El Economista - Agua y Medioambiente
Eficiencia energética en los edificios, clave del bienestar
Llevamos tiempo hablando de tres conceptos: confort, salud y calidad interior, porque consideramos que importan y preocupan al usuario, que es quien decide invertir en adquirir o rehabilitar una vivienda para lograrlos
El pasado 14 de diciembre, la Fundación La Casa que Ahorra (FLCQA), participó en una de las citas profesionales de referencia sobre el estado actual de los Edificios de Energía Casi Nula. Madrid acogió el IV Congreso EECN, el cual reunió a gran parte de los actores referentes en estas materias, entre ellos la Fundación, con el objetivo de profundizar y compartir experiencias en este tema, y conocer la actualidad reglamentaria y técnica para seguir avanzando en el objetivo de lograr que en 2018 se construyan edificios que casi no consuman energía de origen no renovable en el caso de la Administración, y en 2020 para el resto.
La cita fue un éxito tanto de asistencia como de conclusiones, y en el caso de nuestra Fundación nos permitió abordar, desde una Mesa Redonda con otros expertos, un tema que conocemos bien y que hemos tratado en anteriores ocasiones Confort, Salud y Calidad Interior en los Edificios de Consumo de Energía Casi Nula. Desde la FLCQA llevamos tiempo hablando de estos tres conceptos: confort, salud y calidad interior, porque consideramos que importan y preocupan al usuario, y finalmente es él quien decide invertir en adquirir o rehabilitar una vivienda para lograrlos.
Nuestra experiencia nos demuestra que para conseguir estos objetivos es necesario contar con edificios que nos protejan de las condiciones del clima exterior. La realidad es que es difícil hablar de estos términos, cuando según el informe Diagnóstico de la Rehabilitación en la Comunidades Autónomas. Luces y sombras de un sector que no despega, elaborado por el Grupo de Trabajo sobre Rehabilitación (GTR) y patrocinado por la propia FLCQA, el 54 por ciento de los hogares son anteriores a 1980, fecha en la que comenzaron a ser recomendables/obligatorias las primeras medidas mínimas de aislamiento. Por lo tanto, podemos afirmar que, lamentablemente, contamos con un parque de viviendas envejecido, incapaz de proporcionar servicios básicos de confort térmico. Si a ello se suma que el impulso del sector de la rehabilitación con criterios de reducción de demanda energética, con las considerables ventajas económicas, sociales, y en la salud y calidad de vida, no acaba de arrancar como debiera, nos sitúa en un panorama poco motivador.
Esta ineficiencia energética de las viviendas se traduce -además de en un sobreesfuerzo económico del presupuesto familiar para contrarrestar la energía que se les escapa- en una evidente consecuencia para la salud: la mortalidad adicional en
invierno de los hogares fríos es tres veces superior a las de los hogares más cálidos. Sorprendentemente, España, con un clima más benévolo que el del norte de Europa, en 2014 estaba en el quintil superior de Tasas de Muerte Adicional en Invierno (TMAI), lo que sin duda alguna pone sobre la mesa la discutible calidad edificatoria existente. Ello se debe a que sus viviendas no protegen del clima exterior, agravan enfermedades, provocan bajas laborales, gastos en medicación, causan estrés, es decir, afectan a aspectos de la salud física y mental de las personas.
Otro aspecto a tener en cuenta al referirnos a la calidad interior es el ruido, cuya protección se ha demostrado que no es un simple capricho, sino que es necesario puesto que afecta gravemente a la salud. Cambios en la frecuencia cardíaca, alteración del sueño y ansiedad, entre otras afecciones, suponen un peligro en especial en aquellas personas que tienen dolencias previas cardiovasculares, a las cuales les puede incluso acortar la vida. Aunque existe un nivel de ruido, cuyo umbral máximo está estipulado en 65 decibelios, se estima que estamos sometidos a niveles superiores. En España, en el sector de la edificación, y más concretamente en el Código Técnico de la Edificación, ya hay parámetros que lo regulan, pero sólo en casos de edificios nuevos, mirando hacia otro lado en la rehabilitación. Sin embargo, se ha demostrado que no es suficiente y por eso apostamos por mapas de ruido o incluso por una etiqueta de protección frente al ruido, la cual serviría para garantizar el aislamiento de los edificios, tanto desde el punto de vista térmico, como del acústico. Se trata de una propuesta que hace tiempo lanzamos desde la FLCQA, muy similar con la certificación energética de los edificios (Real Decreto 235/2013), necesaria sólo para la compra-venta o alquiler de viviendas, pero sin un valor percibido de más allá de una tasa más. Sin duda, supondría un valor añadido tanto para el vendedor como para el comprador.
Todo lo anterior está evaluado en el estudio Estimación del efecto de la rehabilitación energética en la salud de las personas. Enfoque económico, realizado por IREC y patrocinado por la FLCQA, y que recoge algunos datos que nos deben llevar a reflexión. Si se rehabilitasen 1,5 millones de viviendas, consideradas en pobreza energética, se reducirían al menos en un 30 por ciento -unas 120.000 personas- las enfermedades cardiovasculares -por ejemplo, arritmias, infartos, disfunciones cardiacas, artereoesclerosis...-, y si bien no se ha podido correlacionar con la reducción de muertes derivadas -por falta de datos de análisis- parece lógico suponer que existiría esta reducción. Complementariamente, sólo en costes evitados sanitarios y laborables, se amortizaría en 15 años que el Estado subvencionase el 50 por ciento de la rehabilitación… y los propietarios tendrían una reducción media de costes energéticos de 500 euros, además una mejor salud autopercibida -malestar pero sin una enfermedad asociada- que mejoraría en más de 100.000 personas.
Acabamos de celebrar, el pasado 10 de diciembre, el Día Mundial de los Derechos Humanos, y desde la FLCA queremos incidir, una vez más, en que la protección de la salud de las personas en sus propias viviendas debería ser un derecho garantizado, el cual tiene en los hogares eficientes energéticamente su más valioso aliado.
Albert Grau Gerente de La Fundación La Casa que Ahorra La protección de la salud de las personas en su propia vivienda debería ser un derecho garantizado, el cual tiene en los hogares eficientes energéticamente su más valioso aliado