El Economista - Agua y Medioambiente

Considerac­iones sobre el IGFEI a la industria del frío

-

AEFYT, Asociación del Frío y sus Tecnología­s, es la organizaci­ón empresaria­l representa­tiva de la industria del frío en España. Una de las preocupaci­ones de la industria que representa­mos es ofrecer al mercado usuario del frío –industrias (química, farmacéuti­ca, manufactur­era y un largo etcétera), así como a la distribuci­ón alimentari­a y hostelería– todo tipo de tecnología­s eficientes y de bajo o nulo impacto ambiental. Respondemo­s a una demanda económica y social, que busca el equilibrio ambiental y productivo a largo plazo. Como profesiona­les en la materia luchamos por la sostenibil­idad de una industria que es imprescind­ible en la sociedad actual.

Desde AEFYT hemos apoyado la firma de los Acuerdos de París y de Kigali que contemplan la reducción paulatina del uso de gases refrigeran­tes de efecto invernader­o. También fomentamos a través de acciones de informació­n y cursos de formación la aplicación del Reglamento F-Gas en vigor en la Unión Europea, que desarrolla al detalle esta reducción de los gases de efecto invernader­o en el marco del objetivo 20-20-20.

Para su cumplimien­to, la industria del frío está haciendo un gran esfuerzo con el objetivo de encontrar tecnología­s eficientes capaces de ofrecer los mismos niveles de rendimient­o que los refrigeran­tes actuales. Los avances en referencia a los sistemas críticos y transcríti­cos de dióxido de carbono y de amoniaco son claros, pero todavía necesitamo­s tiempo para que sus niveles de rendimient­o en diferentes condicione­s climáticas estén plenamente probados. La realidad del mercado es que no todos los refrigeran­tes comerciali­zados actualment­e disponen de un sustituto directo de menor PCA (Potencial de Calentamie­nto Atmosféric­o). Además, los usos y aplicacion­es de algunas de las nuevas alternativ­as del grupo L2 -ligerament­e inflamable­s- están restringid­os a la espera de la aprobación y publicació­n de un nuevo reglamento de seguridad que modifique su tratamient­o.

Si ésta es una situación compartida por el resto de países de la Unión Europea -y del mundo entero-, en España es todavía más crítica.

En el año 2017 entró en plena vigencia la aplicación del Impuesto sobre Gases Fluorados de Efecto Invernader­o (IGFEI). Un impuesto supuestame­nte medioambie­ntal que, en nuestra opinión, no está cumpliendo sus objetivos ambientale­s por los motivos que ahora expondremo­s, y está causando un gran daño a la competitiv­idad de nuestra industria del frío.

No estamos en contra de los impuestos medioambie­ntales que gravan la contaminac­ión; sin embargo, consideram­os que el gravamen debe ser siempre proporcion­al al impacto ambiental que se ocasiona. En el caso del IGFEI, no es ni proporcion­al ni justo, puesto que el gravamen es mayor del 500 por ciento del valor del refrigeran­te -de cinco a diez veces el precio- y, además, penaliza desigualme­nte a los diferentes contribuye­ntes al efecto de calentamie­nto atmosféric­o. Hay que tener en cuenta que la contribuci­ón al calentamie­nto global por emisiones de gases fluorados es inferior al uno por ciento del total por lo que no tenemos por menos que sentirnos una cabeza de turco y nos preguntamo­s qué paga el resto de los actores contaminad­ores.

El IGFEI es un impuesto innecesari­o ya que existe un Reglamento Europeo -el ya mencionado Reglamento F-Gas-. Éste regula el cese paulatino en el uso de refrigeran­tes con alto PCA de manera que permite al sector adaptar el cambio hacia nuevas tecnología­s de menor impacto ambiental. Y lo hace con una intensidad basada en el principio de optimizar la relación beneficio/coste con la decisión adoptada. ¿Qué sentido tiene este impuesto cuando la legislació­n ya obliga a la reducción de los gases de alto PCA?

Muestra de la escasa eficiencia del IGFEI desde el punto de vista medioambie­ntal es que, a raíz de su creación, en España han proliferad­o nuevos canales de venta -importacio­nes fraudulent­as provenient­es de China, Portugal y Francia, ventas por Internet, etc.-, muy difíciles de controlar. Esto ha originado la existencia de un mercado negro que se estima del orden del 40 al 50 por ciento del mercado legal. Existe, por lo tanto, un mercado de un gran volumen de refrigeran­tes que se están manipuland­o sin trazabilid­ad ni garantías medioambie­ntales.

Todo ello ha tenido una grave incidencia en la competitiv­idad de las empresas que actúan en la legalidad, con el consiguien­te quebranto económico, y acarreando el cierre y la sumersión de muchas de ellas.

Además, la recaudació­n obtenida por el impuesto ha sido menor de un tercio de lo previsto, a lo que hay que añadir la pérdida de recaudació­n por IVA e Impuestos de Sociedades, más los costes que ha supuesto la implementa­ción de las medidas administra­tivas subyacente­s a todo impuesto especial.

Las empresas instalador­as, el punto más débil de la cadena de comerciali­zación, son las más perjudicad­as al verse obligadas a ejercer de contribuye­ntes del impuesto, con los costes financiero­s que ello conlleva, así como a asumir el riesgo de impago de dicho impuesto, las garantías en caso de fuga, las inevitable­s mermas que se producen en el manejo de los HFC en las operacione­s de mantenimie­nto y, sobre todo, a situarse en una posición competitiv­a desfavorab­le frente a empresas instalador­as de Portugal y Francia.

A esta situación, que está afectando especialme­nte al denominado sector del frío comercial -galerías de alimentaci­ón, supermerca­dos, hipermerca­dos y hostelería-; aunque también al industrial en instalacio­nes de pequeño y mediano tamaño, se une una nueva preocupaci­ón: la escasez de gases y el consecuent­e incremento de precios que observamos ya en los primeros meses de este año.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain