El Economista - Agua y Medioambiente
Un tándem imprescindible
Muchas mañanas, cuando voy camino de mi despacho, veo a niños, a hombres, a mujeres... aprovechar su primera salida de casa para depositar de manera ordenada y en su contenedor correspondiente residuos de todo tipo. No sólo lo veo en Madrid, sino también en otras muchas ciudades. No es raro tampoco ver a distintas personas vaciando bolsitas, o sus propios bolsillos, de pilas usadas en los recopiladores repartidos por supermercados y grandes superficies, ni encontrar coches en fila frente a las puertas de un punto limpio para dejar allí sus pequeños y menos pequeños electrodomésticos y enseres de toda índole...
No soy un iluso y sé que queda mucho trabajo de educación y concienciación ciudadana en materia de reciclaje y tratamiento de residuos, mucho esfuerzo para lograr que la mayoría de los habitantes de cualquier localidad practique el recycling de manera habitual y más aún cuando este requiere de desplazamiento ex profeso para realizarlo. Pero sé también que el capítulo social de las 4R -Reducir, Reutilizar, Reciclar y Recuperar- ya tiene muchas páginas escritas y que sigue avanzando. Y que cada vez hay más ciudadanos dispuestos a facilitarnos la labor de recogida selectiva de sus residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), una labor creciente e imparable, a cuya correcta gestión ha contribuido Recyclia en sus ya cinco años de vida, a los que hemos de sumar 14 más, gracias al trabajo hecho desde las fundaciones medioambientales de Asimelec, origen de nuestra actual realidad.
Según un estudio realizado recientemente por la Universidad de las Naciones Unidas (UNU), la llamada “basura electrónica” -teléfonos móviles, monitores, ordenadores, televisores, frigoríficos, lavadoras, lavavajillas y pequeños electrodomésticos-, superó en 2017 los 65,4 millones de toneladas en el mundo. De ellos, más de 820 millones de kilos se generaron en España.
Si la colaboración ciudadana resulta imprescindible para seguir avanzando, también es indispensable el apoyo político y normativo al sector. Y este último capítulo, precisamente, sí que está pendiente y tiene a los legisladores españoles como protagonistas. Y es que, tres años después de que entrara en vigor el nuevo Real Decreto sobre gestión medioambiental de aparatos eléctricos y electrónicos, el sector continúa a la espera de un empujón, de un desarrollo normativo que proporcione un marco estable que nos permita seguir
Tres años después de la entrada en vigor del Real Decreto sobre gestión medioambiental de aparatos eléctricos y electrónicos, el sector sigue a la espera de un desarrollo normativo que proporcione un marco estable
avanzando y reciclar en 2019 el 85 por ciento de los residuos electrónicos generados, tal y como se nos exige desde la Unión Europea.
Una de las consecuencias de la falta de definición del desarrollo normativo del Real Decreto es que se incrementa la inseguridad jurídica en el ejercicio de la labor de los sistemas colectivos, frente a malas prácticas, como la gestión fraudulenta en instalaciones no autorizadas, los robos de aparatos electrónicos y eléctricos en puntos limpios o la exportación ilegal de residuos a países en desarrollo carentes de la infraestructura de reciclaje necesaria, y no hace sino poner en peligro los importantes avances alcanzados en materia de sensibilización y concienciación ciudadana, fomento de los beneficios socioeconómicos del reciclaje de residuos electrónicos y transición a una economía circular. A la par, esa indefinición del proceso normativo dificulta la exportación de nuestro modelo de gestión, que se ha manifestado muy capaz, a otros países del entorno europeo.
Desde Recyclia podemos afirmar que el alto número de empresas asociadas a nuestras fundaciones medioambientales, así como las cantidades gestionadas de RAEE, pilas o baterías y luminarias demuestran el éxito de nuestra gestión y avalan nuestro modelo.
Además, y debido a la eficacia de los sistemas de gestión de las fundaciones gestionadas por Recyclia, este modelo podría ser exportable, no solamente a nuestros socios europeos, sino también a otros países, muy especialmente en Latinoamérica. Cabe recordar que en el modelo colectivo los productores transfieren a entidades sin ánimo de lucro, como Recyclia, su obligación de organizar y financiar el reciclaje de los aparatos que ponen en el mercado.
Contamos con el apoyo de Daniel Calleja, director general de Medio Ambiente de la Comisión Europea, que ha calificado este modelo como el más eficiente del mercado y que ha abogado por extenderlo al resto de los Estados miembros, como garantía para el cumplimiento de la normativa en materia de reciclaje, dado el peso que tiene la gestión de residuos electrónicos en la Estrategia Europa 2020.
En Recyclia, entidad que gestiona a cuatro sistemas colectivos -Ecopilas, Ecofimática, Ecoasimelec y Ecolum, fundaciones dedicadas a la recogida selectiva y el reciclaje de pilas usadas y RAEE-, confiamos en que éste sea el año del empujón legislativo al Real Decreto, de que los legisladores españoles se suban al tándem del reciclaje electrónico junto a los sistemas colectivos y los ciudadanos.
El desarrollo del Real Decreto, entre otras cosas, haría más llevadera la asunción de las nuevas exigencias que ha marcado la Unión Europea y que debe afrontar el sector en 2018: la obligación de recoger el 55 por ciento del peso medio de los aparatos electrónicos puestos en el mercado durante los últimos tres años -lo que eleva en cinco puntos la tasa que se alcanzó en el año 2017-, a la que se sumará, a partir del próximo 15 de agosto, la obligación de los fabricantes de recoger selectivamente y reciclar diversos aparatos de electrónica profesional, exentos hasta ahora, como las bombas y motores eléctricos, los interruptores, los dispositivos de instrumentación electrónica, y los equipos de medición y control.
La falta de definición del Real Decreto incrementa la insejuridad jurídica en el ejercicio de la labor de los sistemas colectivos, frente a las malas prácticas, como la gestión fraudulenta en instalaciones no autorizadas