El Economista - Agua y Medioambiente
Retos y oportunidades del cambio climático en inversiones
Ya hay inversores institucionales líderes que están dando pasos importantes incorporando los compromisos del Acuerdo de París en sus mandatos, ajustando sus estrategias de inversión y de gestión de riesgos
El cambio climático es un gran reto. El clima nos lo ha vuelto a recordar este año con huracanes más frecuentes e intensos, con sequías prolongadas y con olas de calor como las cinco que sufrimos este verano en España. En 2016 se batieron récord de aumento de temperatura global y 2017 va camino de superarlo. Además, hemos sobrepasado el umbral de 400 ppm de CO2 y nos acercamos al peligroso punto crítico de 450 ppm donde la ciencia nos dice que hay alta probabilidad de impactos en cadena e irreversibles.
En 2015 los países se comprometieron en el Acuerdo Climático de París a mantener el aumento de la temperatura global muy por debajo de los 2°C y proseguir esfuerzos para no superar el 1,5°C respecto a los niveles preindustriales -art. 2.a-. Para ello, es imprescindible situar los flujos financieros en un nivel compatible con una trayectoria que conduzca a un desarrollo resiliente al clima y con bajas emisiones de gases de efecto invernadero -art.2.c-.
Es necesario acelerar la acción climática. La ciencia es clara, cuanto más tardemos en reducir las emisiones, más costoso va a ser para la economía, la sociedad y los ecosistemas. Los inversores tienen un papel clave para acelerar la transición hacia una economía baja en carbono. Ya hay inversores institucionales líderes que están dando pasos importantes incorporando los compromisos del Acuerdo de París en sus mandatos, ajustando sus estrategias de inversión, de gestión de riesgos y, con ello, fortaleciendo la sostenibilidad de sus carteras en el largo plazo. Es un proceso que está avanzando a nivel internacional a pasos de gigante y del que los actores financieros españoles no pueden quedarse atrás, a riesgo de perder posiciones competitivas.
Además, el entorno regulatorio internacional y europeo avanza rápidamente, reconociendo la necesidad de mayor transparencia de las carteras de inversión en relación a los riesgos climáticos y el alineamiento de las estrategias de inversión con los objetivos del Acuerdo de París. En España la Ley de Cambio Climático y Transición Energética es una oportunidad para crear el marco normativo adecuado para que las empresas informen sobre la huella de carbono de sus productos y servicios, y el sector financiero alinee su carteras de inversión con los objetivos del Acuerdo de París, publicando en sus memorias anuales información detallada de los riesgos financieros relacionados con el cambio climático y las medidas adoptadas para reducirlo. Existen ejemplos de iniciativas
internacionales que ya están dando sus frutos. En Francia, el artículo 173 de la Ley de Transición Energética; en California, el Bill SB-560, o las recomendaciones del Banco Nacional de Inglaterra y el Banco Nacional de Holanda de alinear las políticas de inversión de los fondos de pensiones con el escenario de 2ºC.
Asimismo, una transición hacia una economía baja en carbono genera oportunidades. Cumplir los objetivos de reducción de emisiones requiere dar pasos como la adaptación de la infraestructura de energía y la reducción de la dependencia de los combustibles fósiles. Esto crea oportunidades de negocio en áreas tales como energía renovable, redes eléctricas inteligentes, eficiencia energética en edificios o gestión sostenible de bosques.
Una gran cantidad de ahorro disponible está en las manos de los denominados inversores institucionales, grupo heterogéneo que engloba fondos de pensiones, aseguradoras y fondos soberanos que manejan cantidades que superan el PIB global anual. Varios análisis indican que los propietarios de los activos pueden aprovechar estas oportunidades y contribuir a los cambios en la economía real.
Para incorporar la variable clima al sistema financiero es fundamental ahondar en modelos de negocio para inversiones orientados al largo plazo que incorporen los riesgos asociados y las oportunidades existentes en una economía sostenible y sin emisiones. Para ello, desde WWF recomendamos:
1. Definir el compromiso con el Acuerdo de París en los mandatos de la política de inversiones y las estrategias.
2. Comunicar adecuadamente a los shareholders y stakeholders el compromiso de alinear las inversiones con el Acuerdo de París. 3. Establecer una estructura de gobernanza climática. 4. Adecuar los procedimientos de inversión integrando la variable clima. Incluir criterios que cuantifiquen los riesgos derivados de la exposición a las empresas con alta huella de carbono y el grado de alineamiento con los objetivos de menos de 2ºC.
5. Aumentar la transparencia y publicar informes conforme a las recomendaciones del Grupo de Estudio sobre Finanzas Verdes del G20 y el Grupo de expertos en políticas financieras sostenibles de la Comisión Europea.
6. Participar en las coaliciones de inversores por el clima. Trabajar de forma colectiva con otros inversores para compartir las mejores prácticas de inversiones sostenibles, y promover un avance regulatorio que aporte seguridad jurídica.
7. Si se poseen activos en las empresas de combustibles fósiles y de altas emisiones, involucrarse como accionistas para incentivar un cambio en el modelo de negocio.
8. Dialogar con los reguladores en el avance y mejora de los marcos regulatorios para adecuarlos al Acuerdo de París. En el caso español incorporar un articulado de finanzas para el clima en la Ley de Cambio Climático y Transición Energética.
En un tema de la envergadura que tiene mitigar el cambio climático es imprescindible la acción de toda la sociedad. El sector financiero tiene una importante responsabilidad, y los inversores tenemos derecho a saber si nuestro dinero está favoreciendo la necesaria transición energética o alimentando el fuego del cambio climático.
Mar Asunción Responsable de Clima y Energía de WWF España El sector financiero tiene una importante responsabilidad, y los inversores tenemos derecho a saber si nuestro dinero está favoreciendo la necesaria transición energética o alimentando el fuego del cambio climático