El Economista - Agua y Medioambiente
Damm lleva su política medioambiental a los proveedores
Tras conseguir importantes ahorros en el consumo de materias primas en sus procesos, la compañía de bebidas quiere ir más allá y trabaja con su cadena de valor para reducir la huella medioambiental
Tras más de 20 años trabajando en la gestión medioambiental de sus procesos y productos, la compañía Damm está llevando su política de sostenibilidad más allá. En concreto, a sus proveedores. “Hemos de intentar ver dónde se puede reducir el impacto medioambiental en todo el ciclo del producto, no sólo quedarnos en la fabricación de la cerveza. Evidentemente, habrá que tratar el tema de clientes, pero con los proveedores es, quizá, donde tenemos más influencia y es por donde hemos empezado”, explica Pere Lloveras, director de Calidad y Medio Ambiente de Damm.
Y la razón se argumenta con datos. Por ejemplo, la huella hídrica de la cerveza se sitúa entre los 110 y los 150 litros de agua por cada litro de cerveza, de los cuales, el proceso de elaboración no supone más allá de 5 litros. El principal gasto, hasta 110, se concentra en el cultivo de la cebada.
Es, precisamente en esta etapa, donde Damm está centrando sus esfuerzos ahora mismo. La compañía ha establecido una política de proveedores de proximidad -el 90 por ciento de sus proveedores se encuentran en la Península Ibérica- y está trabajando con los agricultores para calcular su huella hídrica. Más allá del cálculo del efecto de su actividad sobre un recurso como el agua, está trabajando en nuevos sistemas de riego a partir de la información que obtienen de sensores de humedad. “A veces los riegos se hacen cuando no hacen falta. Controlando la humedad del suelo, se puede decidir el momento óptimo para regar y la cantidad de agua que hace falta aportar”, explica Lloveras.
Además, para reducir la huella de carbono del cultivo de cebada, están trabajando también con los agricultores con el fin de reducir la cantidad de abono que utilizan.
De momento, se trata de proyectos experimentales. “Hay que apostar por la agricultura de precisión, lo que nos permitirá reducir nuestra participación en el proyecto, porque en fábrica va a ser difícil conseguir ahorros más allá del 15 por ciento”, indica el director de Calidad y Medio Ambiente de la empresa.
Y lo es porque Damm ha conseguido ahorros importantes en el uso de materias primas en los últimos años. Así, por ejemplo, el consumo de agua en las fábricas se ha reducido hasta un 60 por ciento gracias a la inversión en nuevos equipos -como un pasteurizador con tecnología eficiente, la instalación de medidores de conductividad que permiten reducir el consumo de agua en la limpieza, o el uso de contadores y software específico para conocer el gasto de agua en cada una de las áreas de las fábricas-.
Gestión de residuos
La compañía no sólo está trabajando con los agricultores, sino que estas prácticas las ha llevado a toda su cadena de valor. Así, por ejemplo, todos los cartones y papeles que utiliza son reciclados, menos los del packaging de las botellas de cerveza, pero en este caso, “exigimos a nuestros proveedores que la madera que utilicen provenga de bosques gestionados con criterios medioambientales”, afirma Lloveras.
No es el único ámbito en el que apuesta por materiales reciclados. Según apunta el director de Calidad, “no es posible reducir el PET de nuestras botellas”, pero está analizando la posiblidad de usar PET reciclado para la fabricación de algunas de las botellas que usa. Y está poniendo en marcha un proyecto para la utilización de plásticos que se usan en invernaderos al fabricar los palets para suministrar al canal alimentación, con lo que cuenta con palets 100 por ciento reciclables, que además reducen su huella de carbono en el transporte al ser más ligeros.
En sus fábricas, Damm realiza una gestión selectiva de más del 90 por ciento de los residuos. Y le saca provecho, porque gran parte de los desechos se comercializan. Es así en el caso de bagazo que se obtiene en la elaboración de la cerveza que se vende para alimentación animal -90.000 toneladas al año solo en la fábrica de El Prat de Llobregat-, así como la levadura que se produce en el proceso.
Todo ello con el objetivo de seguir creciendo, pero “hacerlo de forma sostenible y reduciendo nuestro impacto medioambiental”, concluye.