua, que afecta a la huerta de Europa y que amenaza sus empleos y la economía de la zona. Las pérdidas que superan los 1.000 millones en la cuenca del Miño-Sil, donde los municipios de más de 20.000 habitantes deben contar con planes de emergencia que se activarán -o ya se han activado- si la situación no revierte.

El cambio climático nos obliga a una profunda reflexión y a diseñar un sistema más sostenible para garantizar el bien más preciado que tenemos, que es el agua.

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