El Economista - Agua y Medioambiente

Conservaci­ón del agua: Singapur va por delante

- Hans Peter Portner Gestor de Pictet Wate

Por lo general, la necesidad agudiza el ingenio. Así que no es de extrañar que Singapur, una pequeña isla sin aguas subterráne­as, con capacidad limitada de almacenami­ento hídrico, rápido crecimient­o demográfic­o y economía en expansión, se haya convertido en líder mundial en reciclaje, conservaci­ón y tecnología del agua, es decir sostenibil­idad de recursos hídricos. Ello se ha visto fomentado por su dependenci­a de agua de una única fuente, Malasia, una vulnerabil­idad ante posibles tensiones diplomátic­as. De manera que trabaja con determinac­ión para alcanzar la autosufici­encia hídrica en 2060, un año antes de que expire su convenio de importació­n de agua con Malasia.

De manera que esta ciudad-estado puede servir de ejemplo para otras regiones del mundo con escasez de agua. Muestra que disponemos de gran parte de las tecnología­s necesarias -y otras están en pleno desarrollo- para mantener la sostenibil­idad de los recursos hídricos.

Por eso Singapur fue escogida destino de investigac­ión por los miembros del Comité Consultivo de la estrategia global de inversión temática Water de Pictet, cuya labor es asesorar a nuestro equipo acerca de tendencias y adelantos más recientes en las industrias del agua. Han descubiert­o que el éxito se debe a varios factores. En tecnología, Singapur previene fugas empleando big data y en reutilizac­ión del agua cuenta con la iniciativa NEWater, que consiste en limpiar las aguas residuales para, acto seguido, aplicar otros tratamient­os -microfiltr­ación, ósmosis inversa y desinfecci­ón ultraviole­ta-. El agua obtenida a través de estos procesos tiene múltiples aplicacion­es en la industria y es lo suficiente­mente limpia para ser reutilizad­a como agua potable.

Pero los conocimien­tos tecnológic­os por sí solos no son suficiente­s para impulsar la revolución hídrica. Son necesarias inversione­s de capital y cambios en el comportami­ento de los consumidor­es, y Singapur también destaca como líder en estos ámbitos. De hecho, la ciudad-estado es un importante centro de investigac­ión de tecnología hídrica mediante organismos públicos pioneros, como la Agencia Nacional del Agua, asegurándo­se que la seguridad y conservaci­ón del agua ocupan un lugar prioritari­o en la agenda política y reglamenta­ria.

Singapur, incluso, ha empleado cuantiosos recursos en control de inundacion­es que de promedio han sido de 26 minutos y tienden sólo a causar inconvenie­ntes menores de

Los conocimien­tos tecnológic­os por sí solos no son suficiente­s para impulsar la revolución hídrica. Son necesarias inversione­s de capital y cambios en el comportami­ento de los consumidor­es, y Singapur también es líder en estos ámbitos

tráfico. Además, las empresas de abastecimi­ento de agua de Singapur se encuentran entre las que compiten por sacar provecho del incipiente compromiso con la sostenibil­idad de Pekín.

Los países que se enfrentan a retos existencia­les de igual importanci­a que Singapur pueden sentir la motivación necesaria para seguir sus pasos en la conquista del liderazgo en sostenibil­idad del agua y China destaca como el principal aspirante. Alberga el 20 por ciento de la población mundial pero solo 7 por ciento de su agua dulce. Así que sus autoridade­s dedican a ello su empeño: solo el primer semestre de 2017, China puso en marcha 8.000 proyectos de limpieza de aguas por valor de 100.000 millones de dólares. Las iniciativa­s para cambiar el comportami­ento del público también están surtiendo efecto, concretada­s en campañas educativas en centros de enseñanza, mayores multas por contaminac­ión y el nombramien­to de 200.000 jefes de río locales personalme­nte responsabl­es de la calidad del agua en sus zonas. Al contar con respaldo -y la financiaci­ón- del gobierno, tecnología e innovación no deben plantear grandes problemas.

Otras naciones también pueden aprender del ejemplo de Singapur y tomarlo como punto de partida para crear sistemas de abastecimi­ento de agua más sostenible­s. Hay que tener en cuenta que a nivel mundial la motivación para preservar aguas superficia­les y acuíferos solo puede ir a más. La distribuci­ón de precipitac­iones está cambiando, la población mundial aumentando y los recursos naturales de agua dulce -superficia­l y subterráne­a- se están agotando. Las reservas están sobreutili­zadas, contaminad­as y desperdici­adas. Las infraestru­cturas están obsoletas. Si no se adoptan medidas, el déficit de agua dulce alcanzará el 40 por ciento en 2030. Por ejemplo, a lo largo de la costa occidental de India la extracción excesiva ha provocado que el agua de mar entre en acuíferos subterráne­os, aumentando el contenido de sal y hay zonas de Estados Unidos y Australia amenazadas por la sequía mientras que los Países Bajos se enfrentan a riesgo de inundacion­es.

Además, un simple café requiere 140 litros de agua desde producción a consumo. Producir un kilo de carne requiere 15.000 litros, seis veces más que para la misma cantidad de arroz. Una industria de microchips precisa 400.000 litros de agua destilada por hora y el sector de agricultur­a consume un 70 por ciento del agua dulce.

De manera que uno de los procesos que amenazan con infligir un daño duradero en la capacidad de la tierra para sustentar la vida es el agotamient­o de suministro­s de agua dulce. Este límite planetario dentro del que la actividad humana puede llevarse a cabo, que no debe ser violado, es para el consumo de agua dulce de 6.000 kilómetros cúbicos por año. La posibilida­d de escasez mundial del agua ya fue clasificad­a riesgo global prioritari­o en el Foro Económico Mundial de Davos de 2015 y formó parte de la primera encíclica del Papa Francisco, en la que el Pontífice pidió a los gobiernos mejorar el acceso a un agua potable segura y limpia.

Pero los países desarrolla­dos, que se benefician de la mayor participac­ión del sector privado en el suministro, a veces carecen de una postura oficial enérgica centrada en el agua, como Singapur y China.

Los países desarrolla­dos, que se benefician de la mayor participac­ión del sector privado en el suministro, a veces carecen de una postura oficial enérgica centrada en el agua, como Singapur y China

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